Yo creo que el peor oficio que puede tener un periodista es el de ser jefe de prensa de Peñalosa. Pobre Yesid Lancheros, todo ese apoyo que le brindó en plena campaña, cuando era director de El Tiempo.com, se despilfarró. Me lo imagino correteando al alcalde por los pasillos del Palacio de Liévano convenciéndole que no hable porque él, que se jura el urbanista, el pedagogo, el ciclorrutero, el administrador in y atractivo, no puede ver un micrófono porque empieza a enfilar una sarta de barrabasadas.
La última de ellas ocurrió ayer martes 21 de febrero. En una entrevista con la emisora Uniminuto dijo para beneplácito de sus detractores que ya son legión: “A los ciudadanos les parece muy sexy el metro subterráneo porque no lo han usado. Pero cuando ya tienen que meterse bajo tierra como una rata todos los días, en unos túneles que huelen a orines con mucha frecuencia". Será en la Bogotá peñalosera que los subtes olerían a orines. El alcalde, tan moderno, tan paisajístico, ha ignorado olímpicamente las obras de arte que construyeron en París, Moscú y Nueva York por debajo de las ciudades. Además, estamos hartos de que se contradiga. En un trino del 8 de junio del 2012, cuando se dedicaba día y noche a torpedear a Petro, escribió: “Por el deterioro urbano que causan su ruido y su sombra, las líneas de metro elevadas fueron demolidas en muchas ciudades”. Yesid Lancheros está fallando. Ya que no lo pudo convencer de que no hablara con su tonito de gomelo vieja guardia al menos si deberían revisar los archivos para que no quede mal parado.
Ahora nos quiere convencer de que nada mejor para disfrutar el cielo azul sin smog y la sensación de seguridad que irradia su Bogotá que ir en un tren bordeando los cerros que están cada vez menos verdes por culpa de las urbanizaciones que con su beneplácito empiezan a pulular como hongos radiactivos después de la lluvia ácida. Claro, como acá le creyeron el cuento de que él era el experto en movilidad porque diseñó, licitó y casi que construyó Transmilenio, porque se inventó el pico y placa, las calzadas de la 15, los malditos bolardos y mandó desalojar esa piojamenta del cartucho y su versión mejorada en el Bronx, como acá lo elegimos por innovar, porque Caracol y RCN convencieron a la gente que 12 años de izquierda habían sido un fracaso.
Por ahí dicen que no hay nada más peligroso
que pedirle a Peñalosa que haga algo
Por ahí dicen que no hay nada más peligroso que pedirle a Peñalosa que haga algo. Los ejemplos abundan: Transmilenio es un error histórico que lo padecemos a diario. Los buses son muy poquitos. Te atracan, te ultrajan, te escupen. Bogotá a veces parece una inmensa buseta llena. Por ahorrarle a la ciudad una platica se puso a contratar unas baldosas de pésima calidad. El resultado fue que en el 2012 la ciudad necesitaba $300 000 millones de pesos para arreglar las 20 000 baldosas destruidas en la Caracas y la Autopista Norte. El pico y placa lo único que hizo fue motivar a la gente a comprar carros de placas diferentes. En el 2007 había 100 000 motos. Ahora hay 500 000. A este paso habrá más motorizados acá que en Montería y Cúcuta. En el Bronx el sensible alcalde usó la misma táctica que aplicó con el Cartucho en 1999: Bolillo, Pata y Gases Lacrimógenos. Bogotá luce posapocalíptica con Peñalosa.
Barrabasada es publicar una foto suya meditando patas arriba en su oficina mientras la ciudad, en las horas pico, parece poseída por Sauron. Rescatar los peces de Atlantis para darles cuchillo. Sacar 10 000 policías al centro, paralizarlo para resguardar a los 15 anacrónicos que siguen yendo a toros. Decir en su Twitter que murió un patrullero sin estar seguro de ello.
Cuando vea los trancones, cuando lo atraquen, cuando vea el centro lleno de habitantes de la calle, no maldiga a Peñalosa, maldígase usted mismo que votó por él.