En el cuarto encuentro con los movimientos populares que culminó el pasado 16 de octubre, el papa Francisco, con ternura poética, hizo 13 peticiones a sectores de poder global para transformar las prácticas destructoras de la vida humana, del planeta y de todas las especies.
La crisis transparentada por la pandemia, dijo el papa, requiere de acciones prontas. Señaló que no se han visto medidas de parte de gobernantes y sectores económicos que apunten a conseguir cambios, pues claramente hablan es de relanzar, de reiniciar, el modelo de desarrollo que agudizó la actual crisis. Sin embargo, el papa tiene esperanza de que se adopten los cambios que se requieren y afirmó que aún estamos a tiempo.
Ante los ataques que recibe de sus detractores dentro y fuera de la Iglesia, aclaró que su palabra no es distinta a la de la doctrina social de la Iglesia sobre el bien común, la solidaridad y la subsidiaridad entre movimientos y pueblos.
Esta es un síntesis de sus peticiones, que van a la raíz del cambio que se requiere al actual modelo de desarrollo:
1) A los grandes laboratorios, liberar patentes de vacunas como un gesto de humanidad.
2) Al sistema financiero y crediticio, condonar la deuda externa.
3) A los gobiernos, establecer un salario mínimo universal, así como también una reducción de la jornada laboral, para que todos puedan tener acceso a “los más elementales bienes de la vida”.
4) A empresas extractivas y agronegocios, que dejen de destruir bosques, ríos, suelos, humedales y dejen de intoxicar pueblos y alimentos.
5) A las empresas de alimentos, dejar de imponer su monopolio que infla precios y se quedan con el pan del hambriento.
6) A fabricantes y traficantes de armas que cesen su actividad, que genera guerra y desplazamiento en el marco de juegos geopolíticos.
7) A los gigantes de la tecnología, que dejen de explotar la fragilidad humana aumentando el discurso de odio, las noticias falsas, las teorías conspirativas, la manipulación política.
8) A los gigantes de las telecomunicaciones, liberar el acceso al contenido educativo y a la interrelación docente alumno, para que las niñas y niños más pobres accedan al derecho a la educación.
9) A los medios de comunicación, que terminen con la lógica de la posverdad, la desinformación, la difamación, las calumnias, la fascinación enfermiza por el escándalo y lo sucio, que busquen contribuir a la fraternidad humana y les invita a la empatía con los mas vulnerables.
10) A los países poderosos, que cesen las agresiones, bloqueos y sanciones unilaterales contra otros países. No al neocolonialismo.
11) A los gobiernos y partidos, que trabajen por el bien común, sirvan a los pueblos que claman por tierra, techo y trabajo para un buen vivir aborigen.
12) A todos los líderes religiosos, a nos usar el nombre de Dios para guerras y golpes de Estado y a luchar junto a los humildes para que el desarrollo humano integral sea una realidad, tendiendo puentes.
13) A todas y todos, a frenar los discursos populistas, de intolerancia, xenofobia, aporofobia y todas las narrativas que dividen a los pueblos.
Este pronunciamiento de Francisco es quizás el más radical en todo su pontificado de cara a un cambio de modelo de sociedad, y quizás el más agudo pronunciamiento en procura de la justicia social que papa alguno haya hecho. Es toda una plataforma que recoge las reivindicaciones de los movimientos populares convirtiéndose en desafío, también para los partidos políticos que se identifican como alternativos.
Es también un llamado a las iglesias y religiones a trabajar en la misma dirección. La pobreza, la destrucción de la biodiversidad no dan tregua y exigen llamamientos del talante de este que Francisco ha lanzado al mundo.