Las Águilas Negras no existen, son una recreación de la Colombia panfletaria que se acostumbró a la amenaza anónima para amedrentar, extorsionar, desinformar, estigmatizar y conseguir dividendos personales, políticos, judiciales, protectivos y de asilo político. Es una marca criminal, que se subasta al mejor postor y que se atribuye irresponsablemente como aparato armado de un partido político.
Parecen la reencarnación de la mano negra, pero no lo son. Esta sociedad secreta, nació en Belgrado en 1911 para acabar con el dominio austrohúngaro en los Balcanes. Tampoco funcionan como la otrora: AAA – Alianza Anticomunista Agentina de los años 70, o el M.A.S. – Muerte a secuestradores de los años 80 en Colombia, o el Majaca – muerte a jaladores de carros de los 90. Ahora son un instrumento de origen difuso, que privilegia el terror psicológico sobre la víctima, no son una estructura organizada y carecen de ideología.
Las Águilas Negras aparecen en la década de los 90, cuando organizaciones de Derechos Humanos ventilaron escritos amenazantes que llegaron a sus correos, oficinas y residencias; proliferándose como fantasmas con capacidad de coacción por las zonas de mayor violencia. Se reproducen en los computadores, las máquinas de escribir, o en manuscritos de mentes, algunas delincuenciales y otras, de individuos con sesgo facineroso interesados en auto victimizarse, victimizar o señalar victimarios; agudizando la congestión y carga laboral de los despachos judiciales, órganos de control y unidades de protección.
Las autoridades en sus investigaciones han encontrado evidencia física que corrobora el uso del logo de las Águilas Negras para producir falsas amenazas.
Las autoridades en sus investigaciones han encontrado evidencia física que corrobora el uso del logo de las Águilas Negras para producir falsas amenazas. Es un hecho también, que grupos terroristas, disidencias, y bacrim acuden a ellas con brazaletes para ejecutar acciones demenciales, ocultar su origen y desviar las indagaciones. También son marca de sectores extremistas para intimidar y desacreditar.
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Grupos terroristas, disidencias, y bacrim acuden a ellas con brazaletes para ejecutar acciones demenciales, ocultar su origen y desviar las indagaciones
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No hay reporte oficial que de cuenta de un homicidio, captura, sentencia o estructura desmantelada de las águilas negras, en cambio sí, abundantes mensajes buscarruidos que vuelan por el correo de las brujas. Otros sostienen que son ¨la mano negra¨ del estado, sindicaciones que pese a las acuciosas investigaciones sociales, académicas, periodísticas y judiciales no han sido probadas.
Los organismos de inteligencia e investigación han realizado análisis y pesquizas, que confirman la inexistencia de las águilas negras como estructura organizada, no tienen patrón común y su origen y trazabilidad tiene contextos muy peculiares. El primer canal de denuncia son las redes, se cuelga el panfleto, genera polarización y se aprovecha para promover causas individuales y colectivas, también para justificar solicitudes de asilo político y cuando se está ad portas del retiro de esquemas de protección o se avecinan medidas cautelares o decisiones judiciales.
El 80 % de las denuncias recibidas por las autoridades sobre amenazas a líderes, tienen la marca de las águilas negras, es decir de 11.840 registradas en los últimos dos años, 7.100 tienen este logo y denominación. El trabajo riguroso y especializado de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, ha descartado cerca de 5.800 informaciones, actuando en estos momentos sobre 1300 denuncias activas. El Ministerio del Interior, La Policía Nacional y la Unidad Nacional de Protección hacen un esfuerzo descomunal para proteger a los líderes en riesgo. Son 3.686 esquemas de protección, es decir el 70 % del total para esta población que nos cuesta a los colombianos 2.500 millones de pesos diarios.
Las autoridades reportan un 57.34% de efectividad en el esclarecimiento de homicidios de líderes. Confirman que no es sistemático y que de los 196 asesinados desde 2018, 119 son autoría de las bacrim, 34 de la guerrilla y 73 por particulares; el 50 % de los casos ocurren en municipios con minería ilegal y el 30.7 % en zonas con cultivos ilícitos. En lo corrido del año van 51 líderes asesinados, se han capturado 14 responsables, hay 64 condenas y 80 juicios en desarrollo y mientras no se logre el control institucional del territorio y sustituir las economías criminales, será imposible invertir la ecuación.
Las Águilas Negras no han pasado de ser un sofisma, el que se ha posicionado de tal forma, que quienes la utilizan para atacar al estado, sus instituciones y sectores productivos, difunden la creencia de que estos panfletos se editan en las oficinas de Wall Street, en Dubai, en el World Trade Center Colombiano, o en los cuarteles de la Fuerza Pública, así alimentan las denuncias ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos que ha admitido varias demandas últimanente por supuestas amenazas a líderes que ejercen resistencia a la explotación aurífera.
Por lo pronto, las autoridades seguirán desgastándose en la eterna hipótesis para atrapar a las Águilas Negras, las mismas que han logrado crear ambientes de intranquilidad y zozobra, que tienen con mucho trabajo a muchos, en muchos problemas a muchos, y que ha beneficiado a muchos, los mismos que se aprovechan de este fantasma, el que no tiene cuerpo, pero sí, mucha sombra.
