La campaña electoral en EE. UU. está entrando a una fase decisiva, las encuestas dan al candidato demócrata una ventaja entre 4 y 10 puntos. Si las elecciones fueran hoy, y fueran directas, ganaría Biden. Pero ni son hoy ni son directas. Faltan un poco más de dos meses y el 3 de noviembre no se elegirá presidente sino a los miembros de un Colegio Electoral en el cual no todos los Estados participan proporcionalmente a su población. Por ello un candidato puede ganar el voto popular y perder la presidencia como en las elecciones pasadas cuando Hillary la Clinton obtuvo 3 millones de votos más, pero en el Colegio electoral perdió la votación.
La disputa no es por tener la mayoría de la opinión pública sino por la conquista de los miembros del Colegio Electoral en aquellos Estados o ciudades claves, en las cuales pueda haber delegados indecisos, pues hay bastiones republicanos y demócratas inexpugnables en los cuales cada partido tiene mayoría y quien tiene esa mayoría se queda con todos los delegados. Entonces la campaña se centra en lo que llaman Estados bisagra como Michigan, Florida, Arizona y Wisconsin que pueden inclinar la composición del Colegio. En todos estos Estados la diferencia es muy pequeña, en ninguno pasa Biden del 49 por ciento y Trump llega al 43 por ciento, con cerca de un 8 por ciento de indecisos. Entonces quien gane ese pequeño porcentaje puede ganar las elecciones generales. La campaña focalizada sobre este pequeño sector puede ser decisiva.
Pero para ganar esos pocos votos hay que montar todo un tinglado nacional, gastar millones de dólares en propaganda. Las convenciones son un punto de arranque formal de la campaña que en estos últimos días ha llegado a un grado inusitado de antagonismo. La mayor parte de los medios de comunicación que son de orientación demócrata se centran en los innumerables desaciertos de Trump, pero este es un adversario fuerte que es el dirigente político mundial que tiene más seguidores en Twitter con 52 millones y que se da el lujo de calificar a los medios demócratas de propagadores de noticias falsas.
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La mayoría de los medios de comunicación son de orientación demócrata, y se centran en los desaciertos de Trump, que se da el lujo de calificarlos de propagadores de noticias falsas
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Para atraer votantes cada campaña tiene que fabricar un relato que responda a los temores, esperanzas y valores de los votantes. La posición del partido demócrata se vio reflejada en la Convención realizada a mediados de agosto. Durante cuatro días se repitió decenas de veces las palabras empatía, amor, unidad, generosidad, capacidad de asumir el liderazgo, todas referidas al candidato demócrata Joe Biden, para diferenciarlo de Donald Trump que según los que intervinieron se caracterizaría por todo lo contrario: egoísmo, odio, división e incapacidad de hacerse cargo de la nación. Una prueba de ello sería su incompetencia para hacer frente a la pandemia, atender las necesidades de la población pobre y su estímulo al racismo y la brutalidad policial. Es más una campaña contra Trump, que a favor de Biden que no suscita mayor entusiasmo y al congregar las diversas tendencias del partido bajo la dirección de los sectores más moderados, se encuentran a la defensiva tratando de demostrar que sus propuestas no son socialistas y su énfasis es en la problemática interna más que en la política internacional. Están de acuerdo con enfrentar a China pero critican lo que consideran coqueteos de Trump con Rusia y Corea del Norte. Tienen el problema de que durante la vicepresidencia de Biden, su gestión no fue propiamente pacífica ni social y Obama era llamado el deportador en jefe.
La retórica republicana también es simple: el partido demócrata representa la extrema izquierda, Trump ha sido eficiente en la lucha contra la pandemia y ha cumplido sus promesas, todo estaba funcionando a las mil maravillas, pero el partido comunista chino envío el coronavirus y esta es la causa de la crisis. los demócratas están protagonizando desórdenes y atacando la policía en contra del deseo de la ciudadanía y la voluntad del gobierno de mantener la ley y el orden y un nuevo mandato va a asegurar más empleos que son perdidos por la posición blanda de los demócratas hacia China y la proliferación de inmigrantes.
Los enfrentamientos de la policía con los manifestantes en varias ciudades, el entusiasmo de la base republicana, la renovada esperanza en el sueño americano, el llamado a recuperar los empleos que se han ido al extranjero y el pedido de que regresen los soldados que se han ido al extranjero, son factores que juegan a favor de Trump. Los demócratas quieren restaurar el papel de EE. UU. como líder mundial y tienen una agenda más social. Ninguno puede cumplir las promesas, pues les va a tocas gobernar un país que ya se encuentra en decadencia y aunque el debate incluye alimentar sueños e ilusiones, también alimenta odios y pasiones que presagian tormentas.
