Nació en el mundo de los talabarteros, con un maestro en hacer monturas y riendas para todo tipo de bestias: su papá José Agustín Ojeda. Un mundo reservado para varones, pero donde Milagros Ojeda nunca se sintió extraña. A los 12 años manejaba una Toyota repleta de madera y acompañaba al viejo a la pequeña finca en Tomarrazón, a dos horas de Riohacha, que la familia conserva. La bautizaron Milagros porque fue la última hija de una familia de ocho hermanos varones.
Y Milagros se creció. Se templó en el campo y entre caballos, novillos, trochas y jeeps, un medio donde los hombres mandan y más en La Guajira. A su carácter a la hora de manejar empleados se le sumó a su divorcio que la llevó a enfrentar la vida con sus dos hijas. Le dedica su energía, doce horas del día, a Villa Sofi, la finca que heredó de su padre, donde maneja setenta reses entre las que tiene razas Gyr, Guzerá y toros Simbrah. Ganado doble propósito. Además de criar y levantar novillos, produce leche y queso que se distribuye en muchas tiendas de la Guajira.
Sin proponérselo, y siendo una ganadera pequeña, logró llegar a la Junta directiva de Fedegán que resultó del pasado 23 de noviembre en el 36 Congreso Nacional en Medellín, el primero de la era Duque. Un congreso que contrastó con el ambiente en los tiempos de Santos donde la tensión entre el gobierno y el presidente de Fedegán José Félix Lafaurie era un hecho cierto en el que no había una elemental representación oficial. Esta vez las cosas fueron bien distintas y no solo los instaló el Ministro de Agricultura Andrés Valencia sino que lo clausuró el presidente Iván Duque; una cumbre optimista donde ya empezaba a hablarse del posible regreso del manejo del fondo ganadero a Fedegán, un propósito que vieron en un momento perdido, pero que finalmente se concretó el 5 de enero del 2019.
Junto a Milagros Ojeda llegó también a la junta de 22 hombres la araucana Jenny Caroprese, nieta del ganadero de origen italiano Rafael Caroprese. Ella lo aprendió todo del ganado de la mano de su abuelo y de su papá, quien fue el heredero del Hato Coro-Coro, la finca donde conoció los labores del campo en un hermoso paisaje amenazado desde siempre la violencia. Las amenazas y los riesgos han estado siempre presentes entre los ganaderos de Arauca donde la guerrilla del Eln siempre ha estado presente. A pesar de sus veinte años en Bogotá, donde estudió veterinaria en la Universidad de La Salle, Jenny nunca se desvinculó de su tierra. Se desenvolvía con soltura en el sector gremial con los cual tenía ruta de llegada a la directiva ganadera más asfaltado. Las dos mujeres abrieron camino en un gremio eminentemente masculino y su voz empezó a oírse desde el propio Congreso de Barranquilla.
La cuota femenina, además representativa de dos departamentos olvidados y de ganaderos pequeños y medios que conforman los más de 1000 miembros con los que cuenta Fedegán, en la nueva Junta Directiva que preside Oscar Daza Laverde, puede traer aires de cambios. Milagros Ojeda entró pisando duro. Con el mismo tesón con que ha denunciado, siendo presidente de la Asociación Ganadera de la Guajira, el abigeato —más de 300 reses fueron descuartizadas por desconocidos que se llevan su carne en las haciendas de sus dueños—, el secuestro a principios de enero del ganadero Jason Trujillo o la aftosa que azotó en el segundo semestre del 2018 a Maicao y que obligó a poner en cuarentena a cientos de bovinos. No quiere que su presencia en la junta directiva del mayor gremio ganadero pase sin lograr resolver la urgencia de los ganaderos de Riohacha: contar con una planta de sacrificio en la capital del departamento y no depender de la que existe en Maicao. Coincide su llegada con el premio mayor para el gremio: la administración de los 90 mil millones anuales de recaudo parafiscal a través del Fondo del ganado, con lo cual Fedegán tendrá una situación económica boyante, aunque con la lupa puesta en cada centavo que invierta su presidente José Félix Lafaurie.