Partiré del resumen de una noticia encontrada On Politics, el newsletter del New York Times. Lo hago sobre todo por pertenecer este periódico al ámbito de los amores mejor compartidos, con las fuerzas militares, de María Fernanda y, dándole gusto, en homenaje a su periodista más idolatrado (en la actualidad) Nicholas Casey. Cavilo un poco, me detengo y después dicen que el neoliberalismo no es la ideología de los histriones. Este es el resumen:
“La campaña de reelección del Sr. Trump ha gastado mucho en anuncios de Facebook, repitiendo una estrategia que fue fundamental para su victoria de 2016. En lo que va de año, el Sr. Trump ha gastado alrededor de $ 5 millones en publicidad en Facebook, mucho más que cualquier otro candidato demócrata”.
Aquí hay unas perlas que intentaré sacar una por una. Si hasta tan remota fecha Trump ya ha gastado 5 millones, ¿entonces cuánto gastará cuando se acaben? Al cambio actual son 15.800 millones de pesos colombianos y suponiendo que Uribe ha gastado el mismo dinero ¿alcanza toda la mermelada del gobierno para ello? ¿Es a eso a lo que se está dedicando ahora el gobierno en su intento de recaudar un consenso nacional?
Pero, dice que solo en Facebook. Y entonces, en Twitter, cuánto ha gastado o, mejor, cuánto ha usufructuado gratis del uso de esa red. Se compara en esto con Uribe, ¿ahí sí? ¿O esto es de gorra?
Y en cuanto a publicidad gratis de las noticias de los periódicos, so pretexto de comentar y ejercer sus funciones. Léase: existe de manera estructural en nuestra sociedad una gigantesca desigualdad mediática que otorga el ejercicio del poder.
Bueno, recapacitemos: cómo así que desde ya en campaña electoral. ¿Cómo es ese cuento? ¿Y cómo es eso de recaudar ¡tan exiguo! dinero de una campaña a tan lejano plazo? ¿A qué libro de contabilidad llevarían ambos las cuentas de campaña? Y además, no media un potencial “impeachment” sobre Trump. ¿Tendría que devolver los dineros desde que no pueda ser candidato nunca más? Eso los igualaría. Pero, cómo se brincarían todo eso. ¿Con un golpe de Estado? ¿Serían capaces de igualarse o ser peor que Guaidó? ¡O que Maduro! Un paréntesis: (se ha notado lo que María Jimena Duzán advierte para el caso colombiano del ruido de sables) Se imagina alguien al Ministro de Defensa colombiano usando sables. ¡Qué sablazo el de ese man en ese “ministerio”! Si ese no es su perfil, ¿no será que hace puros mandados?
Y dice el resumen que ha gastado más que cualquier otro candidato demócrata. Quizás no pueda decirse que Trump ha gastado. Los contribuyentes de su campaña han gastado; lo que Trump hace se direccionar ese uso. Pero, ¿por qué y quiénes le darán tanto dinero? ¿Será que eso contribuirá a la guerra comercial, fácil de ganar, contra China? ¿O la guerra, fácil de ganar, contra la JEP, que ya tiene el presidente sacando el sombrero en plena misa de concelebración?
Y aclaremos, acaso Germán está gastando también en el caso colombiano; él que pasaría por ser demócrata. No puedo imaginármelo. Me niego rotundamente a creerlo. Ese tipo es más duro que sancocho de balín. ¡Gasta más Uribe!
Pero en Colombia no se pueden hacer colectas de ese orden sino dentro de determinados tiempos. ¿Es acaso obsoleta nuestra legislación o es que se hacen tales aportes por debajo de cuerda apoyados en que no existe tal legislación, precisamente? Pero, alcanzarán a recaudar 15.500 millones si todavía no han recogido lo de la campaña anterior. Esa es la rebatiña que se observa sin querer queriendo.
Por ejemplo, el presidente ha convocado a la unidad con las fuerzas políticas del congreso, pero Iragorrí ha dicho que él se llama oposición, pues en el Congreso se hace oposición siendo gobierno y él no quiere estar en el mismo saco. En efectos sino, ¿cómo se llama oponerse a la JEP si ya eso es una política de Estado? Iragorri, capta claramente el fondo de la burda estratagema y prefiere cocinarse en otro jugo o mermelada. Mientras tanto, Trump también hace oposición desde la presidencia negándose a entregar información solicitada por la Cámara sobre sus finanzas y tres o cuatro negaciones sobre funcionarios suyos.
Lo de Trump se entiende porque es un histrión consumado, pero, será que acá se acepta que tenemos presidente títere, cosa de igualar melindrosamente el factor melodramático. ¿O es nuestro presidente más bien un clown? De aquellos, tipo: Yo soy Garrick, cambiadme la receta; yo les llamo a los muertos mis amigos; y les llamo a los vivos mis verdugos”. ¡Cuánta cursilería!
Y en cuanto a la estrategia “que fue fundamental para su victoria” se sabe que Trump recurrió a que sus votantes supremacistas blancos votaran verracos. Sobran aquí los comentarios para enfocarnos en que Uribe no puede ser candidato; luego no podría estar invirtiendo en una campaña que no puede ser.
Entonces, cuál es la ruta si pensáramos en mantener la carreta. Imaginemos que en Colombia ocurra un golpe de Estado. Duque cae. Las fuerza militares no pueden sostenerse, a no ser que alguien crea que Botero con esa cara que tiene, y ese don de mando sinverguenchón, pueda ser presidente así sea interino. Pero mientras tanto se bombardea a Venezuela desde nuestro territorio. A Trump le sirve para cubrirse de héroe. Colombia entera se emberraca. ¿Quién cree usted que pueda hacer el gigante sacrificio de refundar la nación? Solo una persona demente superior, ese mismo que alguna vez imaginó sin tocayo Obdulio podría serlo.
Entonces los dineros de ambas campañas estarían dirigidos a la misma opción de perpetuarse en el poder. Pretenderá Trump desde ya un tercer mandato que le está prohibido por Constitución. ¿Qué se parece a quién? Y yo me pregunto, ¿no es precisamente eso lo mismo que le achacan a Maduro? ¿Entonces de qué se quejan si son cucarachos del mismo calabazo? ¿Cómo justificarían bombardearlo si tienen los mismos ideales de poder?