Pocas veces vi en el fútbol profesional a un equipo marcar 4 goles en apenas 12 minutos. Santa Fe lo hizo contra el Deportivo Cali y tras remontar un 2-0 ganó 3-4 en el estadio de Palmaseca. Para el ojo neutral, el partido fue un espectáculo pero para los hinchas del conjunto verdiblanco el domingo resultó ser otra estación del viacrucis.
El árbitro Wilmar Roldán pita e indica que el primer tiempo terminó Cali 2- Santa Fe 0. Después de 45 minutos queda una sensación: ¡hay equipo! El grito del capitán Andrés Pérez en su gol dejó ver una rabia contenida que le dijo al hincha que aún no estaban muertos, que todavía tenían ganas de revertir la situación; penosa situación que muestra a un equipo casi eliminado de la Copa Libertadores. Los jugadores se van al camerino con la frente en alto por la victoria parcial ante el campeón de la Sudamericana. ¡Se viene la debacle!
Alexis García realizó tres cambios en el entretiempo, algo inusual que sucede en casos extremos, y para sorpresa de todos, sus dirigidos al minuto 60 ya habían volteado el marcador. El técnico santafereño metió mano y ganó el partido, fue la figura. Si el resultado hubiese sido adverso ¿qué se diría de García? Sus cambios no influyeron, no supo leer el juego y tantas frases repetidas. Pero ganó, es el héroe y ahora parece tener superpoderes.
Lo que en realidad pasó es que Omar Pérez, Seijas, Sergio Otálvaro y compañía recordaron que llevan más de 10 años jugando fútbol profesional. Se dieron cuenta que al frente tenían a un combo de “peladitos” que apenas cumplen su segundo año, en el mejor de los casos, como profesionales. Fueron al ataque y metieron 4. Sin embargo, en la defensa del Cali no todos eran jóvenes: John Lozano tiene 31 años y Felipe Banguero 27, además de un arquero con 30 julios encima. La edad no oculta las limitaciones, el desorden y, en casos puntuales, la incompetencia de algunos jugadores que visten la camiseta verdiblanca. ¿Vamos a criticar la cantera del Cali? ¡NO! Sería algo realmente injusto pero es necesario ver el recorrido de este plantel y tratar de entender por qué el proyecto de los canteranos se ha desgastado.
Cuando Fernando “Pecoso” Castro llega al Deportivo Cali en enero de 2015, para cumplir su tercer ciclo, en su contrato de dos años le plantean el proyecto 70/30: 70% jugadores de las divisiones inferiores del club y 30% jugadores experimentados (nacionales y extranjeros). Pecoso acepta y arranca el semestre. Después de un empate y dos victorias, en la Fecha 4 Tolima le gana en Ibagué por 4-1. Empiezan los cuestionamientos, las dudas y se desconfía de un plantel joven.
De ahí en adelante el equipo muestra mejoría en su fútbol y su actitud, logrando una seguidilla de triunfos valiosos con el agregado del poderío ofensivo: una delantera letal. El conjunto de Fernando Castro le hace 5 goles a Millonarios, 4 al Cúcuta y al Pasto en condición de visitante, 3 a Junior y Nacional.
Se aproxima la Fecha 13, el Cali viene de ganarle al Pasto y juega en su estadio contra Envigado. Hay optimismo. Resultado final Cali 0- Envigado 2… y el Pecoso estalla. “Hoy les doy la razón a muchas personas que me decían que no era el momento de venir al Deportivo Cali. Me da tristeza y vergüenza con la afición y con los directivos que mi equipo juegue sin alma. Me duele dirigir un equipo que no tenga sangre. Esto tiene que cambiar”, con un rostro agotado dice el Pecoso en conferencia de prensa. Durante esa misma semana Pecoso Castro, junto a Álvaro Martínez presidente del Cali, sale ante los medios de comunicación a decir que sus palabras fueron malinterpretadas. En ese instante Fernando Castro Lozada se está retractando. Punto para las directivas.
Meses después varios jugadores reconocieron que tras esas declaraciones se reunieron con el técnico para decirse “las verdades en la cara”. Andrés Pérez, Ernesto Hernández, Cristian Nasuti y Germán Mera, referentes del equipo, se juntan para hablar con los más jóvenes. Un punto de inflexión. A partir de allí inicia el kinder del Pecoso. Victorias de visitante ante Santa Fe-Once Caldas muestran las intenciones del equipo. Y en la Colombia futbolera empieza a sonar la dupla Preciado-Santos Borré.
En los Cuartos de Final se elimina al Nacional multicampeón de Juan Carlos Osorio. En la semifinal y bajo una tortuosa tanda de penales, el doblegado es Millonarios. Ya en la gran final el Cali le regala un nuevo subcampeonato al Medellín. En el primer torneo de 2015 el Cali no fue una “tromba”. Los muchachos de Pecoso no fueron una máquina, aún así les alcanzó para ganar. Ganaron 13 de los 26 partidos jugados, obteniendo el 58,9% de los puntos.
Si bien la final fue disputada contra un pobrísimo DIM, con Leonel Álvarez en el banquillo, un técnico que no busca atacar aunque su vida dependa de ello, el título del Cali es inobjetable. Los 45 goles a favor revelan la fortaleza del equipo: delanteros. Harold Preciado, Rafael Santos Borré, Miguel Murillo, Mateo Casierra, todos sinónimo de gol, nombres poco conocidos, menores de 23 años. Hasta Andrés Felipe Roa se suma a la lista de goleadores, principalmente por aquel cabezazo que enmudeció al Atanasio. Además, apariciones como la de Kevin Balanta y las buenas presentaciones de Helibelton Palacios indican la curva de crecimiento que tuvo el equipo hacia el final del torneo. Justo campeón.”Los JÓVENES ganan partidos, pero los VETERANOS ganan campeonatos", algunos mandaron a recoger esa frase.
La novena cortó la sequía de 10 años y el Pecoso, tal como lo hizo en 1996, pudo bordar otra estrella en el escudo del club. Desde aquel título de 2005 el Cali estuvo esperando una celebración grande. En el camino llegó la Copa Colombia 2010 pero ese trofeo no alcanzaba. Fernando Castro ya había parado la racha de 22 años sin títulos, ahora le correspondía la de 10. Lo consiguió.
La coronación fue sorpresiva para todos, especialmente para los directivos. Se esperaban frutos del proyecto de canteranos un año después de iniciado el proceso. Fue como ganarse la lotería, algo que puede pasar una vez en la vida. Al Deportivo Cali en Junio de 2015 se le apareció la Virgen. Boleto asegurado a Libertadores, jugadores con una gran valorización en el mercado, el panorama no podría ser mejor. A preparar el siguiente torneo.
¿Qué pasó con el plantel campeón? ¡Nada! Poco a poco lo desarmaron. Frank Fabra se fue para el Medellín, la selección Colombia lo convocó y ahora juega en Boca Juniors. Yerson Candelo fue vendido al Querétaro de México por 3.5 millones de dólares, cifra que alcanzaría para pagarle el salario mínimo a 13 mil trabajadores colombianos. Esto para mostrar solamente el destino de varios jugadores claves en la obtención del título porque otros más también se marcharon. Llegaron “refuerzos” ... ¿alguien recuerda a John Freddy Pérez? Ni los libros de historia lo harán. El futbolista bumangués no se convirtió ni en anécdota.
El segundo semestre de 2015 se perdió. Fracaso total. Y para inicios de 2016 muchos campeones ya se habían despedido. Cristian Nasuti se va, inmerecidamente por la puerta de atrás, a Vélez Sarsfield, Juan David Cabezas a Medellín, Miguel Murillo a Peñarol… arranca el nuevo año y el proyecto 70/30 se mantiene.
No hubo contrataciones de renombre, llegan jugadores desconocidos y la hinchada hace sentir su descontento: la poca asistencia contra Nacional en el partido de SuperLiga es el ejemplo claro. 5 a 0 en el global, trofeo para los de Medellín y adiós a la participación en Copa Sudamericana. Ante el desastre defensivo los directivos salieron en busca de un central y consiguieron a Nicolás Bianchi Arce, jugador fuera de forma. Claramente el Cali contrató lo que sobraba de otros equipos.
Lo que sigue lo conocen todos. Humillaciones en La Paz, en Avellaneda, en Palmaseca. Partidos que se pierden en los últimos minutos. Horrores en la defensa. Jugadores que caminan la cancha. Alexis García haciendo “magia”. Unos hinchas que agotan la paciencia.
Que el club Deportivo Cali tenga como política el trabajo y promoción de sus divisiones inferiores, fuerzas básicas o cantera, demuestra el interés por asegurar un mejor futuro institucional. Lo grave es cuando al club solamente le preocupa ser una vitrina de futbolistas para vender al mejor postor. Si tantas veces el hincha caleño se jactó de tener la mejor cantera del país no hay razón ahora para destruir el trabajo. Pero sí debe preocuparse porque su equipo no sea transformado en una especie de Envigado. Afrontar una competición como la Copa Libertadores con futbolistas inexpertos es un error, hasta el menos conocedor de fútbol lo sabe. El resultado era previsible.
Freddy Montero, Luis Fernando Muriel, Jeison Murillo, jugadores formados en el Cali y que gozan de destacadas participaciones en Europa. Futbolistas que desde siempre se han vendido a buen precio, como Abel Aguilar y Cristian Zapata que emigraron al Udinese de Italia por 2,5 millones de dólares hace ya 10 años. ¿Y qué decir del traspaso de Rafael Santos Borré? El joven de 20 años, vendido al Atlético de Madrid, le dejará al Cali 3,8 millones de euros aproximadamente; cifra comparable con la inversión anual que se hace en uno de los hospitales más importantes de Europa.
No existe alguien que diga “la cantera es un mal negocio”; el error está en mandar a la guerra a futbolistas en etapa formativa. Tras la derrota versus Santa Fe Juan Carlos Conde, asistente técnico, dijo que en Avellaneda fue la primera vez en la historia copera que un equipo alineaba a 4 jugadores de 18 años; ¿es algo rescatable o es una excusa para la derrota? Todo el continente fue testigo de lo que no debe hacer un equipo serio: poner de titular en el Cilindro a un “pelado” como John Lucumí (17 años); para los argentinos el término “cono” le queda pequeño. Y a Juan Andrés Balanta, con todo lo calidoso que es, se debe dejar crecer en su fútbol y físicamente, pues parece un chiquilín sacado de la Sub15. El mejor resultado del Cali en esta Libertadores fue el empate 0-0 contra Boca Juniors, uno de los peores Boca de los últimos tiempos. El club se arriesgó con el proyecto y sus divisiones inferiores fueron expuestas. La cantera del Cali se encuentra desvalorizada.
Tal vez el mayor error del Pecoso Castro fue haber aceptado, para afrontar Copa, jugadores sin jerarquía internacional. Todos, excepto Fabián Sambueza, cumplieron con las expectativas de enero: resultaron ser un fiasco. Fernando Castro no merece irse derrotado, como ídolo del club su despedida debe ser otra. Es más fácil destruir que construir, resulta sencillo señalar que “hace rato plantea mal los partidos”. También es discutible su línea de 3 en medio campo, sus cambios en la zaga defensiva, su devoción por Jhon Lozano, su demora en las modificaciones de los partidos... es reprochable que por sus actos de indisciplina mantenga en la tribuna y no en la raya técnica. ¡SÍ! Todo eso es innegable como innegable es el amor que profesa por el equipo. El Pecoso le devolvió la ilusión a la hinchada.
Quizás el actual presidente ha hecho una buena labor administrativa pero el hincha del común no lo ve. Tampoco es visible la inversión al estadio de Palmaseca. La hinchada quiere que su equipo gane y logre títulos. El hincha quiere portar su camiseta con orgullo, mover las banderas rumbo a la cancha y asegurarse de que su primer amor brindará espectáculo. Las promociones no son las que atraen fanáticos. Al hincha del Cali le gusta el buen fútbol y si su equipo lo demuestra allí estará llenando el estadio sin importar la hora, la distancia ni el precio de las boletas.
¿Qué es un equipo grande? En Colombia parece que Nacional, el equipo de moda, lo es; las divisiones inferiores no son su fuerte pero a veces saca uno que otro talentoso. El cuadro de Medellín compra jugadores, hace una inversión económica y aspira a ganar títulos de forma constante: la inversión es recuperada. Los verdolagas son candidatos a ganar la Libertadores y hoy en día Marlos Moreno, el diamante del Atlético Nacional, vale más que toda la cantera azucarera. ¿Cómo devaluar una joya? Lo está logrando el Deportivo Cali.