Como si la poesía fuera el reflejo de la situación política y social de un país y como si los poetas estuvieran capacitados para reflejar en sus obras el mundo real, Antonio Machado logró captar en un corto poema de ocho estrofas la España del momento. Y dice así:
“Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Y son tan vigentes aquellas estrofas que suenan lejanas, que grandes como Serrat o el gran dueño de las palabras desafinadas Joaquín Sabina le han dado bellas interpretaciones musicales y aun hoy se siente la existencia de esas dos Españas, una con ganas de avanzar al mundo moderno y la otra encerrada en su mundo cristiano cargado de moralidad y buenas costumbres.
Y lo mismo puede aplicarse a gran cantidad de países y sociedades que se debaten, ya sea a bala o con votos, entre una y otra variante. La Inglaterra de hoy en día viene siendo un ejemplo claro de esto.
¿Y Colombia?
No creo que haya dos Colombias, una arcaica y metida en el pasado violento y otra que nos esté llevando a un nuevo mundo de paz y modernidad. La gigantesca mayoría de los colombianos somos o nos creemos ciudadanos decimonónicos en el actuar y el pensar, con nuestro tinte característico del usted no sabe quién soy yo y siempre miramos feo lo que choca con nuestras percepciones que decimos son liberales y siempre votamos por lo mismo.
Son otras dos Colombias las que yo veo. Una, la que casi todos conocemos y en la que vivimos, sometida a un estado de derecho muy endeble, corrupto y sucio, con derechos sociales plenos limitados a una reducida parte de la población y en donde la gran mayoría somos clasistas, racistas y homofóbicos. Tenemos libertad de expresión y cada cual lucha por sus medios para salir adelante y el Estado como tal no es más que una masa amorfa que genera miles de millones para quien sepa lucrarse de ella y que está liderada por grupos como Cambio Radical, la U y los dos partidos de siempre.
Y la otra Colombia, que en gran medida desconocemos y que son grandes territorios sometidos a la presión de quien tiene más dinero y más armamento, circundado por el terror que causa el narcotráfico y en donde las bandas criminales (de donde las Farc son una más) están siempre presentes con el inquietante auspicio y colaboración (imagino que interesada) de los gobernantes locales que, oh sorpresa, pertenecen y son de grupos como Cambio Radical, la U y los dos partidos de siempre.
Mi gran duda es : ¿el votarle Sí a la paz
cambia en algo el dibujo maltrecho
que aquí he hecho de nuestro país?
Dos pedazos de país diferentes, el uno en una relativa y sana paz y el otro en la barbarie de la guerra, y ambos ligados por un mutuo cordón umbilical de Cambio Radical, la U y los dos partidos de siempre.
Votaremos por la paz, ¿cómo seremos tan salvajes para votarle no a la paz?, pero mi gran duda persiste. ¿El votarle sí a la paz cambia en algo el dibujo maltrecho que aquí he hecho de nuestro país?
Una de las dos Colombias nos tiene helado el corazón y con Timoshenko recibiendo 29 millones al mes al lado de los Lara y los Galanes y demás grupillos como Cambio Radical, la U y los dos partidos de siempre no se ve que el panorama pueda cambiar.
Bueno, en toda tormenta siempre aparecen aires buenos, y en este caso lo bonito está en que si las Farc terminan con su activismo armado, Colombia al fin se puede librar de la retahíla sin sentido de Uribe y sus amigos.
Y hablando de…
Y hablando de sin sentidos, horroriza por decir lo menos la facilidad con la que uno o varios dementes se acercan a un lugar lleno de gente y sin compasión comienzan a disparar con la única misión de llegar rapidito al cielo.