Los viajes nos reportan los primeros momentos de felicidad mucho antes de la partida. La víspera genera muchos sueños y sensaciones agradables que de por sí la convierten en un tiempo único, bautizado por algunos como el periodo de ilusión prevacacional en oposición al amago de depresión del ‘síndrome postvacacional’. Hemos consultado con un agente experimentado en turismo, con un psicólogo y hemos hecho una rápida y breve encuesta entre personas que planifican sus próximos viajes para llegar a la misma conclusión. Así como reza el refrán que nadie se muere en la víspera, en el caso de la organización de unas vacaciones los días, semanas y hasta meses previos a la partida cuentan, y mucho, en la inmensa mayoría de los casos, como grandes generadores de endorfinas, la hormona de la felicidad. Es más, el mero hecho de acceder a las ofertas ya es de por sí un gran activador de este mecanismo cuando sabemos de manera positiva que contamos con el tiempo y los recursos para nuestra escapada.
Los meses del verano boreal, las vacaciones por antonomasia del hemisferio norte, están muy próximos. También en Colombia la cercanía de los meses de julio y agosto despierta en muchos caminantes el deseo de organizar las rutas de nuevos caminos, en el sentido metafórico al que alude nuestra propia revista, ya sea en solitario y con morral, o en pareja y en avión; en bicicleta o en motocicleta; en flota o en carro; en un paquete de buena relación calidad-precio a un destino nacional, con la rica oferta turística colombiana, o a algún país vecino de América del Sur. Podemos visitar Centroamérica, México o los Estados Unidos, o brincar el océano rumbo a Europa para aprovechar los mejores meses de buen tiempo en el viejo continente.
El psicólogo José Rojas nos justifica sobradamente el fenómeno, “en los tiempos actuales, sobre todo en las grandes urbes, manejamos una vida excesivamente agitada que acumula mucho estrés. En el caso de Bogotá es conocido su rutinario caos circulatorio, las aglomeraciones del transporte público a diario y otras situaciones típicas de nuestra rutina que ponen al individuo en una predisposición especial al escape. Hablar de un viaje para huir de todo eso es una terapia. La proximidad de una fecha vacacional es algo que enseguida genera bienestar, sueños, ilusión, y desde el mismo momento que la persona se organiza y reserva un poco de su presupuesto a invertirlo en unos días alejados de la rutina se empieza a dar una sensación de relajación positiva. Debemos tener en cuenta que en esa víspera se viven grandes momentos pues las expectativas que nos creamos en la mente y que compartimos con nuestro entorno siempre son muy altas en el sentido de hacer cosas distintas con los amigos, con nuestra pareja o con la familia entera, depende de cada caso, o incluso con uno mismo si se es un viajero solitario en busca de aventuras y de conocer gente nueva. Toca incluso tener cuidado con esto también, sí es sano soñar e ilusionarse con buenas vivencias pero no es aconsejable planificar en exceso muchas actividades ni cargar la agenda, pues puede ser contraproducente para nuestras vacaciones. Recuerden que buscamos relajarnos, poder descansar, y no generarnos estrés. También conocemos casos de personas que sin embargo sufren cuando se aproxima una época de vacaciones, lo que algunos llaman síndrome prevacacional en el mismo sentido del postvacacional, es algo parecido a lo que sucede con la Navidad, para la gran mayoría son fechas sinónimo de paz y felicidad pero hay una minoría que la vive casi en depresión”.
Rojas añade que la planificación sensata de un viaje es un auténtico generador de endorfinas, “es lo propio de cualquier estímulo que nos genere alegría, satisfacción, felicidad en suma, como cuando un ser amado nos corresponde, cuando hacemos ejercicio saludable, cuando mete un gol nuestro equipo favorito o cuando recibimos una noticia positiva en el trabajo. Al igual que todo eso, evocar un viaje inmediato hace que nuestro organismo genere las mencionadas endorfinas, unos químicos naturales parecidos a la morfina que estimulan los centros de placer en el cerebro. Eso se produce desde el mismo momento que vemos esas fotografías divinas de parajes paradisíacos que suelen aparecer en la mayoría de los portales de viaje y que motivan la ilusión de las vacaciones”.
Finalmente, nos recomienda que una vez hayamos emprendido nuestro viaje, “es importante dedicar tiempo a la desconexión absoluta, hoy en día procede llamar la atención sobre las nuevas tecnologías para que las personas aprendan a relajarse y evitar la excesiva dependencia de estos aparatos incluso durante las vacaciones, más bien debemos buscar los silencios, el descanso, leer, dejarnos llevar por los sueños, ordenar las ideas y recargar nuestras baterías. Así que dejar en la habitación el celular o la tablet no sería una mala idea”.
Internet deja ver menos sonrisas
La proliferación de las OTI, acrónimo resultante de la denominación en inglés de las agencias de viaje online le ha privado a los trabajadores del sector turístico de la cara de felicidad de los clientes. Ximena Luque es hoy en día gerente comercial en una de estas agencias, la colombiana ViajaEnGrande.com, a su vez aliada de nuestra revista. La eficacia del servicio es la misma, la calidad de los productos también y la competitividad de los precios hasta mejor, pero se ha perdido esa vieja y agradable sensación que los agentes tenían en el contacto físico, donde podían ver el rostro de ilusión de los viajeros en todo el proceso. “Los clientes acababan siendo tus amigos, querías como buen amigo aconsejarles bien, que tuvieran un viaje inolvidable y todo el proceso de preparación era delicioso. Muchos incluso venían a visitarlo a uno después de los viajes para mostrar fotos, dar las gracias y compartir lo que habían vivido, y eso era una de nuestras mayores satisfacciones. Ahora es diferente. Es parte del peaje del desarrollo y de las nuevas tecnologías. Efectivamente todas las personas que durante tantos años han vendido viajes a través de un contacto físico difícilmente pueden olvidar las miles de sonrisas que han visto desfilar por sus escritorios, pues a la hora del té en las agencias de viajes lo que vendemos es felicidad. Cuando antes se mostraban los folletos impresos con esas maravillosas fotografías de los destinos que hoy vemos a través de internet se podía percibir el entusiasmo nada más echarles el ojo. O por ejemplo cuando llegaba una pareja a preparar su luna de miel. Esas anécdotas de la calidez del contacto humano es algo que se ha perdido, y ahora cuando vendemos un paquete por internet, o noches de hotel o vemos que la gente compra los tiquetes a través del sitio pues nos imaginamos esos rostros al otro lado del teclado”.
Cuatro personas de perfiles muy diferentes pero con el denominador en común de sus próximos viajes en el mes de agosto son las que hemos tenido que rastrear y encontrar para preguntar lo mismo. En todas encontramos la mención al estado de felicidad e ilusión ante su próxima partida. Ninguna expresó ansiedad alguna. Por ejemplo Edgar, natural de Barranquilla, empleado de cocina en un restaurante de comida italiana de Bogotá, quien planea viajar a San Andrés una semana con motivo del próximo Green Moon Festival, “mis amigos me han hablado mucho de él, yo soy matado por la música reggae y por el ambiente Caribe. Fuera de eso el otro día leí la nota de La Ronca que hablaba de ello. Hay días de trabajo que son horribles y cuando peor estoy me pongo a pensar que queda un día menos para mi viaje y eso me relaja”.
El caso de Kathya y Germán es el que más denota el estado de euforia que genera su futuro inmediato en un gran destino. Ella cartagenera, él bogotano, están a menos de dos meses de su boda y el entusiasmo es indisimulable, al punto de que han inundado sus perfiles de las redes sociales con imágenes evocadoras de lo que será su luna de miel que iniciará el 15 de julio rumbo al Mediterráneo. Hablamos con la novia: “vamos a hacer un crucero que parte de Barcelona, España, y nos llevará hasta el Bósforo, el lugar donde se unen Asia y Europa, todos los días miramos esas fotos divinas de Estambul pensando que pronto estaremos allá. Estamos de verdad muy felices y creemos que va a ser el gran viaje de nuestra vida”. Desde luego ese álbum de fotografías será digno de verse, les hemos invitado a que lo compartan con los lectores de Caminantes y Caminos.
Íker es corresponsal en Bogotá de una agencia española y ya cuenta las horas para poner rumbo a su tierra, donde ha planeado hacer en una bicicleta los 800 kilómetros del famoso Camino de Santiago, una ruta cultural sin parangón, además de su matiz religioso que ha movido a millones de peregrinos durante siglos. “Sí, la pregunta es correcta, cuando se tiene la certeza de unas vacaciones inminentes todo se lleva bastante mejor. En mi caso además cuenta también que tengo la oportunidad de ver a mis seres queridos pues resido fuera de mi país. Estoy en el proceso de organizar mi viaje, me quiero ir a finales de julio o en la primera semana de agosto, estoy buscando fechas, estudiando itinerarios delante del mapa del Camino, cómo haré las etapas, etc, y viendo tiquetes aquí en la web de ViajaEnGrande que he conocido gracias a la revista, ya he seleccionado tres alternativas de ida y vuelta. Todo es un proceso al que dedico un tiempo cada día que me relaja y me llena de ilusión. Es además con lo que concilio el sueño cada noche, visualizo ese mes que voy a estar allá y me quedo dormido con una sonrisa. Creo que la víspera es la antítesis del día después, lo que se llama como el ‘síndrome postvacacional’, que es casi una depresión. Yo llamaría estos días que estoy viviendo como un periodo de ilusión prevacacional, que es una alegría continua aunque también leí que hay gente a la que la falta de planes lo que le genera es angustia, desde luego no es mi caso”.
No es mala reflexión la de este viajero para conducir su mente hacia pensamientos que generen sensación de placer. Ya lo dice nuestro propio eslogan, placeres por descubrir. Descubra los suyos propios y sea muy feliz en sus próximas vacaciones.