Oyendo las noticias, escucho las quejas de algunos trabajadores de la salud a cerca de la discriminación que sufren por parte de los transportadores al no permitirles subir a los vehículos (taxis y buses) para dirigirse a sus casas cuando salen del turno en las clínicas donde laboran. Con todo el respeto, considero que este tema es más profundo de lo que se está mirando y tiene otras implicaciones mucho más graves:
1. Transportadores: aducen que no van a montar en sus vehículos a unas personas que visten con ropa que seguramente está contaminada. Ante esa afirmación, yo le pregunto a cualquiera de quienes leen estas líneas: ¿si usted fuera conductor de un taxi, dejaría que una persona con ropa, posiblemente contaminada del virus, se subiera a su vehículo, poniéndolo en riesgo a usted a su familia y a los demás usuarios?, ¿si usted como usuario ve bajarse del taxi a una persona que llega a su casa con el uniforme de la salud, se montaría en el mismo taxi una vez quede desocupado?
2. Trabajadores de la salud: deben trabajar largas jornadas exponiendo sus vidas y luego, al salir extenuados a sus casas, lo hacen con la misma ropa con la que laboran, exponiendo a todos los que se cruzan en su camino y a su propia familia a contraer el virus.
3. Familias: esperan con admiración, ansiedad, amor y con preocupación a quien ha estado por horas laborando para salvar vidas. Cuando llega a su casa no pueden abrazarlo porque el riesgo de contraer ellos el virus que pueda traer en su ropa, sus manos o en su cabello, es muy alto. Luego viene la limpieza de la ropa, probablemente contaminada, lo cual implica también un riesgo altísimo para esa familia.
En esta ecuación todos tienen razón. Sin embargo, hay un elemento que pasa agachado y que se vuelve invisible para no asumir una tarea que solucionaría en gran parte este drama humano, que se adiciona a la pandemia y es la entidad para la cual ellos laboran:
1. La clínica, el laboratorio o el hospital deben habilitar una zona especial para el lavado y esterilización de la ropa de trabajo que utilizan sus empleados, llámense médicos, enfermeras, técnicos, auxiliares, bacteriólogos, anestesiólogos, recepcionistas, radiólogos, aseadores, vigilantes, camilleros, conductores de ambulancias, técnicos de mantenimiento, etc. De tal suerte que ellos, al terminar su turno, dejen su dotación en la entidad y no los lleven a sus casas y al regresar al turno, se la devuelvan nueva o estrictamente esterilizada.
2. Las entidades deben proporcionarles el transporte a sus casas de ida y regreso, en vehículos que garanticen un ambiente libre de infecciones.
3. Los centros de salud deben suministrarles, por su cuenta, la alimentación y el tratamiento médico preventivo que ellos requieren. ¡¿Que nunca se ha hecho?! Pues hay que empezar a hacerlo, porque entonces se está haciendo mal. ¿Que los grandes hospitales no pueden hacerlo por el volumen de personas que manejan? Eso es como decir que por su tamaño un tren debe andar lento y no es así, pues su motor debe ser acorde con su tamaño.,. Grandes instituciones deben tener infraestructuras adecuadas a su tamaño
Todo lo anterior sin mencionar el pago justo para quienes están dejando la piel en la cancha para solucionar aun a costa de su propia vida y de la vida de su propia familia, una tragedia que ellos no ocasionaron pero que deben resolver.
En este momento todos debemos poner algo.
