Las batallas de Victoria Sandino, la mujer que logró abrirse camino en las Farc

Las batallas de Victoria Sandino, la mujer que logró abrirse camino en las Farc

En las negociaciones de La Habana llevaba la voz de miles de jóvenes guerrilleras en un ejército de machos y ahora ha logrado abrirse también un espacio en el Senado

Las batallas de Victoria Sandino, la mujer que logró abrirse camino en las Farc

Victoria Sandino recuerda su primera vez en el Congreso de la República, el 8 de marzo de 2017. Todavía no existía el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), pero fue invitada para hablar del enfoque de género y del feminismo insurgente. En el momento en que le dieron la palabra, el público cayó en un profundo silencio al verla aparecer. Vestía su famoso turbante, símbolo de la mujer que es. Los nervios recorrían cada parte de su cuerpo, pero al finalizar su discurso el escenario rompió en aplausos y la alegría aplacó su miedo. Ahora, como senadora de FARC, su labor es la de representar al partido, especialmente a las mujeres, y luchar por la implementación de los acuerdos de paz y el enfoque de género desde el feminismo: "no podemos luchar por los derechos de las mujeres sin ser feministas".

Victoria Sandino Simanca Herrera se define a sí misma como una mujer colombiana de origen campesino e identidad negra. De Tierra Alta, en el departamento de Córdoba, un territorio azotado por la violencia y el paramilitarismo. Una mujer comprometida por la paz, ex guerrillera y con una militancia política de toda la vida.

Salió del armario feminista en 2013, cuando fue elegida como la única mujer representante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) en la mesa de negociaciones de La Habana, entre el gobierno colombiano y la guerrilla. "Siempre he sido feminista, pero no me había dado cuenta hasta que comenzamos las negociaciones del acuerdo de paz y vimos la necesidad de crear una subcomisión de género". En esa mesa había nueve hombres y una mujer. Nueve comandantes y hombres del Estado Mayor Central, y ella, que aunque alcanzó a tener mando y responsabilidad, nunca fue comandante. "Yo digo que fui 'comandantita', porque ninguna mujer de las FARC-EP fue comandante en la extensión de la palabra. Ninguna fue del Estado Central ni del Secretariado. Y en eso también di la batalla, para que se reconociera a las mujeres guerrilleras".

Cuando Sandino llegó a La Habana recuerda cómo la abordaron veteranas de la guerrilla para que las formara en periodismo y política, para poder alzar la voz ante los medios y frente a los compañeros. "Al iniciar esa temática me encontré de frente y en todos lados con el feminismo, era fundamental ser feminista y consecuente con esas luchas".

La creación de la subcomisión de género vino incentivada por las aportaciones, a través de cartas, correos electrónicos y videoconferencias de cientos de mujeres colombianas de la sociedad civil, de asociaciones de mujeres, campesinas, indígenas, afrodescendientes y de colectivos LGTBI, que pidieron estar presentes en las negociaciones. "El Gobierno tenía pánico literal a que tuviéramos algún contacto con la sociedad civil, pero ahí insistimos para reunirnos conjuntamente y definir la creación de la subcomisión de género. Les dije a los representantes de la mesa que si no nos reuníamos conjuntamente, las iba a llamar una por una individualmente". La política cuenta cómo fue muy emocionante escuchar todas esas voces y decidir entre todas que el acuerdo debía tener un enfoque de género. "Nos dimos la pelea para lograrlo y lo conseguimos".

La insistencia de las organizaciones de mujeres y LGBTI tuvo su punto culminante en la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz de octubre de 2013 en Bogotá, donde participaron 450 representantes. El objetivo fue reclamar la inclusión de las necesidades e intereses de las mujeres en la agenda de las conversaciones, así como en todas las etapas del proceso de negociación. Y un año más tarde, el trabajo culminó en la creación de la subcomisión de género, presidida por Sandino y María Paulina Riveros, como delegada del Gobierno; dando así lugar a un hecho histórico mundial: la transversalización del enfoque de género en un acuerdo de paz. "Cuando nos reuníamos entre nosotras, mujeres de la sociedad civil, del Gobierno y de las FARC-EP las discusiones se hacían de manera muy bonita, sin tensión, ni provocaciones." Sin embargo, a pesar de este gran avance, el último informe del Instituto Kroc de Estudios Internacionales para la Paz y ONU Mujeres, subraya que de los 130 de los compromisos con perspectiva de género de los acuerdos, el 42% todavía no han comenzado a implementarse.

Cuando la exguerrillera se declaró abiertamente feminista, desde las FARC-EP le dijeron que no podía ser, que la organización no se había definido como tal. "No me importa, les dije, yo soy feminista y si las FARC-EP no lo es, pues no será una organización a la que nosotras aspiremos como mujeres guerrilleras". Al declararse feminista, Victoria Sandino reforzó desde lo teórico lo que había hecho toda su vida.

Rebeldía innata

Al declararse feminista, lo que había hecho Victoria Sandino era reforzar desde lo teórico lo que había hecho toda su vida.

Vive su cuarta vida porque las otras tres ya se le acabaron. La primera duró hasta la adolescencia, a los 13 años, cuando comenzó en la militancia estudiantil y política de las Juventudes del Partido Comunista (JUCO). Más tarde, se integró al partido Unión Patriótica (UP), formación nacida como resultado de los Acuerdos de La Uribe en 1984, entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC-EP, un partido que logró obtener un 4,5% de los votos en las elecciones presidenciales de 1986. Estos resultados conformaron una amenaza a las élites conservadoras del país, que se unieron a los grupos paramilitares para orquestar uno de los episodios más dolorosos para el movimiento de izquierdas colombiano, el genocidio de la UP, con más de 4.000 víctimas, entre asesinatos y desapariciones. "Formar parte de la UP fue una experiencia muy enriquecedora, pero a la vez muy dolorosa, porque ahí fue encontrarse con el dolor y la muerte".

Los hechos de violencia de esos años la llevaron a la que fue su tercera y más completa vida: los 24 años que pasó en las filas de las FARC-EP. "O me iba al monte o esperaba aquí una muerte segura". Pero la senadora tuvo que esperar unos años para ir a la guerrilla. Su hermana pequeña también quería marchar a las filas de las FARC-EP. Como eran las mayores de cuatro varones, y para no causar un disgusto a la familia, las hermanas decidieron jugarse a cara o cruz quién se iba primero a la guerrilla. Su hermana ganó. Sin embargo, las amenazas y persecuciones obligaron a Sandino a migrar a Rusia una temporada, y más tarde a regresar a Bogotá para estudiar periodismo. Tras la muerte de su hermana en el monte y la finalización de sus estudios, decide, finalmente, vivir en la insurgencia. Tenía 25 años.

“Toda la vida he sido rebelde, cuestionando siempre el estado de todo”. Ya desde niña, la senadora discrepaba con su madre porque ésta no obligaba a sus hermanos a hacer las tareas domésticas. “Cuando entro en la guerrilla, esos niveles de igualdad me enamoraron. Esa solidaridad, esa sororidad, la independencia de la mujer en cuanto a la sexualidad, la posesión de armas, la formación política… sí que había un cierto grado de machismo a la hora de ostentar altos cargos, pero contra eso también dábamos la pelea”. Y gracias a esa lucha, dice orgullosa, se logró que en la décima y última conferencia de las FARC-EP en septiembre de 2016, la organización se declarara antipatriarcal, antirracista y anticapitalista. Un partido que reconocía el feminismo insurgente, el feminismo de las mujeres guerrilleras.

"El feminismo está atravesado por la religión, la lucha de clases, la lucha antirracial y la lucha de orientación sexual, de género y de identidades diversas. Nuestro feminismo debe recoger estos hechos y estas prácticas". Asimismo, Sandino considera que es una apuesta política y revolucionaria hacia toda la sociedad. "Ahí tenemos algunas diferencias con otras corrientes feministas, y es que nosotras consideramos que la mitad de la sociedad es masculina. Para cambiar la realidad de las mujeres, tenemos que cambiar la realidad de los hombres. Una masculinidad insurgente desde la estructura de la igualdad, la solidaridad y la sororidad". Y de la misma manera habla de las diversidades sexuales y su libertad para expresarse política, cultural y socialmente, "algo que no pudieron hacer durante su tiempo en la insurgencia".

"Para cambiar la realidad de las mujeres, tenemos que cambiar la realidad de los hombres"

Pero de lo que se trata no es de empoderar las capacidades de una mujer, sino de todas las mujeres colombianas, para abrir espacios de diálogo y exigir el cumplimiento de los acuerdos de paz. "Con esta fuerza yo he llegado al Senado, evidentemente no es una fuerza favorable para el ejercicio político de las mujeres, porque tenemos mucha estigmatización, sobretodo nosotras que estuvimos en la guerra". Y de ahí las voces que acusan a Victoria Sandino de ser partícipe en violaciones y abortos forzosos, hechos que niega rotundamente.

Y esta cuarta vida que afronta la senadora es la más complicada de todas. Una vida donde es importante exigir al Gobierno colombiano el cumplimiento de los acuerdos de paz, a través de la lucha política. Una vida donde no haya impunidad ante los más de 30 líderes y lideresas asesinadas en las primeras semanas de 2020. Una vida donde sea legítimo salir a la calle y protestar en el marco del paro nacional, que volvió a reactivarse el pasado 21 de enero.

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