“Nuestros héroes”, es la frasecita con que, al utilizarla sutil y reiteradamente, engañan a los uniformados ingenuos – y a los retirados – para someterlos a una causa política que les hacen creer que los representa, haciéndolos “suyos”.
Los integrantes de las Fuerzas Militares y de Policía – y los retirados – pierden, con palmaditas en la espalda, la noción que pertenecen a toda la nación. No son de nadie, menos de los que creen que son de “ellos”. Son instituciones de TODOS los colombianos y no son “héroes” tampoco. Es apenas una lambonería interesada.
El heroísmo, la valentía, es una virtud individual, es personal. Es la sublimidad que inspiran los altos pensamientos, es la manera propia de obrar con grandeza de alma. Sólo es héroe quien ejecuta acciones superiores dignas de admiración y de respeto.
Pero los uribistas, para poder usar a los militares y policías retirados como carne de cañón, los elevaron a la condición de “héroes”, y se la creyeron.
Esos jefes políticos que nunca permitieron que sus hijos ingresaran a las instituciones armadas porque las consideraban de baja calidad social y académica, les coartaron la dignidad a quienes sí lo lograron y los bautizaron como supuestos “héroes” para someterlos a su servicio. Y lo lograron.
No son “héroes” quienes cometieron crímenes de lesa humanidad durante el conflicto armado, ni los que construyeron la escalofriante historia – entre 2002 y 2008 – de las 6.402 víctimas reseñadas por la JEP de los llamados «falsos positivos», para recibir a cambio recompensas monetarias, ascensos, viajes o premios de otro tipo (Auto 033 de 2021).
Tampoco cabe en cabeza de nadie considerar “héroes” a quienes desaparecieron a cientos de civiles que salieron con vida durante la retoma del Palacio de Justicia en 1985. Y así, hay infinidad de casos de narcotráfico y otros delitos individualmente cometidos por militares y policías.
Estos, sólo son “nuestros héroes” para “ellos”, para los que los siguen usando a los retirados con la ilusión de volverlos jefes paramilitares en algún momento.
Y es tal el sometimiento que les inspiran y la irresponsabilidad de los politiqueros, que también lograron que el coronel retirado John Marulanda saliera a cometer un presunto delito convocando a la “defenestración” del actual presidente, a destruir la democracia colombiana, emocionado con los discursos del día anterior en la plaza de Bolívar por parte de los politiqueros que usaron a los policías y militares retirados.
Quienes lo incitaron, hoy se quedaron calladitos, porque la responsabilidad penal también es individual. Lo dejaron solo, como es la costumbre en aquel grupo político.
Yo soy un oficial del Ejército, también retirado, pero por respeto a la Institución, mantengo mi dignidad, y por eso, no me dejo utilizar, y eso no quiere decir que sea comunista, o guerrillero, o castrochavista, o… algo de ese lenguaje que les embuten a los ignorantes y que como loros le repiten al que afortunadamente no es uribista.
Lo que dijo el señor Marulanda no es una simple polémica, es un delito, es el resultado de una manipulación coordinada en contra del presidente Petro, comandante en jefe de las Fuerzas Militares y de Policía: “Aquí vamos a tratar de hacer lo mejor por defenestrar a un tipo que fue guerrillero”, expresó el coronel, con lo que, de paso, deshonró a toda la institución a la cual perteneció, porque la tradición democrática de las fuerzas jamás debe ponerse en duda.
Menos mal que el general Guillermo León León, excomandante de la Fuerza Aérea Colombiana y actual presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares, Acore, les salió al camino: “Nuestra agremiación es totalmente institucional, creemos en la democracia, creemos en las instituciones y nuestro pensamiento está ceñido a la Constitución y la Ley”.
El general (r) León añadió otros puntos de reflexión para el análisis nacional: “las reformas que están en el Congreso están ajustadas a lo que el país necesita. Estamos pidiendo que en el marco de la democracia y la institucionalidad se escuchen todas las voces del país y se llegue a soluciones o alternativas que tengan como propósito mejorar la calidad de vida de los colombianos y su bienestar”.
Es más, notemos que el nuevo escándalo encaja perfectamente con la pregunta motivada políticamente que le hizo el supuesto periodista Gustavo Gómez, de Caracol Noticias, al nuevo director de la Policía, general Salamanca, el día de su posesión: ¿Ha logrado que el presidente Petro quiera un poquito más a “nuestra” Policía?, dando por sentado que Petro odia a la Institución.
Esta coordinación de actitudes demuestra que la metida de patas de Marulanda no es una posición individual; es algo orquestado, pretendiendo desestabilizar el normal funcionamiento del Estado colombiano.
La respuesta del general Salamanca, afortunadamente inteligente, desarmó la vulgaridad que nuevamente mostró el señor Gómez, director de Caracol Radio.
Estoy seguro de que en estas agresiones contra el presidente no se alinean las fuerzas activas. Constitucionalmente, y moralmente, no lo hacen pues no pueden legalmente involucrarse en manifestaciones políticas, partidos, o votar. Sin embargo, desde el Gobierno del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010, una de las épocas más aciagas de la historia colombiana) los retirados han sido especiales aliados del uribismo, los mayores críticos del petrismo, por el bautizo impostado y excluyente que recibieron: “nuestros héroes”.
Por eso yo, desde la civil, sigo siendo un simple, pero orgulloso, soldado colombiano, que no le pertenece a ningún grupo oportunista y manipulador.