En la historia de la humanidad, en todos los tiempos, han surgido personajes que para engañar a los pobres se declaran adalides de sus reivindicaciones, pero que su fin es satisfacer apetitos personales en lo político o economía; o sea que la política la convierten en actuación pública de pasiones privadas. Los casos más protuberantes en los últimos siglos de lo anterior son el de Hitler en Alemania, Mussolini en Italia y desde luego el de los seguidores de engendro marxista-leninista en todas sus denominaciones, para muestra un botón con las elecciones colombianas de este año, donde el discurso engañoso y miserabilista está en primer plano por parte de los candidatos de la denominada izquierda, que se arropan con el remoquete de progresistas o alternativos.
Es indudable que el candidato Gustavo Petro es el aventajado para estas elecciones en el discurso miserabilista, siguiendo al pie de la letra al castrochavismo, que es otro mote con el que se denomina al marxismo leninismo; pues sus promesas se enfocan dentro de un populismo izquierdista, que en la mayoría de los casos es difícil de discernir por la ciudadanía, la cual puede rendirse ante semejante sartal demagógico, olvidando que el desarrollo de las fuerzas productivas es el que determina el progreso social y humano de los pueblos.
Petro habla de expropiaciones al mejor estilo de Hugo Chávez y además menciona la adecuada distribución de la riqueza; sin embargo, si hacemos un simple ejercicio, imaginándonos por un momento que se les confiscara la riqueza a los mayores grupos económicos del país, distribuyendo esa fortuna en 12 millones de hogares colombianos con una suma de dos millones de pesos mensuales, eso no alcanzaría sino para 6 meses. Eso, sin contar con las nefastas implicaciones sociales y económicas que le traería al país, por lo que antes que pensar en disparates se debe fortalecer el aparato productivo nacional. Acá cabe resaltar que en Venezuela lo que el régimen llamaba mejor distribución de la riqueza petrolera trajo mayor corrupción y pobreza, con cerca de 5 millones de refugiados en diferentes países vecinos, los cuales seguramente se incrementarán de una manera desproporcionada con la reelección de Nicolás Maduro en abril.
Se dice que Colombia es el segundo país más desigual de Latinoamérica, asumiendo que eso fuera cierto, no podemos olvidar que Colombia ha tenido que aguantar un conflicto político-militar de 53 años propiciado por el marxismo-leninismo a través de sus grupos terrorista para la toma del poder. Además, no solo hubo cerca de 250 mil muertos y millones de víctimas, sino que ese conflicto le pudo haber costado al Estado y a la sociedad más de 200 mil millones de dólares; recursos que hubieran servido para bajar en un grado superlativo la pobreza, pero de eso no se ha dicho nada y no se mencionó en las negociaciones de La Habana.
Es increíble que el comunismo totalitario o marxismo con su discurso miserabilista siga siendo una amenaza para la humanidad, y particularmente en estas elecciones para Colombia, pues hay que volver a recordar que en el siglo XlX en la primera internacional de los trabajadores, los obreros desenmascararon al señor Karl Marx por sus tesis estatistas, burocráticas y embrutecedoras, ya que quería mediante el estado llevarlos a la esclavitud política, posteriormente en la segunda internacional el marxismo fue ridiculizado y repudiado por ser una doctrina supersticiosa que utilizaba como dogma principal al materialismo histórico, que se convierte en el amuleto con el que los comunistas embaucan a las personas débiles mentales.
Y hace 28 años se cae el muro de Berlín y después se derrumba el comunismo en la URSS con todos sus satélites, eso sucedió en Europa oriental, pero los marxistas aprovechándose del atraso ideológico de los pueblos latinoamericanos y de la poca vocación democrática de las oligarquías nacionales que nunca fueron capaces de confrontar intelectualmente al marxismo-leninismo, montaron el socialismo del siglo XXI al amparo del Foro de São Paulo (fundado en 1990) que se tomó a Venezuela en 1998 con Chávez, demostrándose nuevamente después de casi 20 años el fracaso de la revolución y el socialismo de corte marxista en la nación vecina. Sin embargo, para colmo de males y por increíble que parezca y viendo todas las calamidades que trae el comunismo totalitario, resulta que ahora en Colombia el candidato Gustavo Petro de origen marxista y amiguísimo de Chávez es el favorito de las encuestas, lo que expresa un estado de masoquismo en algunos sectores de la población.
El discurso miserabilista de Gustavo Petro en su aplicación práctica llevaría a Colombia a una situación más calamitosa que la de Venezuela en pocos años, ya que aquí no hay la renta petrolera que ha tenido nuestro vecino y al no haber inversión ni interna ni externa, no nos imaginamos el futuro que le espera a esta adolorida patria, que ha sufrido desde hace décadas los embates del comunismo totalitario desde diferentes flancos.