El Bajo Cauca siempre ha vivido en medio de la violencia. Es casi que una rutina, el que se conviva con la zozobra del conflicto armado, entre la guerrilla, los paras y ahora las bacrim. Esta región, enclavada en la Cordillera Central antioqueña, debe padecer ahora el terror que han impuesto unas especies de franquicias violentas de estas bandas criminales, lideradas, entre otras, por personajes como alias Darío.
Una situación que ha pasado de castaño a oscuro, con asesinatos de líderes sociales, periodistas y amenazas a diestra y siniestra.
Pesadilla adosada por el cobro de peajes irregulares por cruzar sus carreteras y por surcar el Río Cauca, vacunas que tienen un promedio de 40 mil pesos, hasta los 450 mil, dependiendo de las mercancías que por tierra y agua se transporten.
Incluso, el Gaula de la Policía, junto con la Fiscalía, ha descubierto que más allá del sector de Piamonte, se han creado casas de ‘pique’, donde la tortura y la muerte se erigen cada día, en medio del miedo constante de los pobladores de la región.
Una región en la cual, el denominado clan Úsuga se ha venido fortaleciendo. Tanto que ya dividieron la zona (lo denunció la revista Semana) en franquicias criminales en la cuales mandan, alias León, alias Darío, alias 6-7 y alias Morroco, todos jefes de estas bandas al servicio del narcotráfico.
Una situación que desde hace rato hizo agua, y en las barbas de las autoridades. Una problemática que ha sido denunciada en varias oportunidades por la Defensoría del Pueblo, pero que, a la fecha, no tiene un solo viso de solución.
Por tanto, la ciudadanía, los habitantes de esta región, están pidiendo, en voz baja, por supuesto, que el Estado haga su trabajo, no sólo en materia de seguridad, sino además con más asistencia social, para cortar de tajo la ola de violencia que se ha recrudecido en esta rica región de cerca de 8.500 kilómetros cuadrados, donde reina la minería ilegal y la criminal, y se han perdido otras actividades como la piscicultura, la agricultura, y la ganadería.
El llamado es pues a que se le ponga cuidado a esta zona pujante del país, sin contar, por supuesto con que en otras regiones del país, se está viviendo su propio infierno, sin que el gobierno haya dicho esta boca es mía.