Claudia llegó a la Alcaldía de Bogotá rompiendo estigmas a diestra y siniestra, como era previsible. A tan solo 15 días de posesionada como alcaldesa la ha sacado del estadio como muchos lo soñábamos y más veces de lo que se esperaba en tan corto y tan poco tiempo, con la firmeza y particularidad que ella representa.
En su posesión, que fue un acto salido de lo convencional, se codeó con la gente que la eligió. Llegó a bordo de su bicicleta y en un picnic, con concierto incluido, le dio al mundo muestras de su sencillez y humildad. El inicio de su mandato marcó el fin de los actos pomposos, llenos de celebridades y políticos, que solían llevar a cabo los alcaldes en la Plaza de Bolívar —desde donde comenzaban a gestar los guiños, prebendas, pagos a favores y cierre de contratos—. En fin, vimos ese primero de enero una alcaldesa de la gente para la gente, con muchas ganas de trabajar en lo que ella misma dijo “buscar, encontrar, y reencontrar el propósito compartido de tener una buena ciudad”.
Días después, en la firma de la concesión para la ejecución del Regiotram, vimos como en mancomún acuerdo, lejos de las mezquindades regionales que se solían apreciar, Nicolás García, gobernador de Cundinamarca, le extendía la mano a la alcaldesa para trabajar en llave con el gobierno distrital en dicho proyecto. En respuesta, más que el apoyo le ofreció expansión para mejorar la movilidad desde y hacia el aeropuerto, resaltando a la vez la importancia que para ella conlleva la convivencia y la movilidad de los ciudadanos que viven y trabajan en Bogotá y sus alrededores.
Así mismo, cuando se conoció el informe de la Contraloría General de la República que tenía seis hallazgos, cinco de los cuales eran de carácter administrativo y uno de connotación fiscal, y que podrían tener un presunto detrimento de recursos públicos, ella tomó la batuta con la mesura necesaria para el caso. Además, sin salir a hacer señalamientos irresponsables, con marcador y tablero en mano se puso en la tarea de explicarle a la ciudadanía a través de su Twitter qué era lo que estaba pasando, dónde se debía trabajar y cuáles eran los pasos a seguir.
De igual forma, nos sorprendió con la noticia de que el próximo 11 de febrero se retirarán de sus funciones 108 perros que son usados en las estaciones de TransMilenio con el fin de vigilancia y anticolados, esto alertada por la concejal Andrea Padilla, quien subrayó la deplorable situación de los caninos. La alcaldesa solicitó la no renovación de ese servicio y enfatizó: “No puede ser que los animalitos tengan que sacrificar su vida y su salud para enseñarle a un ser humano que se debe comportar como un ser humano”.
Y eso no es todo, durante esta semana nos ha dado dos grandes noticias que miles de bogotanos celebramos con fervor y entusiasmo. Por un lado, anunció a la opinión pública el envío de la solicitud de parte de la Alcaldía Mayor de Bogotá a la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) para declinar el proyecto que tenía la administración anterior de recategorizar las tierras de la reserva Van Der Hammen y a su vez anunció el compromiso del distrito para buscar con certeza hacia dónde se debe expandir la ciudad. Por otro lado, previendo la retomas de actividades de parte de los manifestantes en Bogotá y el resto del país, dejó claro que la Alcaldía de Bogotá respeta y auspicia la expresión ciudadana pacífica y legítima como derecho ciudadano; pone a disposición una mesa constante de diálogo con los representantes; tiene varias acciones para implementar antes de llegar al uso de la fuerza policial (el Escuadrón Móvil Antidisturbios no estará en las calles a menos de que sea necesario por disturbios de importancia).
A favor de los pronósticos de quienes la apoyamos y vemos en ella, con fe y esperanza, una nueva generación de políticos que trabaja para renovar la política carcomida por el clientelismo, la corrupción y las causas individuales, hay que decir que en cinco actos Claudia nos ha dado grandes lecciones de convivencia, causas ambientalistas, empatía y progreso, que de una u otra forma a todos los capitalinos ha tocado en su interior.
Así es que en las acciones de la alcaldesa vemos desde lejos su afán por honrar la palabra con la que la eligieron, su gran diferencia de la política convencional, la lucha por una causa colectiva, el honor por la transparencia, la democratización incluyente y la gran lucha de la reivindicación con los derechos y los deberes de los ciudadanos. Si bien es muy pronto para valorar su mandato, no es demasiado temprano para reconocer las cosas hechas con un trasfondo de construir una convivencia y de sentido común para toda una ciudadanía en general.
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