A la posesión de Gustavo Petro en la Plaza de Bolívar le antecedió la realizada ante autoridades ancestrales en la Sierra nevada de Santa Marta en lengua arhuaco “para armonizar, desde la espiritualidad ancestral el comienzo de un nuevo ciclo en la historia de los pueblos colombianos”, que exalta la biodiversidad y riqueza natural del país.” la magia de Colombia, potencia mundial de la vida.
El 7 de agosto, ante el Congreso pleno, invitados especiales y más de 20.000 personas juró defender la constitución y la ley, con la espada de Bolívar como protagonista que enmarca un cambio disruptivo entre el gobierno saliente y el entrante.
El nuevo mandatario solicitó la espada de Bolívar como primer presidente de izquierda y en un gesto de autoridad que Iván Duque, en un acto de sectarismo e inmadurez, había negado la autorización aduciendo falta de seguridad para el traslado desde la Casa de Nariño hasta la Plaza de Bolívar.
Mucho se ha escrito sobre los símbolos de la posesión como el que María José Pizarro, senadora e hija de Carlos Pizarro comandante del M-19, impuso la banda presidencial, y no el presidente del Congreso, o la espada como símbolo de luchas, pero también de un exitoso acuerdo de paz sellado con dicha guerrilla y el hecho de que un excombatiente haya dejado las armas y jura defender el orden constitucional también fortalece la democracia. Frente está el Palacio de Justicia que en un acto de terrorismo delirante el M-19 se había tomado antes (6 de noviembre de 1985), ya restaurado se puede leer la sentencia del General Santander: “colombianos las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad”. “Fue la primera guerrilla en América Latina en firmar un acuerdo de paz exitoso, hasta el día de hoy, porque de sus miembros ninguno regresó a las armas”.
Es de notar que el clima esplendoroso con un sol radiante lleno de colores y comparsas y delegaciones de todos los rincones del país, circundado por mariposas amarillas adornaban la plaza que había cantado el “realismo mágico de Gabo”. Recuérdese que este movimiento rompió con la ortodoxia del partido comunista y las Farc, que en boca de Fayad había señalado: “Nuestra diferencia con las Farc es que a nuestros militantes no los ponemos a leer El Capital sino Cien años de soledad”, y una muy popular de Bateman “Los principios dejémoslos para el final”.
Pero también el clima político contrastó con la anterior posesión del expresidente Duque y del presidente del Congreso, el bachiller Macías, que fue una diatriba contra el gobierno de Santos y el proceso de paz (había que hacerlo trizas). Muy por el contrario, el discurso del presidente del Congreso, Roy Barreras, vehemente y profundo, fue una oda a la alegría que solo dedicó menos de un minuto para refutar con cifras los logros del gobierno saliente.
Por su parte, el discurso del presidente Petro no tuvo espejo retrovisor, llamando a una etapa de unidad y consenso donde esbozo el decálogo. Entre sus puntos básicos señaló trabajar por la paz verdadera y el cumplimiento del acuerdo de paz y seguir las recomendaciones de la Comisión de la Verdad; cuidar nuestros mayores, nuestros niños, los discapacitados (una política de cuidados); planteo la igualdad frente a la mujer y que el género no defina cuanto ganas o cuanto tienes; dialogo abierto sobre los problemas del país colocando delante no el pasado sino el futuro; una estrategia de seguridad integral defendiendo a los ciudadanos de todo tipo de violencia.on mano firme y “cero tolerancias” con el tráfico de influencias ni dentro ni fuera del gobierno. Además, la protección de nuestros suelos, mares y ríos, aire y cielos dentro de una política de proteger nuestra biodiversidad, enfrentar la deforestación e impulsar el desarrollo de energías limpias y renovables.
El nuevo modelo de desarrollo impulsará la industria nacional, la economía popular y el campo colombiano. Priorizaremos a la mujer campesina, a la mujer de la economía popular, al microempresario y al pequeño y mediano empresario de Colombia. Nuestra invitación es a producir, es a trabajar, es a ser conscientes de que solo seremos una sociedad rica si trabajamos.
Los cinco retos (las 5 P)
La realización de una agenda nacional implica pagar deudas históricas, pues al país lo gobiernan los problemas que durante décadas permanecen aplazados y la gente votó por un “cambio “que el presidente Petro esbozo en campaña y concreto en el decálogo ya mencionado, lo cual supone acciones que se deben tomar de manera inmediata, en procura de disminuir las brechas sociales y conducir al país a una transformación del modelo extractivista y rentístico a uno moderno, que fomente el verdadero bienestar para todos y todas. Pero ello supone enfrentar cinco retos con P.
PAZ es el primero, asociado con la seguridad del país (paz total), que plantea conversaciones con grupos que profesan una ideología como el ELN en Cuba, que frenó el anterior gobierno en su política de “hacer trizas el acuerdo de paz”, con las disidencias de las Farc, en búsqueda de acuerdos. Mientras al Clan del Golfo, bandas criminales y grupos al servicio del narcotráfico se pretende su desmovilización y sometimiento a la justicia. Requisito indispensable para tener una sociedad más armónica y segura.
PLATA el segundo, corresponde a los recursos necesarios para eliminar la pobreza extrema y reducir la pobreza monetaria, así como financiar gran parte de los programas sociales que van a beneficiar a las clases más pobres en salud y educación e invertir en tecnologías limpias que preparen la transición a una economía descarbonizada.
Ya ha advertido el Ministro de Hacienda y funcionarios del nuevo gobierno que el déficit fiscal que se hereda equivale a 8 % del PIB, Las exportaciones en 2021 fueron de 41.224 millones de dólares, donde el petróleo representa el 48 % del total. Las importaciones fueron de 61.100 millones de dólares, para un déficit comercial de 20.000 millones de dólares.
Los buenos precios del petróleo, que se exporta representaron 56 % en el primer semestre de 2022 y se proyecta que alcancen unos 55.000 millones de dólares a fin de año. Las importaciones nuevamente serán superiores, del orden de 77.000 millones de dólares, o sea, un déficit comercial enorme, según S. Kalmanovitz.
Las expectativas creadas entre la población necesitada y los críticos del gobierno demandan una base de recursos suficientes que se esbozan en la propuesta de reforma tributaria presentada ante el congreso cuya meta son 25 billones de pesos para el próximo año, lo cual supone eliminar exenciones, castigar ingresos altos y sobre todo enfocarse en la evasión y la elusión que nos priva de cuantiosos recursos que bien podrían sustituir la reforma presentada. Con razón Cristóbal Colón en una carta dirigida a los reyes católicos solicitándole recursos había señalado, “con él (oro), quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo, con oro hasta se llevan almas al paraíso”.
La tercera es Pobreza, el reto de sacar a 4.5 millones de colombianos que están en la pobreza extrema y 19.5 millones de la pobreza monetaria, implica un sinnúmero de medidas que generen mayor trabajo digno, disminuyendo la informalidad, el impulso a una economía industrial apoyada en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, claves para competir en el comercio internacional.
La reducción de la pobreza y “acabar el hambre tiene que ver con la tierra, con la agricultura y la producción de alimentos, de los fertilizantes, pero es una misión acabar el hambre” (Gustavo Petro, Portafolio – 16 agosto de 2022). En síntesis, garantizar la seguridad alimentaria, dado que producir mucho de los productos disminuye el déficit en la balanza comercial puesto que la mayoría son importados.
La cuarta P corresponde al cambio en la política exterior, como lo he señalado en varios de mis escritos replanteando el hecho de que el mundo se desplazó del Atlántico al Pacífico y el que las relaciones en el mundo se rigen por el multilateralismo, los bloques económicos que trascienden fronteras ideológicas.
El mirar al Pacífico también supone entender el gran salto que dieron las economías de China, Corea y Japón que en poco más de siete décadas registran extraordinarios niveles de vida, un mercado que hoy presenta el mayor dinamismo en materia comercial y tecnológica, paradójicamente el pacifico colombiano no ha tenido participación en ninguna de las agendas de los gobiernos pasados.
Entablar nuevos tratados de comercio exterior con los países de la región del Asía-Pacifico, dotar de infraestructura industrial y portuaria al pacifico colombiano es una tarea urgente que supone desarrollar la infraestructura de puertos y vías ferroviarias para dinamizar está olvidada región del país.
La quinta P es el Pacto Social, que supone un gran acuerdo nacional que involucre activamente a todos los sectores políticos, sociales, culturales, empresariales y académicos, con el fin de llegar a consensos generales respecto del país que los colombianos queremos, una “Agenda para el desarrollo de Colombia”, que entienda la visión de un país multicultural y biodiverso, “con trabajos más satisfactorios, menos contaminación, mejores cuidados, salarios más igualados…
¿Qué clase de economía queremos?, como conformar nuestras actividades económicas y hacer más por reducir las actividades que consisten puramente en capturar rentas y vincular de manera más cuidadosa las recompensas a la actividad verdaderamente productivas” (Mariana Mazzucato, El valor de las cosas, 2019).
Los protagonistas son las nuevas generaciones de jóvenes, que desean un país más próspero y equitativo, con oportunidades para todos y que garantice el mayor ideal para cualquier sociedad, el poder vivir en paz con democracia económica y política. Conformar un “bloque histórico” que va más allá del Pacto Histórico y abre la puerta a todos los comprometidos con el cambio y la modernización del país.