Si una persona viola a otra creería que es muy claro obtener tres conclusiones:
La primera y elemental. El violador es culpable de un delito y ya podrán existir mil elementos para atenuar o aumentar su pena pero, debe quedar claro en una sociedad que el violador (y sus cómplices, obvio) es el único y principal culpable.
Otra cosa es que la justicia colombiana que dicen que cojea y nunca llega, amparada por mil elementos sin sentido (que el violador carece de antecedentes penales o no representa riesgo para la sociedad, por ejemplo) deje al delincuente de patitas en la calle y aquí apaguemos que no ha ocurrido nada. El juicio tal vez llegue en veinte años.
La segunda conclusión es que, además del agresor, pueda haber alguien culpable, jamás de violación, pero sí de desidia.
Tal es el caso de las autoridades policiales o sanitarias que han sido alertadas de lo que pueda ocurrir o ha ocurrido y como es de esperar, no acuden.
Extraña y alarma que aún se oigan frases en tono bajo
que afirman que eso sí que es dar papaya,
que cómo andar a esas horas con esas pintas tan insinuantes
Y la tercera conclusión es clara y tajante. Jamás de los jamases la persona violada es culpable de algo y extraña y alarma que aun se oigan frases en tono bajo que afirman que eso sí que es dar papaya, que cómo se le ocurre andar a esas horas con esas pintas tan insinuantes y demás trinos de ese talante.
Por lo anterior, resulta alucinante y tristemente alarmante que desde un organismo oficial y con el ánimo de salvar el propio pellejo gracias a la desidia en la no oportuna o simplemente falta de atención de la víctima, se la ponga a ésta como la principal y única culpable de su desastre.
Y se dice y debería repetirse en voz alta ocho mil veces: No. El culpable no es otro diferente al violador asesino, cargando con algo las autoridades que hacen caso omiso al grito de auxilio, pero jamás el culpable es la víctima.
Las cosas deben ser claras.
Y hablando de…
Y hablando de cosas claras, me llama la atención uno de los últimos tuits del presidente Santos, cuando de forma enfática señala: “Apoyamos los medicamentos genéricos pero entendemos la importancia de proteger las patentes. Somos respetuosos de la propiedad intelectual.”.
Sin palabras señor presidente, más claro oscuro no pudo ser.