Las 3 estrategias para convertir las ciudades latinoamericanas en ciudades del El Dorado

Las 3 estrategias para convertir las ciudades latinoamericanas en ciudades del El Dorado

La leyenda del Dorado representa un momento crucial en que la cosmología indígena comunica un mensaje profundo a la mentalidad occidental

Por: juan manuel figueroa calero
octubre 08, 2024
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Las 3 estrategias para convertir las ciudades latinoamericanas en ciudades del El Dorado

La leyenda del Dorado representa un momento crucial en que la cosmología indígena comunica un mensaje profundo a la mentalidad occidental. El Dorado simbolizaba una comunidad humana que había alcanzado una armonía espiritual con su territorio, una sabiduría que se extendió por todo el continente americano. Las monumentales piezas de infraestructura que dejaron son testigos elocuentes de que este era un territorio sostenible y libre, capaz de mantener un imperio. 

La chakra era la unidad básica del territorio, capaz de alimentar a una familia indígena. También era un lugar donde se comprendía el sol, la lluvia, el viento y las estrellas; un estado de libertad en el que la naturaleza era la única gobernante. Al perder la chakra, se perdía la libertad y se dependía de otros. Aunque esta pérdida podría ocurrir por la muerte o un accidente, siempre existía la posibilidad de regresar a la chakra y, con ello, al equilibrio natural, donde ningún hombre estaba por encima de otro. 

La chakra fue una piedra angular en la estructura de la civilización indoamericana. La concepción del cerco y la casa llegó con la civilización occidental, reforzada por las Leyes de Indias. En este cruce de culturas y en los silencios entre ellas, es donde se forja la percepción del territorio que ha perdurado hasta nuestros días. 

Hace unos años, tuve la oportunidad de colaborar con una oficina holandesa en el diseño del proyecto “Parque del Río Cali”. Su objetivo era mejorar la calidad del espacio público y habilitar un balneario de dos kilómetros a orillas del río. Esta iniciativa buscaba revitalizar una amplia zona urbana del centro histórico que había sido abandonada. Sin embargo, el proyecto quedó inconcluso debido a un cambio de prioridades en la nueva administración de la ciudad. Tiempo después, la pandemia de COVID-19 encontró a la ciudad con una escasez de zonas verdes adecuadas para el esparcimiento, lo que incrementó la sensación de claustrofobia colectiva y llevó a una demanda inmobiliaria sin precedentes en el área rural. Esto resultó en el desplazamiento de pequeños agricultores, reemplazados por casas campestres con piscina. No solo estamos presenciando el colapso de la ciudad como hábitat funcional, sino también la exportación de su desigualdad y violencia hacia las zonas rurales. 

A pesar de la promesa de progreso de la ciudad moderna, seguimos cargando con el temor a la naturaleza heredado de la ciudad colonial. Hoy, Cali es una ciudad estratégica como puerto seco del Pacífico, pero alberga al 80% de su población en apenas el 20% de su territorio, rodeada por una agricultura industrial que impide el respiro de su población, generando un círculo vicioso de violencia y desigualdad. 

Pero, ¿cómo serían nuestras ciudades si aplicamos la chakra como modelo de sostenibilidad indígena? Imaginemos una ciudad agrícola, con millones de canales y reservorios que se extienden desde su centro hacia el valle, donde cientos de oasis protegen a familias en pequeñas granjas tecnificadas, creando una fina red de parcelas y espejos de agua en el entorno rural. 

Este cambio de paradigma podría convertir al Valle del Cauca en un referente global, comparable con el Valle Central de California en Estados Unidos o el Valle de Uco en Argentina. Sus ecosistemas exóticos y estables, junto con una población rural que preserva tradiciones agrícolas milenarias, podrían transformar la región en un territorio con gran potencial para la autosuficiencia alimentaria y, por ende, altamente adaptable a los cambios climáticos.

Tres estrategias fundamentales podrían guiar a la ciudad latinoamericana hacia esas ciudades del Dorado:

1-Organización territorial en torno a una cuenca hidrográfica: Esta estrategia es crucial para la gestión sostenible de los recursos hídricos y el desarrollo territorial. Al utilizar la cuenca como unidad de planificación, se promueve un enfoque holístico que integra los procesos naturales con las actividades humanas. Este enfoque permite una gestión integrada de los recursos hídricos, considerando tanto la calidad como la cantidad del agua y sus múltiples usos. Además, facilita la conservación de ecosistemas acuáticos y terrestres, contribuyendo a la biodiversidad y a los servicios ecosistémicos.

2-Reconstituir un territorio en torno a la infancia: Rediseñar nuestras ciudades para que sean entornos más seguros, saludables y equitativos para los niños es esencial. La implementación del concepto de la "ciudad de los 15 minutos" permitiría a los residentes acceder a todos los servicios esenciales, incluidos los colegios, en un radio de 15 minutos a pie o en bicicleta desde sus hogares. Este enfoque prioriza la seguridad y la accesibilidad en el diseño de calles, zonas verdes y rutas escolares, permitiendo que los niños se desplacen de manera segura. No solo fomenta la autonomía infantil y la actividad física, sino que también refuerza la integración social y comunitaria. Además, las políticas urbanas deberían incluir la creación de “zonas escolares seguras”, que reduzcan el tráfico y aseguren un entorno tranquilo para los niños. 

3-Microgranjas: Incrementar la población agrícola alrededor de la ciudad del 20% al 40% mediante la implementación de microgranjas garantiza la autosuficiencia alimentaria y fortalecería la independencia de la ciudad. Este modelo también ayudaría a amortiguar el impacto urbano sobre la naturaleza, creando una zona rural robusta de neorurales y eco urbanos que actúe como un puente sostenible entre la ciudad y su entorno natural. 

Repensar nuestras ciudades latinoamericanas a través de la integración de prácticas ancestrales, como la chakra, adoptando estrategias que promuevan la autosuficiencia alimentaria, la gestión responsable de los recursos hídricos y la preservación de ecosistemas, con un enfoque centrado en la niñez, nos permitirá avanzar hacia esas ciudades del Dorado que regeneran la biodiversidad y construyen un futuro consciente, sostenible y equitativo.

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