Tras la caída de la ceiba monumental en su plaza central y la ruina de la casa de monseñor Ismael Perdomo Borrero -arzobispo de Bogotá-; el templo religioso de este municipio (declarado patrimonio nacional), también amenaza con derrumbarse:
El día 9 de julio, hace una semana, también falleció el poeta por antonomasia de Gigante, Huila, don Armando Cerón Castillo, cuyos profundos y audaces sonetos, constituyen la verdadera ceiba que subsistirá ad aeternitatem.
Su obra póstuma se imprimía en Cali, Valle del Cauca, a falta de impresores que cobren lo justo en el Huila, mientras el notable aedo moría en el Hospital Hernando Moncaleano de Neiva (su deceso, confuso, después de ingresar por una fractura ósea en una pierna, no tuvo nada que envidiarle a las muertes trágicas de Baudelaire, Bukowski o Rimbaud; la familia demandará al hospital por haber dado un diagnóstico de covid, evitando protocolos ante una complicación gastrointestinal y cobrando un infarto la vida del artista entre tal vez un exceso de calmantes). Descargue la obra póstuma de Cerón sin ningún costo: Carátula y Contenido
Gigante, Huila, tierra de connotadas inteligencias y sensibilidades como la de Joaquín García Borrero (historiador, ingeniero, poeta anarquista, senador y primer gobernador liberal del Huila); la de Ricardo Borrero Álvarez (el notable pintor de la Sabana); la de Clotilde García de Ucrós (primera feminista que propuso el derecho al voto en Colombia aunque se lo negaron, pero logró la ley 28 de 1932), Francisco Eustaquio Álvarez (el abogado más importante del Siglo XIX); la de César García Álvarez (ministro de Obras Públicas de Alfonso López Pumarejo); parece impasible ante la muerte de su máximo poeta en toda su historia. Ninguno de estos seres notables tiene una placa deleznable o un busto en el pueblo que recuerde su existencia, excepto el célebre arzobispo. Llamado al actual alcalde.
Antonio Gala, dramaturgo, novelista y aedo cordobés, decía en 13 Noches, que ser poeta es una especie de maldición bendita -¿o bendición maldita?- donde el vate debe vivirlo todo, sufrirlo todo, para escribirlo todo. ¿Qué será eso que hace que la poesía no se encuentre en el hábito de escribir, en los talleres de escritura, en las aulas de clases de literatura, en el sumergirse en los excesos o en colgarse como dice Armando, «de los cables de alta tensión de los nervios»?
Borges lo dijo así en su poema “El cómplice”:
Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.
Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.
Me engañan y yo debo ser la mentira.
Me incendian y yo debo ser el infierno.
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
No importa mi ventura o mi desventura.
Soy el poeta
El poeta Armando Cerón Castillo, el séptimo de la generación de Los Papelípolas, nació el 31 de enero de 1937 en Gigante. Fue un músico de la palabra; un connotado bebedor de imágenes hermosas que ha sabido como dijo Tagore, reflejar en ellas la melodía del Universo. Su poesía a medida que maduraba, se despojaba de la retórica, de los artificios literarios, de las metáforas, metonimias y antinomias, decantándose hacia imágenes sencillas pero de gran belleza. Algo muy propio de los primeros vates que absorbió en su niñez y juventud: los poetas parnasianos (la belleza por la belleza, el arte por el arte y la hermosura sobre el símbolo). El compendio final de su obra donde la limpidez del verso logra «dibujar su música en el agua» (palabras de Armando) se llamó por ese motivo Los Imagos.
El imago es el último estadio del desarrollo de las mariposas, de las libélulas y de todos esos seres que fascinaron a Armando desde la niñez. A partir de la sugerente ninfa o de la pupa, aparece «el estadio imaginal» como un estado de transmutación donde los insectos se parecen a los ángeles al brotarles sus alas y separarse con ellas de las dehesas del mundo, entrando así a un universo mágico de flores, donde se bebe la geometría del agua en surtidores de luz, embriagándose con el polen y comulgando alegremente con la libertad del viento.
Imago no solo es la madurez del insecto; también viene del latín «imagen». Desde de la Antigua Roma era el término que designaba aquella máscara de cera con que aparecían ante el Forum Romanum los muertos, y por esa máscara, Imago es «la imagen del otro» que guarda el inconsciente para Carl Gustav Jung.
Aquí comparto con los lectores, los versos, imágenes o «imagos» con los que crecí… aquellas hadas, ninfas, mariposas y libélulas que salieron de una vetusta máquina de escribir Hermes con la que Armando ha creado belleza desde hace tal vez 50 o 60 años, bajo la premisa laboriosa de «seleccionar, pulir y siempre sobra / y volver a escribir, y siempre falta».
El Pital ya envió sus decretos de honores por el fallecimiento de Armando. Están en mora de hacerlo Gigante, Huila, Neiva, Huila y su Departamento, así como la Nación. El exembajador de Francia en Colombia, Daniel Parfait ha manifestado sus condolencias por la muerte de Armando Cerón. También la marquesa de la Vega de Armijo, doña Blanca Rosa de Aguilar Poyatos:
Que vengan mejores tiempos para los giganteños. Hacer los bustos, reparar el templo, resembrar la ceiba, leer la obra más allá del decreto de honores, es compromiso de todos.