Ante la creciente crisis de movilidad que se agranda en cada ciudad del país --desde capitales hasta municipios y corregimientos olvidados en zonas rurales-- se vuelve obligatorio reconocer que este tema es algo vital para la vida moderna. Por distintos motivos, el colombiano promedio es un nómada en su propia ciudad natal. Comer y estudiar ya son dos actividades diarias que requieren moverse, y este movimiento en su gran mayoría se realiza por medios mecánicos, porque tristemente las distancias no son cortas en estas ciudades en donde la integración es lo de menos. Pero cuando el propio Gobierno y más propiamente la Policía emprenden una persecución contra el dueño del vehículo particular y el usuario del bus, el único miembro de los Sistemas Integrados de Transporte, esos que realmente solo integran buses de un colorcito u otro, esos que son manejados por los mismos "buseteros" de hace 10 años pero ahora con camisa de botón limpia, pues la situación es desfavorable para el colombiano promedio. Ahora bien, alternativas para no dejarse atropellar de las tarifas, el mal servicio y de los honorables entes de control como la respetada Policía y el Ministerio de Transporte con su confiable tabla de avalúos, pues hay muchas, de dos, de tres, de cuatro ruedas. En fin, el vehículo elegido es lo de menos y hay opciones para todos como patinetas, motos, bicicletas, carros compartidos. Cualquiera de estas nos sacarían del trancón, pero llevado a la realidad de Colombia todo cambia para mal.
Iniciando el mes de marzo en Barranquilla, se ha decidido establecer multas a las personas que prestan el servicio de mototaxismo en la ciudad. Y no conformes con esto también se multará al usuario que demanda por el servicio. No hace falta hacer una reflexión demasiado profunda para entender que si este servicio se presta no solo esta ciudad, sino en varias de la costa atlántica, es por responder a una necesidad o más precisamente a dos necesidades: la falta de empleo y la falta de rutas hacia múltiples barrios alejados del casco urbano.
En el municipio de Soledad, se presentaron protestas de motociclistas generadas por la prohibición a la circulación de motocicletas un día del mes. Esta noticia leída desde el centro del país no suena tan grave, una vez al mes, -bueno pues tampoco es que se vayan a morir por no manejar la moto un día-, pero es tan valido el malestar en Soledad como aquel que se siente cuando llegan los lejanos y temidos días sin carro a Bogotá.
Paralelo a este panorama, la utilización de fotomultas como medio para reducir la accidentalidad en las vías de carácter regional, cada vez esta mas en duda y pierde menos credibilidad por parte de conductores de motocicletas, vehículos particulares e inclusive publico, ya que su señalización regularmente no es clara o es contradictoria con muchas señales verticales u horizontales en las vías. Un reportaje googleable del periódico El Tiempo, recogió relatos de Santander, Cali, Medellin y Bolivar donde muchos conductores se quejan de las inconsistencias a la hora de ser ubicadas las cámaras para la detección de conductores con exceso de velocidad, en donde por ejemplo se pueden encontrar dos avisos con velocidades diferentes en distancias menores a 60 metros y a continuación de estas dos, la famosa cámara camuflada al mejor estilo que solo puede ejecutar un policía de transito.
Finalmente, y el pan de cada día para el colombiano, las tarifas del transporte público en Colombia suben sin tener en cuenta el aumento del salario mínimo. Los subsidios para estudiantes son de municipios privilegiados que quieren implementarlo, pero realmente no es algo masivo. El precio de los combustibles baja a un ritmo absurdo comparado con la tendencia global y ante este panorama las opciones más realistas son: pagar por la prestación de un servicio malo y de alcance reducido, comprar automóvil y todos los gastos adicionales e innecesarios --esto conlleva como el pago de impuesto por haber trabajado para comprárselo, usar motocicleta y soportar la absurda persecución del agente de transito o usar bicicleta en ciudades como Bogotá donde se ufanan de las ciclovías domingueras pero de lunes a sábado el usuario es obligado a usar rutas incompletas o que solo se trazaron por sectores privilegiados.
Aunque esta situación de movilidad solo se puede presentar en Colombia, en muchos otros países hay situaciones un poco similares. Posiblemente hayan o no hayan Peñalosas o Ministerios de Tránsito cuestionables, ni contratistas que sin tener experiencia se la juegan por realizar avalúos desconocidos. Pero en todo caso, la crisis de movilidad está en varias zonas del mundo y ante estas, hay una empresa que levantando polémica por X o Y motivo. Esta ha sabido atender las necesidades de los usuarios como muy pocas o quizás ninguna. Uber, la plataforma tecnológica para pedir taxis de lujo en algunas ciudades de Colombia, ya es bastante conocida y entre un montón de disputas, finalmente está operando a medias por culpa de un gobierno que tiemble entre la legalidad de las normas y la presión del zar de los taxistas. Y a pesar de que aquí solo se conoce a Uber por estas razones de funcionalidad básica y polémicas extendidas, en Londres por ejemplo, el servicio UberPool permite que dos usuarios compartan el mismo vehículo siempre y cuando tengan destinos sobre la misma dirección . De esta manera ahorrar 25%, sería una opción que si se trajera a la realidad latinoamericana, ayudaría a evitar congestiones y que los vehículos dejen de andar con una sola persona en su interior. Antes de ser tan escépticos con la viavilidad de esta práctica, hay que tener en cuenta que Londres tiene 2 millones de habitantes más que Bogota en, prácticamente, la misma área . En Copenhage, aunque con una población absurdamente menor que la de Bogotá como para hacer alguna comparación, se estableció el servicio de UberBike, que consiste en un viaje realizado en bicicleta y pedido a través de la aplicación con tarifas económicas y bastante útil en una ciudad con infraestructura ejecutada para movilizar ciclistas, y no solo los domingos y festivos.
Aprovechando la existencia de flota alimentada por electricidad, en Lisboa el servicio de UberGreen ofrece alternativas de movilidad libres de emisiones. Nuevamente reitero que esto no tiene nada de nuevo, --hasta en Bogotá se consiguen taxis eléctricos-- solo que en Portugal sí prosperó. Así mismo, un ejercicio bastante interesante se esta llevando a cabo en Bangkok donde con miles de motocicletas y siendo la ciudad mas poblada de Tailandia, UberMoto está sacando de los trancones a los usuarios que antes debían lidiar con el hecho de que cada dia que pasaba, aproximadamente 1000 autos nuevos salían a circular por las calles.
Para finalizar, en la ciudad de Melbourne, se han capacitado a decenas de conductores para que puedan atender apropiadamente a las personas que presentan necesidades especiales de accesibilidad, es decir, aquellos que no tienen las mismas características que la persona del común. Esto no es nada nuevo ni raro, pero hace que un segmento olvidado de la población pueda moverse por la ciudad como cualquier otro.
El asunto es sencillo: Uber en todas sus modalidades de servicio ataca directamente la necesidad del usuario y entiende que este no paga ese dinero en cada viaje solo porque le sobra. Uber surge como una plataforma tecnológica del siglo 21 para solventar una necesidad que se presenta desde hace siglos y lo hace utilizando los recursos del siglo 21, es decir, es producto de la era tecnológica. La afición de no cargar dinero en efectivo, de utilizar el GPS, de reducir el trancón y de viajar cómodo, todo esto es entendido por Uber y por sus conductores.
De esta manera, aunque en muchos países se considere ilegal, genere discordia y aun peor, cuando hay muchas cosas a favor del servicio de taxis en el mundo, hay que destacar las cosas nuevas que surgen frente a la numerosa competencia y ante la expansión desmesurada humana en las ciudades. Mantenerse al tanto de solucionar problemas es lo que mas importa para el usuario. Reitero que al analizar a fondo la situación de conductores, dueños de flota, pagos de seguridad socia, el ganador podría estar tirando hacia el lado de los "amarillos". Pero aun así hay cosas que para la ciudad como una entidad de vida importan mucho más, y ante eso la innovación ha beneficiado a los cerebros detrás de mover pasajeros a como dé lugar y sin importar el lugar. Taxistas, buses y sistemas masivos pelearán por años hasta poderse adaptar a los nuevos desafíos y hoy día, la plataforma Uber lo está logrando a las mil maravillas aun sin ponerle mucha atención al gobierno y más bien enfocándose en el usuario y en el desempleado. Punto para ellos.