En las cenas clandestinas el factor sorpresa es indispensable: son reuniones a ciegas en lugares a veces poco convencionales, a veces itinerantes, y en otras ocasiones, en sitios más íntimos, como las casas de los propios anfitriones. Rara vez se conoce el menú con antelación, la convocatoria no es masiva y suelen ser experiencias de una sola vez.
La tendencia ha emergido como una alternativa también para los cocineros, experimentados o principiantes, quienes dan rienda a su creatividad con sus menús itinerantes, mientras interactúan y generan más cercanía con sus comensales.
En Bogotá ya son varios los chefs que se han sumado a esta onda, entre los nuevos exponentes se encuentra Danilo Melbourne, que recientemente inauguró La Casa de Danilo, tras un año de ofrecer experiencias itinerantes en cafés, restaurantes y fincas de Bogotá y sus alrededores.
“El proyecto Danilo Melbourne lo creamos en 2016 en Melbourne, Australia. Empezamos en nuestra casa y después tuvimos la oportunidad de hacer las experiencias en cafés y restaurantes de esa ciudad. Estuvimos allí por dos años”, comenta Daniel Astorquiza, socio de este emprendimiento.
Él y Camilo, el otro socio y chef del proyecto, regresaron a Bogotá con la intención de incursionar en el ambiente gastronómico clandestino de la ciudad, pero conservando su premisa de hacer cosas diferentes. “Buscamos ser innovadores, romper esquemas, brindar experiencias no convencionales para personas no convencionales”, agrega.
Esa innovación está fundamentada en la investigación. El componente fundamental de las experiencias propuestas por Danilo Melbourne son los ingredientes de origen colombiano. Por ello, se toman su tiempo. Viajan por el territorio nacional, exploran, leen y se interesan en conocer todo lo relacionado con la cocina colombiana, desde el campo a las plazas, desde los restaurantes a los libros.
“La preparación de cada menú es juiciosa, siempre estamos investigando. Queremos contar un cuento. Partimos de un concepto y desarrollamos la idea con mucha rigurosidad”, asegura Astorquiza.
Su propuesta de Colombian pop up experience se ha visto reflejada en cenas clandestinas como Colombia de cabo a rabo (un recorrido con platos de autos por las cocinas del Caribe, Antioquia, Santander, Boyacá y Huila), Campo Caribeño (platos con ingredientes orgánicos, inspirados en la riqueza cultural regional de la costa), o Comiendo Campo (un festín de cocina campesina, que se realizó en una finca, con la riqueza de los productos de municipio de Sesquilé).
“Usamos técnicas tradicionales, pero al momento de presentarlo y emplatarlo, somos más contemporáneos. Aunque la propuesta sea de gastronomía local o internacional, buscamos que nuestras cenas sean toda una experiencia en la que se resalten los ingredientes colombianos, orgánicos, seleccionados a mano en las plazas de mercado”, cuenta Daniel.
Para ir a una cena clandestina en Danilo Melbourne es necesario seguirlos en sus redes sociales o estar pendiente de la programación de Housepoon, pues las convocatorias se concretan por estos medios. El voz a voz también ha sido un vehículo para darse a conocer e, incluso, tener clientes frecuentes, nacionales y extranjeros.
Para asegurar el puesto en las cenas de La Casa de Danilo se recomienda reservar con suficiente antelación, porque los cupos suelen agotarse en poco tiempo y son muy limitados.
Lo que se busca es que no se pierda el sello de intimidad y exclusividad de estas cenas pop up, en las que todo, todo, suma: desde la selección musical y la ambientación del sitio, hasta la esmerada atención. Son experiencias que valen la pena vivir, para salir de la rutina, para probar algo diferente, conocer personas con gustos afines, generar cofradía, y celebrar la vida a través de una gastronomía detallada, bien pensada y hecha a mano, con todo el cariño.