El ser humano a través de la historia necesitó ir de un lado a otro. Es tan básico y tan cotidiano que la movilidad ciudadana esté consagrada como un derecho fundamental en casi todas las cartas políticas del mundo.
Del transporte, sabemos que es un campo tan amplio y que tiene en cada sector miles de vicisitudes con profundas diferencias. Sin exagerar, podemos decir que si un servidor público se dedica a trabajar en un problema específico podría terminar su vida laboral sin conocer la respuesta y sin haber explorado los matices de una solución al problema estudiado.
A los colombianos debemos decirles, sin temor a equivocarnos, que la responsabilidad de garantizar el transporte reside plenamente en el seno del Estado. De allí empezamos a edificar un concepto que se debe hacer respetar por toda la ciudadanía: "el transporte es un servicio público", o sea, donde tenemos derecho a ser beneficiarios todos (blancos o negros , indios o mulatos, en fin).
Parece sencillo el tema, pero la cosa se complica cuando en las ciudades tenemos empresas privadas que prestan el servicio de transporte colectivo. Para hablar de una sola rama de esta compleja ciencia, algunas con la figura de cooperativas tienen flotas de buses y un equipo de operadores profesionales para prestar el servicio en la rutas autorizadas por la autoridad de transporte. El colombiano de a pie piensa que ese es un lucrativo negocio de lo privados y por eso tenemos un abismo entre la cultura ciudadana y el sentido de pertenencia. Algunos odian el transporte público, sino vean las agresiones a los conductores del servicio público en Bogotá.
Hasta aquí todo parece normal, pero resulta que el mundo ha cambiado. Las sociedades entran en crisis y estas transforman las realidades urbanas a tal punto que nadie se había imaginado el crecimiento de la población citadina y en el mismo porcentaje la invasión de las calles y avenidas por parte del vehículo particular con todas sus externalidades (ruido, contaminación, congestión ,siniestros viales y ocupación desaforada del espacio público). Así pues, la única salida a la debacle es optar por lo colectivo y la mejor decisión es fortalecer el transporte público.
Esta ciudad gris, que convoca a la nostalgia por sus peatones apurados, sus conductores malgeniados y sus motociclistas suicidas, solo tiene una opción para llenarse de colorido y alegría: el transporte público con rutas eficientes y seguras, paraderos dignos, vehículos suficientes y cómodos. Es vital que hayan rutas dinámicas que tengan recorridos oportunos y que vayan a lugares de gran interés como lo son hospitales, universidades, edificios públicos, entre otros.
Las autoridades de transporte deben garantizar carriles "solo bus" a todo el servicio. Es una necesidad sacar del trancón al bus de servicio público. Recordemos que cuando digo público es alusivo a "que es de todos". No quiero dar a entender que lo público no es "de nadie". Por ello debo reivindicar el bus de servicio público como la oportunidad que tiene de transportarse el rico y el pobre, el bohemio y el misero y hasta el que ni tiene para el pasaje. Así, antes de invertir en vías y obras para la comodidad del conductor del carro particular, debemos hacer un pacto ciudadano permanente, el de garantizar la inversión en el mejoramiento de las condiciones del transporte público.
Es por esto que hoy debemos concluir que los agentes de tránsito y transporte de las diferentes ciudades del país deben ser capacitados en los principios básicos de la movilidad sostenible, donde podamos valorar el transporte público y sus beneficios para toda la comunidad y hacer parte del equipo evitando la contaminación, la congestión que ofrece el vehículo particular a nuestras ciudades. Por ejemplo, yo tengo una campaña en Facebook, la cacería de #burrombianos, la cual consiste en tomarle fotos a los vehículos mal estacionados y subirlas al grupo de la red nacional de seguridad vial de esa red social.
Una primera tarea para las autoridades de transporte es dirigir estratégicamente sus grupos operativos con acciones concretas para garantizar la movilidad del servicio público de pasajeros en las ciudades. No se pueden tolerar más rutas de transporte colectivo llenas de vehículos mal estacionados y con otras invasiones del espacio público, como lo son talleres de mecánica en la vía, vendedores ambulantes y la ebullición imparable de la informalidad en este sector productivo. Muy doloroso para los ojos resulta ver a las autoridades de transporte en Colombia utilizando autoridades prestadas, trabajando por convenio con la policía o los organismos de transito locales para realizar operativos y elaborar comparendos a los conductores de este servicio. Esto, atacando el bolsillo de los trabajadores del transporte que casi siempre están mal pagos, con exceso de horas de trabajo, sin capacitación y que ni siquiera están convencidos que ellos son la herramienta fundamental para garantizar el artículo 24 de la Constitución nacional y el derecho fundamental de todos los colombianos a la libre locomoción.
Lo peor es que se hacen los comparendos al transporte en medio de los vehículos mal estacionados o a solo unas cuadras de donde salen los mototaxistas o mal llamados vehículos piratas . Los ciudadanos desertan del transporte público por las exageradas vueltas de sus rutas, los semáforos inagotables, la congestión de los vehículos particulares, entre otros males que atacan el transporte público de pasajeros en Colombia. Es el momento de invitar a construir una nueva cultura, promover el sentido de pertenencia con todos los proyectos que nos lleven a garantizar sostenibilidad a nuestras ciudades y a medio ambiente. Hoy humildemente les digo: el transporte público es nuestro mejor proyecto.