Hoy me despierto ante el hecho de que más de 300 personas han muerto por pensar y actuar por sus comunidades. Son oscuros días para los que creímos en la paz, en la justicia y en la equidad. Para decirles la verdad, yo también temo. En momentos como este, cuando uno ve los restos de los mártires como Ibes Trujillo, uno tendría que ser desalmado o estúpido para no sentir miedo por su vida. Sin embargo, no hay tiempo para las dudas.
No obstante, cada vez que escucho las atrocidades que hacen aquellos que son sirvientes de la guerra, soy testigo de todos los líderes que se preguntan para qué trabajar y sienten un justo escepticismo al tener que recurrir a herramientas del Estado para protegerse —aunque sean amenazados por criticar a ese mismo Estado—, presencio la odisea que es para ellos y sus familias ser transferidos a otro lugar más seguro, constato cómo las acciones más atroces contra los mejores ciudadanos que tiene nuestro hermoso país han sido justificadas con la estigmatización y las falacias, y veo cómo a la Fiscalía parece valerle un pepino lo que les pase, me consterno.
Por eso hoy les quiero hablar a los líderes sociales de todos los rincones del país. De parte de Colombia les pido que nunca se rindan, aunque a veces parezca difícil —les digan que sus acciones hacen más daño que bien, sean recibidos con odio, llamados "asesinos", "delincuentes", "guerrilleros" y "narcotraficantes". Como dicen por ahí, solo en las más oscuras noches las estrellas pueden brillar, porque aunque aún no sean capaces de verlo, esos mismos que los critican son los más beneficiados de su labor: ¿será que a alguno de los buenaventureños que los llaman guerrilleros les conviene que solo haya un hospital?, ¿alguno de los que te llaman a ti, líder de Antioquia, guerrillero y subversivo por denunciar al paramilitarismo, les beneficia que el único que ponga y ejerza la ley sea un ganadero y aquellos cuyos intereses personales van en contra de los comunales?, ¿a quién de los que los llaman guerrilleros en todo el país y a los que creíamos en la paz les conviene que vuelvan los secuestros, las expropiaciones y las masacres?
Recuerden, nuestra apuesta no la hacemos para que nos admiren y creen templos en nuestro honor, es para que podamos crear un país en el que nuestros hijos puedan vivir seguros, sin temer por sus vidas. Además, el asunto no es solo no rendirse, es no odiar tampoco. Es fácil caer al nivel de los paramilitares y creer que odiar a los asesinos es la única forma de combatirlos, de hecho, hay que ser muy ciego para pensar que los únicos que estigmatizan son los de un bando. Un ejemplo de lo anterior es que el odio y las mentiras que nos mostraron el 2 de octubre las hemos devuelto con lo mismo. Además, ese odio que nos ha sesgado tanto nos ha llevado a hacer eso que tanto criticamos, por eso hay que devolver la estigmatización con amor y con nuestros deseos de paz.
Para eso necesitamos líderes, para guiarnos hacia la paz, para mostrarnos que es posible cambiar el país y que hasta las noches más oscuras pueden ser alumbradas por las estrellas correctas.