No importa el lugar del mundo en el que estés, entrar a Zara es como estar en una ‘república independiente’. El más grande que he visto está en Shanghái. Sus empleadas tienen el mismo aire distante que ha caracterizado a uno de los almacenes más innovadores y también más criticados del mundo de la moda.
Muchos consideran a Zara como el McDonald’s de la ropa ya que, desde sus inicios, le apostaron a tener las últimas tendencias a la mayor velocidad posible. Zara fue el primer puntal para que su creador, Amancio Ortega, pudiera levantar un imperio llamado Inditex que comprende almacenes populares como Pull & Bear, Bershka, Lefties, Massimo Dutti y Stradivarius.
Los ecologistas han criticado el imperio del dueño de Zara y su concepto de la moda. Al apostarte al fast fashion, sus tejidos no son, según sus detractores, de la mejor calidad, lo que hace que cientos de miles de toneladas de sus diseños terminen en el mar.
Esto, a sus 88 años, poco y nada le importa al magnate que suma una fortuna calculada, según Forbes, en 75 mil millones de euros. Lejos de pensar en su retiro, su imperio se expande con la ferocidad de un incendio.
La semana pasada le compró a Walmart un edificio de 31.600 metros cuadrados en las afueras de Los Ángeles por valor de 109 millones de dólares. Sí, a sus 88 años, está lejos de pensar en retirarse. La expansión no sólo comprende uno de los centros neurálgicos de los negocios en EE. UU., sino que fue por un edificio en Róterdam por el que desembolsó 105 millones de dólares, y otro en Londres que perteneció en su momento a la BBC. Bastante agua ha pasado por el molino desde que Ortega irrumpió en España.
Justo cuando en Melilla, norte de África, dos generales se rebelaron ante la República española, Emilio Mola y Francisco Franco, a comienzos de 1936 y se inició la Guerra Civil, nació Amancio Ortega. A los 14 años, estaba trabajando en una tienda de ropa en La Coruña como mensajero y a los 28 años, en 1963, se casó con Rosalía Mera con quien fundó su primera tienda llamada Zorba en 1975, el mismo año que murió el generalísimo. La idea de abrir un almacén con el concepto de ropa de diseñador fue de su primera esposa, Rosalía. Le pusieron Zorba porque adoraban la película Zorba el Griego, protagonizada por Anthony Quinn, pero se les adelantó una cadena de restaurantes que puso el mismo nombre, así que optaron por Zara.
El ascenso fue demoledor, indetenible. En los ochenta llegó su gran revolución al perfeccionar lo que él llamaba ‘la moda instantánea’, concepto que suponía cambiar las colecciones de Zara cada semana en lugar de cada tres meses (como lo hacían usualmente otros minoristas), lo que a su vez hacía que la variedad de piezas fuera prácticamente infinita e invitaba a los consumidores a adquirir mucho más en un lapso corto de tiempo.
En 1989 abrieron la primera tienda fuera de España que fue en Portugal y desde finales de ese siglo están en todo el mundo. A Colombia llegaron en 2012 y causó un suceso inusitado. Si algo define a Amancio Ortega es la austeridad. Aunque está en la lista de Forbes como uno de los cinco hombres más ricos del mundo, con una fortuna de 75 mil millones de dólares, lleva una vida de ermitaño, se ha casado dos veces y trata de estar concentrado en su empresa. Dicen que los almacenes Zara se parecen a él, austeros, secos, como el mismo logo.
Zara hace (produce, fabrica, comercializa?) cerca de 450 millones de artículos al año lo que le ha generado el cuestionamiento de ecologistas. En 2010, abrieron su tienda on line, pero es la presencia física de estos almacenes alrededor del mundo, lo que ha impuesto una tendencia. La rapidez de Zara es impresionante ya que necesita sólo una semana para aprobar un producto. Las críticas a Zara no se detienen ahí porque sus detractores afirman que para ser empleado de Zara se necesita tener un cuerpo esbelto y tener unos cánones de belleza establecidos.
Ortega, enemigo de gastar plata en publicidad, cree que sus almacenes deben hablar por sí mismos y por eso, las paredes blancas, los amplios espacios deben estar acompasados de un personal que responda a esos espacios. Algunas colecciones además han sido juzgadas de antisemitas como esta camisa que recuerda a lo que usaban los judíos en los campos de concentración nazis:
Inmune a las críticas Amancio Ortega sigue decidido a ser el gran emperador de la moda.