Eran las ocho de la mañana de un domingo de visitas en la cárcel de Villahermosa. Desde muy temprano había mujeres y niños haciendo una larga fila para celebrar el día del Niño en compañía de los internos. La expectativa y ansiedad, que se podía percibir en los rostros de las madres, esposas e hijos, era cada vez más grande y para los vendedores esta fecha especial significaba más trabajo y mejores ingresos económicos.
Laura Castillo, comerciante ambulante, comentó que, “este domingo no es un domingo cualquiera. Yo, en días como estos, llego a las 2:00 de la mañana para organizar mi banca y exhibir las chanclas que alquilo por $2.000 para que puedan ingresar las madres, esposas, o hijas de los reclusos, pero también guardo objetos como bolsos, cascos, en mi carrito móvil”.
Dentro de la cárcel, al pasar los filtros de seguridad del patio número cuatro, me llama la atención observar que las paredes no están pintadas. Además, por las ventanas cuelgan la ropa para que se pueda secar. Sin embargo, los internos han trabajo en manualidades para conseguir recursos económicos y decorar ellos mismos el patio con bombas colgadas de un alambre. A su vez pintaron sus rostros y los de sus hijos con pintucaritas y ofrecieron dulces a todas las personas que se encontraban en aquella celebración especial.
Resaltaba la unidad entre los internos por atender lo mejor posible a sus familias y las de sus compañeros, además ellos elaboraron carteleras con mensajes de reflexión que decían: “Enséñale valores de respeto, tolerancia, lealtad a los niños para que mañana sean hombres y mujeres de éxito”.
A la entrada del patio número siete, me sorprendió ver que el guardia tenía en sus manos una bebida energizante de marca, mientras que el guardia del patio cuatro tenía gaseosa en un recipiente desechable, pero este es uno de los pequeños detalles con los que me encuentra al ingresar, en este patio están los reclusos que han cometido desfalco en las empresas.
Es sorprendente apreciar este patio, tiene las paredes pintadas, su piso está limpio y no tiene montañas, no se ve ropa colgando por las ventanas, tiene un salón para jugar billar o sapo, hay una biblioteca y un gimnasio, los internos de este patio toman jugo del Valle o bebidas energizantes, le ofrecen a sus familias paquetes de papas, en cuanto a la celebración para sus hijos habían alquilado un brinca brinca, y contrataron animadores.
Al finalizar la mañana, la una integrante del Inpec, encargada de la seguridad dentro de la institución, expresa a todas las personas que participaron de la celebración, “gracias por ser parte de la actividad el día de hoy, en este lugar ustedes han comprobado que en los patios se pueden ver las diferencias económicas, pero hoy ese tema quedó atrás por unos momentos y se transformó en una mañana de diversión en compañía de los internos y sus familias”.
Es mediodía, nuevamente estoy en la puerta principal, lista para pisar la calle transversal 25, la libertad que muchos internos no pueden disfrutar, ahora con una perspectiva diferente de la cárcel, porque no se imagina que el dinero también es importante para dar comodidad en un una celda y por todos los protocolos que se deben pasara para lograr ver a un ser querido.