En los entrenamientos que se hacían bajo el feroz resolana del Magdalena Medio, los jóvenes que entrenaban para convertirse en los más feroces paramilitares cantaban mientras trotaban: "Soy un contraguerrilla y en mi pecho llevo el odio contra las guerrillas comunistas. Quiero venganza, mucha venganza. Quiero sangre, mucha sangre para calmar mi sed"
Según Maria Teresa Ronderos en su libro Guerras Recicladas, la primera escuela de entrenamiento paramilitar se llamaba El Tecal, cerca a Puerto Boyacá. Más o menos la fecha sería febrero de 1983. En los meses siguientes se siguieron abriendo escuelas de entrenamiento en fincas de ganaderos aliados de los paras, creados a finales de los setenta en el Magdalena Medio por gente como Ramón Isaza o Henry Pérez -el hombre que mato a Galán-, por eso aparecieron la "01" y la "50". En dos años se habia tecnificado la educación y pudieron conseguir una finca, a cien metros del batallón de Puerto Boyacá. Los rectores de estos colegios eran el propio Pérez, Marcelino Panesso y Diego Viáfara, un enfermero que era el encargado de hacerles el exámen para ver si estaban aptos los reclutas para entrar.
De esas escuelas, que duraron funcionando hasta bien entrados los noventa, se graduron Camilo Dávila, hermano de Eduardo Dávila, quien fue dueño del club de fútbol Unión Magdalena, los hombres que conformaron el ejercito de Fidel Castaño, Alonso de Jesús Baquero, mejor conocido como el Negro Vladimir, el hombre que mató a más de 50 personas en la Masacre de Segovia, una de las peores que recibió la UP en 1988, Vladimir, después de graduarse se convirtió en instructor, un jovencísimo Carlos Castaño, el menor de los tres hermanos, los hombres que integraron el ejército con el que Fidel enfrentó a Pablo Escobar y los sicarios que mataron, por orden de Rodríguez Gacha a Pardo Leal, candidato a la presidencia de 1986 que obtuvo, para la UP, unos históricos 350 mil votos.
Según testimonio de otros paramilitares, Gacha y Escobar, con el apoyo del ejército nacional, trajeron de Israel especialistas como Yahir Klein. A finales del 2011 el mercenario lo reconoció en una video llamada desde su país en donde dijo, en una audiencia de Justicia y Paz: El Ejército le tenía miedo a la guerrilla que cada vez ganaba más territorio”. Uno de los alumnos que más admiraba Klein era el negro Vladimir. En Verdad Abierta el propio Vladimir elogió el trabajo de Klein: “Antes del entrenamiento de Yair Klein éramos simples escopeteros que operábamos a la defensiva. Luego del curso de Klein consolidamos el plan del general Farouk Yanine Díaz (militar fallecido señalado como aliado de los ‘paras’), quien buscaba el aniquilamiento de la subversión y la expansión de las autodefensas en todo el país”
No sólo los carteles de la droga pagaban estos entrenamientos, también contaron con el entusiasmo inclaudicable de los ganaderos de la región, ¿alguna vez sabremos sus nombres?