Por razones conocidas tuve que viajar desde Bogotá a Santa Marta en bus. Me demoré hora y media saliendo de Bogotá, pero en general fue un buen viaje.
El regreso fue literalmente a otro precio. Llegamos a la maloliente terminal de Santa Marta a las 4 de la tarde del día sábado 7 de octubre, pero solo encontramos pasajes para las 8 de la noche. Ahí comenzaron los problemas. El señor nos cobró a 105.000 pesos, pero el pasaje dice que valió solo 100.000. Lamentablemente, me percaté al día siguiente y obviamente no lo puedo probar.
Cuando llegó la hora, el bus no aparecía y un dependiente informaba que el bus venia de Cali y había encontrado trancones en la vía. Otro, el de la ventanilla, informaba que el bus se encontraba en mantenimiento y que duraba tres horas. Mientras eso ocurría los pasajeros con niños se desesperaban, otros alegaban que tenían citas médicas, que tenían que tomar un vuelo en Bogotá, etc. Al final, dio la sensación de que hubo sobreventa de pasajes.
Busqué una oficina estatal y nada, solo una oficina de Turismo, pero cerrada. Ni hablar de la Superintendencia de Transporte que brilla por su ausencia en los terminales. Así que llamé al *367 y nada.
Después, llegó la hora de la cena en el terminal. Terminal con exceso de ruido y escasez de higiene. Restaurantes que dejan mucho que desear en higiene. Comimos al lado de unos perros en deplorable estado de salud, que se peleaban con unos gatos por la sobras.
Hacia las 10 de la noche apareció un bus, hubo los reclamos respectivos y salió sin mayor complique. El recorrido fue relativamente tranquilo, relativo porque hubo tramos en los que era evidente el exceso de velocidad. Además, miré el velocímetro obligatorio del bus y no servía, así que usé mi celular y comprobé que en algunos tramos la velocidad superaba los 120 km por hora. No protesté porque tuve miedo de la reacción, tanto del conductor como de los pasajeros que tenían afán.
Por otro lado, le pedimos al conductor que se detuviera para desayunar, pero adujo que solo lo podía hacer, por razones de seguridad, en sitios permitidos por la empresa y lo hizo en Honda casi a las 10 a.m. En ambos recorridos tuvimos que ingerir a alimentos donde el conductor quiso, pero las condiciones de higiene suelen ser malas. Está bien que las empresas cuiden la seguridad nuestra, pero si tienen convenio con esos restaurantes lo mínimo que deben exigir son condiciones de higiene.
Además, me parece muy grave que el recorrido de 16 horas lo haya hecho un solo conductor. No recuerdo si en el bus que nos llevó a Santa Martha hubo cambio que conductor, creo que no, peros sí estoy seguro de que en el de regreso no.
Ojalá algún día las autoridades intervengan a favor de los derechos de los usuarios del transporte público intermunicipal, usuarios que generalmente son los colombianos más pobres. Las autoridades deben vigilar por los derechos de los pasajeros no solo aéreos, sino terrestres. La alcaldía de Santa Marta, sede de los Juegos Nacionales, debe ponerle cuidado a su terminal de transporte y las empresas de transporte deben cuidar a sus usuarios, so pena que los pierda con una especie de Uber.