Hace 15 años, cuando terminó su participación en Troya, Brad Pitt era tan poderoso como Aquiles. En ese momento estaba casado con Jennifer Aniston y todo parecía sacado de un cuento de hadas. Pero vino el rodaje del Señor y la Señora Smith y, la pareja perfecta, se plasmaba en una sola palabra Brangelina. Lo que parecía un cuento de hadas se deshizo a finales del 2016. Antes de aterrizar en Los Ángeles en su avión privado, el piloto fue testigo de una de las imágenes más decadentes que pudo entregar el actor. Completamente ebrio peleaba con su esposa Angelina. Uno de los seis hijos que tiene la pareja se atravesó. Nadie sabrá que pasó dentro de la nave pero al parecer hubo gritos y agresiones. Brad Pitt tocaba fondo.
Durante cinco años la estrella que empezó su fulgurante carrera en el cine con Thelma y Louise entró en un espiral de alcohol. Todo empezaba con una copa de vino en el desayuno y terminaba con ginebra en el almuerzo. Sus apariciones en películas se espaciaban. La última vez que protagonizó una película fue en el 2017 para Netflix. A sus 54 años Brad Pitt ya no es el ícono sexual que enamoraba a todas las mujeres del mundo. Pitt reconoció que desde que salió de la Universidad se dedicó a beber todos los días. Era un profesional a la hora de pilotear su borrachera perpetua e igual cambiaba de chip a la hora de interpretar sus papeles. Directores tan eminentes como Quentin Tarantino, David Finsher o Ridley Scott dieron fe de su profesionalismo a prueba de borracheras y guayabos.
Sin embargo algo se rompió por dentro. Harto de una fama mundial que lo condenaba a vivir escondido empezó a abusar del whisky y el vino. La verdad hay que ir hasta el 2008, en el Extraño caso de Benjamin Button, para encontrar el último éxito de taquilla del todo poderoso rey Midas. Su papel en el cine ahora está más enfocado en la producción con Selma y La ciudad perdida de Z con muy buenas críticas y presencia en festivales pero la taquilla ya le había dado la espalda.
Hoy Brad Pitt intenta desmarcarse de las adicciones. Ser el hombre más sexy del mundo despierta demonios que sólo se calman con alcohol. Intentó empezar a trabajar en Erase una vez en Hollywood, la epopeya que filma Quentin Tarantino en las calles de Los Angeles sobre la muerte de Sharon Tate y seis de sus amigos a manos de la familia Manson. Hoy, separado de Angelina, le ha prestado dinero para ayudarla en su mal momento económico producto de los excesos de sus siete hijos. Pitt dice que se mantiene limpio. La única verdad es que hace rato no trabaja.