Han corrido treinta y nueve años, de cuando Guy Laliberté, un tragafuegos y acordeonista canadiense del suburbio de Baie-Saint-Paul, en Quebec, reunió un grupo de acróbatas y zanqueros ambulantes, quienes bajo el nombre de Le Club de Talons Hauts (El Club de los Tacos Altos), sembraron el semillero del Cirque du Soleil, Circo del Sol, inspirado en la energía y vitalidad del astro rey.
El elenco de calle, que luego fue contratado por la administración local para celebrar su fecha fundacional, agregó a sus números de zancos, botafuegos, malabares y acrobacias, decorados, bufones, música y baile, puesta en escena cautivadora que fue creciendo y traspasando fronteras, como sucedió en su primera gira por Estados Unidos, hasta lograr con el paso del tiempo el estatus y la consolidación como el espectáculo más revolucionario y sorprendente del mundo.
Espectáculos
Próximos a cumplir cuarenta años, el Circo del Sol, o la fabulosa «carpa de los siete mares», como algunos la han tildado, ha recorrido a sus anchas el hemisferio, dejando en todos y cada uno de sus espectáculos la poderosa impronta que los identifica y diferencia de otros colectivos circenses: emoción, originalidad y excelencia.
Desde Beatles Love, su primer espectáculo oficial, pasando por Saltimbanco, Michael Jackson ONE, Quidam, Varekai, Mystere, O, Mad Apple, Kà, Corteo, Amaluna, hasta Bazzar, el más reciente, que por estos días se presenta en Bogotá en predios de Salitre Mágico, el Circo del Sol funciona en lo artístico y en lo técnico, con el ajuste, la pericia y la exactitud de un mecanismo de relojería.
De eso da fe el señor Frank Hanselman, actual director del tour del Circo del Sol para Latinoamérica, que viene de cumplir gira por Chile, y que desde la última semana de marzo se encuentra a Bogotá con Bazzar, retorno al origen.
Cuando se habla del funcionamiento integral similar a un engranaje de relojería, se remite a la exigencia y la precisión como principio fundamental de la compañía, para que una puesta en escena, de más de dos horas de duración, mantenga en vilo a 2.600 espectadores, cifra tope del aforo.
El tiempo es oro en el Circo del Sol. Lo confirma el señor Hanselman, cuando subraya que además de la virtud y la experiencia de los artistas, y de un trabajo al límite de concentración, entrenamiento y compromiso, y de la arraigada concepción interdisciplinar, basada en que todos, en conjunto, trabajan para un mismo fin, se puede lograr una presentación impecable.
A toda marcha
Bajo la carpa, el tiempo corre y se mide milimétrico hasta para realizar una entrevista. El día que comparecimos al terreno, sorteando una lluvia pertinaz, un asesor ejecutivo brasileño, ojo avizor a su reloj, estipuló que solo tenía veinte minutos de entrevista con mister Hanselman.
A su vez, un auxiliar de comunicaciones, averiguó cuántas preguntas había traído (como si se tratara de una encuesta del DANE), y qué temas iba a tratar con su superior. Me sentí intimidado ante ese protocolo de oficina de inmigración. Asesor y comunicador custodiaron todo el tiempo la conversación. El brasileño, atento a su cronómetro, como un inspector de marcas atléticas.
Al ingresar a la carpa, un grupo de artistas en trusa, hombres y mujeres, ensayaban una clase de salsa con el Acuyeyé, versión Johnny Pacheco. Me pareció estupendo el entremés de calentamiento con el ritmo latino, y pretendí tomar un par de fotos, pero el funcionario carioca, de mirada grave, inquisitiva, no lo permitió.
Por fortuna tuve suerte con la simpatía, la frescura y el español ducho del señor Hanselman, para aprovechar al máximo y por competencia inédita, los veinte minutos programados.
Relató el manager canadiense que la gira de Bazzar inició en 2019 en India y Medio Oriente, y que la propuesta en escena es un homenaje a la génesis del Circo del Sol. Una evocación de la época en que sus integrantes en formación, se propusieron, contra todo pronóstico, instaurar una permanente «fábrica de sueños».
Bazzar, en síntesis, según Frank Hanselman, es la retroalimentación en escena de casi cuarenta años de trabajo, desde que los iniciados irrumpieron en la palestra con sus acrobacias y malabares, sus pulsos de tensión y de equilibrio, la fuerza y la magia del músculo a contracorriente de la ley de gravedad, y para deleite de los niños (y de los adultos), el desenfado y la fanfarronería de los bufones.
Voltaje y adrenalina
Bazzar, como su nombre lo indica -explicó Hanselman-, significa variedad. Y, en ese orden, una secuencia de números que conectan con el espíritu y la perplejidad del público, como en 'La mujer flotante', que es una increíble prueba de equilibrio, próxima a la levitación, igual que Mallakhamb, deporte tradicional indio de pulsiones y posturas aéreas derivadas del yoga.
Música electrizante, derroche de luz y color, un vestuario de película, y la inagotable y contagiosa energía de los protagonistas en disciplinas de alto rendimiento como trapecio, zancos, bicicleta acrobática, patines, cuerda aérea, contorsión, stackline (línea de pila o cuerda floja), teeterboard (balanceo), entre otros atractivos de impacto, hacen de Bazzar, bajo una carpa Big top de 20 metros de alto por 50 metros de diámetro, sostenida por poderosos mástiles, un estallido del arte, un viaje alucinante con los vuelos de la creación y la imaginación.
-Señor Hanselman, ¿cómo es la vida itinerante bajo carpa?
«Es algo muy gratificante, porque asumimos por cotidianidad el trabajo con la familia del circo, su magia, la razón esencial de nuestro cometido al despertar la emoción del público, provocar la sonrisa y el entusiasmo del niño, y el aplauso del adulto, que es lo que nos llena y nos anima todos los días a seguir creciendo con nuestro espectáculo».
-¿Cuál es el credo que rige los derroteros de la compañía Cirque du Soleil?
«Dedicación, persistencia, disciplina, la mentalidad de nunca rendirse, como motor. El gran sueño de un artista es llegar a trabajar en el Circo del Sol. Por eso contamos con los mejores talentos del mundo, consagrados profesionales de distintas disciplinas gimnásticas».
-Debe ser un reto mayor pertenecer al Circo del Sol. ¿Qué punto alcanza el nivel de exigencia?
«La mayoría, hombres y mujeres, han sido campeones de gimnasia a nivel mundial. Pero también tenemos plataformas de convocatoria donde recibimos historial y vídeos de los interesados».
-¿Cuántos años tiene el artista más joven, y cuántos el más mayor?
«El más joven tiene veinte años y es un acróbata de Kazajistán. El mayor, sesenta años, es un clown australiano».
Trasladarse de un país a otro, cruzando mares, valles, carreteras y montañas, debe ser también una aventura cinematográfica.
«Por supuesto, sobre todo en alta mar y en carretera. Esta vez llegamos de Chile a Bogotá en buque de carga, por la ruta del Pacífico, con ochenta contenedores. Del puerto a Bogotá, el traslado en camiones».
-¿Cuánto personal a bordo?
«Ochenta personas entre artistas, personal administrativo, técnicos (carpinteros, electricistas, utileros, tramoyistas, luminotécnicos, vestuaristas, carpa, terreno, cocina, mantenimiento, etc). En escena, treinta y cuatro artistas de veintiocho nacionalidades».
-¿Algún colombiano o colombiana en el elenco?
«No, por el momento. El más cercano a Colombia, un venezolano»
-¿En temporada, el personal artístico vive concentrado todo el tiempo en carpa?
«Los artistas pueden salir dos días a la semana para conocer el lugar donde se encuentran, ir de compras, etc. Trabajan cinco días a la semana. A partir de la una de la tarde: calentamiento, ensayo, maquillaje».
¿Cuentan con personal médico y paramédico en caso de emergencia?
«Claro que sí, es una de nuestras prioridades. Y no solo para casos emergentes sino por la rutina diaria de observación, prevención y entrenamiento: fisioterapeutas, masajistas, médicos deportólogos»
-Cuál es el tiempo promedio por temporada?
«Entre dos y tres meses. Mínimo cuatro funciones semanales».
-¿Llevan alguna dieta especial?
«El circo viene con su propio departamento de cocina. De modo que hay variedad de platos para todos los gustos y nacionalidades. Los artistas consumen mucha comida rica en calorías y proteína, por el exceso de energía que derrochan en carpa».
-¿Y qué le apetece a usted, señor Hanselman?
«La comida tailandesa y la mexicana».
-¿Algo de comida colombiana?
«Me gustan mucho las empanadas».
-¿De pollo, de carne, con arroz y fideos, o combinadas?
«De carne finita».
-En sus correrías por el mundo con el Circo del Sol, ¿qué públicos recuerda como los más emotivos?
«Los de Brasil y Bogotá».
-¿Cuantas veces han venido a Bogotá?
«Con la actual temporada, ya son siete veces».
-¿Y después de Bogotá?
«Buenos Aires».
El asesor brasileño me hace la seña de que se han cumplido los veinte minutos de entrevista. Freno en seco. Son las cinco en punto de la tarde y me despido con un estrechón de manos del espigado y risueño señor Hanselman. De retorno a la puerta de salida, observo que ya se han ido los artistas que ensayaban sus pasos de salsa. Afuera cae tremendo chaparrón, y malayo que olvidé mi sombrilla en el taxi.