Según datos del programa “Paisajes de Conservación”, desarrollado por el Fondo para la biodiversidad y las áreas protegidas “Patrimonio Cultural” en Colombia, más de 1.6 millones de familias aún usan madera para cocinar.
Lo anterior, ha generado en diversas comunidades (especialmente en el Caribe Colombiano) infecciones respiratorias agudas, cáncer de pulmón, bajo peso al nacer, asma, tuberculosis, cataratas, ceguera, entre otras enfermedades. La situación ha sido tan crítica que todos en una casa respiran el equivalente a dos cajetillas de cigarrillos al día y miles de colombianos mueren al año por estas causas.
El Banco Mundial ha estimado que los costos del impacto en la salud en nuestro país, debido al uso de leña como combustible asciende a los $1.1 billones de pesos. Además, el uso de leña contribuye con el 2% de emisiones de GEI a nivel mundial (IPCC), la contaminación del aire interior y/o intramural y la degradación del bosque.
Para alimentar estos fogones deben extraer la madera de los bosques, consumiendo así el equivalente a 1,3 millones de camiones madereros al año. Dejando sin pulmones a los bosques de nuestro país y transformándolos en humo. Solo un 8% del bosque seco original sobrevive actualmente. ¡Alarmante!
Sin embargo, la ardua tarea del Fondo Patrimonio Natural en tratar de conservar los bosques, implementando modelos de conservación- producción, enfocados en los ciudadanos que lo habitan, ha sido la luz en el camino ante la problemática ambiental.
Un grupo valiente de ingenieros, administradores, diseñadores y economistas guiados por el deseo de mejorar la calidad de vida de los campesinos colombianos, lograron impulsar, (pese a innumerables inconvenientes de índole financiero), un sistema compacto de cocinas más eficientes.
Mediante un modelo de cocina eficiente co-creado junto con la comunidad del Caribe, decidieron bautizar a su proyecto PRIMA. Abordando efectivamente dos aspectos clave: la “usabilidad” y las microfinanzas dentro de su diseño, influyendo positivamente en la apropiación de la estufa ya que no solo responde a las demandas de eficiencia sino también a las diferentes dinámicas sociales, económicas, culturales y regionales.
Bajo la majestuosidad de las montañas en los Montes de María, entre los departamentos de Sucre y Bolívar, estos emprendedores perfeccionaron el proyecto y lo adaptaron a los hogares del país. Dentro de sus ventajas se encuentra la facilidad para transportarlas, armarlas y encenderlas. Además, necesitan 60% menos de leña y producen 90% menos humo.
Para que las estufas eficientes fueran accesibles a todos los hogares que las necesitaban, generaron un emprendimiento local liderado por un grupo de valerosas mujeres que revelaron la idea a todos los pueblos y veredas aledañas.
¿El objetivo?, cambiar la concepción de las cocinas limpias abriendo el mercado de las estufas al consumidor final y empoderar comunidades para que éstas puedan fundar negocios locales. Lo más interesante es que la cocina está construida con materiales de las zonas de intervención, permitiendo que exista una producción y manufactura local.
A pesar de que las cifras del uso de combustibles sólidos como la leña, siguen siendo muy elevados en Colombia, no se le ha otorgado la relevancia necesaria por parte del gobierno, los consumidores y el sector privado. Hacen falta inversionistas potenciales, presidentes de grandes compañías que sean visionarios, y entidades que estén dispuestas a ayudar y a cambiar la vida de estas familias.
Según datos de la Global Alliance for Clean Cookstoves, una fundación sin ánimo de lucro, patrocinada por las Naciones Unidas y encargada de promover soluciones de cocina limpia alrededor de diferentes países en vía de desarrollo, el país cuenta con un mercado muy limitado en materia de soluciones domésticas limpias. Por el contrario, países como Perú, México y Honduras, han venido desarrollando iniciativas relacionadas desde años atrás junto con el gobierno y el sector privado.
Video: Cocinas Ecoeficientes
