El cine por estos días parece vivir sus últimos estertores. Las taquillas son cada vez más bajas y no existe el culto a los directores que había hace unas décadas. Desde que R.W. Fassbinder sacara en 1980 Berlín Alexanderplatz las posibilidades narrativas de la televisión se multiplicaron hasta el infinito. Una década después David Lynch metió a millones de televidentes en un laberinto que no tenía salida con Twin Peaks pero sería solo hasta Los Soprano el momento en el que el medio se consolida y ahí sí empieza la edad dorada de la televisión. Por eso hoy le doy por un momento la espalda al país —uno se cansa de todo, hasta de esta coyuntura tan apasionante— y me meto en este listado de las que para mí son las 10 series más importantes de todos los tiempos. Por cierto Game of Thrones no está. Creo que no estaría ni siquiera si fuera un Top 20.
10. American Horror Story: Excesiva, incongruente, desmesurada y genial. Hay momentos en donde te prometes que no la seguirás viendo pero ahí sigues enganchado, con todas las culpas de un maldito yonkie. De entre todas las historias la última, la del Hotel, en donde caes rendido ante la irresistible fealdad de Lady Gaga, es la que encumbra a esta serie en lo más alto del cielo televisivo. Véanla, así les de asco.
¿Cómo la veo? En internet hay bastantes páginas para hacerlo.
9. The Walking Dead: Mi placer culposo favorito regresa con un malo de película y el interrogante de saber cuál fue el hombre que cayó bajo el garrote de Negan. Asfixiante, desesperanzadora, los bobos que no la han visto arquean la ceja refunfuñando que “Yo no veo cosas de zombis”. The Walking Dead no es una historia sobre muertos que caminan sino sobre la maldad de los hombres.
¿Cómo la ves?: En Netflix están las cinco primeras temporadas.
8. Twin Peaks: David Lynch mata a Laura Palmer sólo para meter a su teleaudiencia en un divertido, extraño e incongruente laberinto. No sabemos muy bien de que va este delirio lisérgico. No sabemos si el malo es un extraterrestre vestido de Armani o el mismísimo satán. De lo único que estoy seguro es que solo Fellini construyó sueños como los que hace Lynch en esta obra maestra a la que hay que volver una y otra vez, con la misma fe esperanza con la que los enfermos van al santuario de Lourdes.
¿Cómo la ves? Por ahora es inencontrable.
7. Arrested Development: Su humor descarnado y cruel llevó a que la serie desapareciera después de la segunda temporada. Netflix la revivió hace un año y tampoco enganchó a nadie. No la recordaba muy bien hasta que el entusiasmo de Carolina Sanín me llevó a volverla a ver. La autora de Los niños volvía a tener razón. Arrested no solo es hilarante sino muestra a una familia de tránsfugas en plena disolución. Todo Estados Unidos resumido en cinco tipos viles, bobos, hipócritas, superficiales y ambiciosos.
¿Cómo la ves? En Netflix está completa.
6. Narcos: En Colombia despertó urticaria el hecho de que Andrés Parra no protagonizara la gran serie de Netflix. Cuadriculados y tapados como una caja fuerte el colombiano promedio extrañaba los excesos narrativos y se ofendía “Porque no contaba la historia de Pablo como era hombe”. Solo el tiempo va a poner en su verdadero lugar la monumental actuación de Wagner Moura y de su contra parte, el también brasilero Pedro Pascal. Para aplaudir de pie la dirección de la mayoría de los capítulos que tuvo el caleño Andy Baiz. Después del descalabro de la adaptación del libro de Miguel Torres, El crimen del siglo, Baiz se muestra como el más prometedor de nuestros directores con el perdón del maestro Ciro Guerra. Adictiva, electrizante y sorprendente, con ansiedad esperamos la segunda temporada en donde hay muchas posibilidades de que sea sobre el fin del Cartel de Cali. Igual no nos preocupemos, historias de Narcos es lo que hay en este continente.
¿Cómo la ves? En Netflix está completa.
5. Downtown Abbey: Yo sólo haría la revolución si me prometieran que al final se instauraría una monarquía. Entonces me permitiría ser un duque déspota y cruel, no como Lord Graham y sus hijas, que viviera en un lugar como Downtown. Lacrimógena, a veces cursi y sobre todo elegante, soberbia, la producción de la BBC enseña a estas tierras de Betty la fea cómo es que son las telenovelas en el Primer Mundo.
¿Cómo la ves?: En Netflix está completa.
4. Breaking Bad: La historia de Walter White se ve con la intensidad de un partido de fútbol: de pie y comiéndose las uñas. Nos sentimos culpables porque, a pesar de que disuelva en ácido cadáveres, justifique la muerte de niños y trafique con metanfetamina, nunca vamos a dejar de querer a Heisenberg. Al fin y al cabo vimos lo duro que le tocó, lo mucho que quería a su familia, lo que se jodió para tener un cuarto lleno de billetes de 100 dólares que, al fin y al cabo y como suele pasarle a los mafiosos, nunca va a disfrutar. Una de las cosas más tristes que he visto en la televisión — y en cualquiera de las bellas artes— es ver al pobre Jesse Pinkman llamando a su novia muerta solo para escuchar el mensaje de voz de su contestador. Eso, eso no es otra cosa que poesía, un bien cada vez más en desuso.
¿Cómo la ves? En Netflix está completa.
3. Mad Men: debo confesar que los primeros 5 capítulos de Mad Men son insoportables, sobre todo teniendo en cuenta los picos emocionales que tendrá la serie en la tercera y la cuarta temporada. Sin embargo la importancia de éste monumento reside en la manera como se reconstruyen los sesenta. Pareciera que Mathew Wienner hubiera tomado una máquina del tiempo y se hubiera ido cuarenta años atrás para mostrar la más convulsionada, violenta y apasionante década en la historia de los Estados Unidos. Don Drapper, que duda cabe, es el hombre que todos queremos ser y con el que sueñan todas las mujeres. Sobre él se resiste la carga de una historia que parece ser dirigida, por momentos, por Douglas Sirk.
¿Cómo la ves? En Netflix está completa.
2. Vinyl: Es una pena que los esfuerzos de Scorsese y Mick Jagger se hayan ido al garete. De nada sirvió un piloto épico de casi dos horas, una oda a la cocaína, el sexo duro y, como no, el Rock. Lo que no calcularon Martin y Michael Phillip es que al rock hace rato le hicieron golpe de estado y ahora lo que manda es Maluma. Por eso nos vamos a quedar sólo con esta primera temporada ya que no hubo financiadores que soportaran desarrollar la historia de cómo el rock logró sobrevivir a la música Disco y demás pamplinadas que empezaron a aparecer como ulceras a mediados de la década del setenta. Nos quedan estos diez capítulos que veremos una y otra vez, como las ruinas de una catedral romana.
¿Como la ves?: en los aviones de Avianca. No está en otro lado.
1. Los Soprano: Cuentan que Pablo Escobar quiso, a mediados de los ochenta, entrar en Nueva York. Mandó dos emisarios para hablar con la mafia italiana. La reunión terminó con sus dos hombres despedazados en bolsas de polietileno. Honrarás a tu padre, el libro de Guy Talese que se adentra en los secretos de la familia Bonano, le sirvió de inspiración a Mathew Wienner para crear Los Soprano. Si en la trilogía de El Padrino se muestra a los mafiosos como ellos creen que son en esta serie, magistralmente protagonizada por el aún llorado James Gandolfini, se los ve como realmente son: arruinados, gordos, ordinarios, racistas, despiadados y, sobre todo, aburridos. Es imposible entrar a describir a Los Soprano. El año pasado la revisité y solo gana con los años. La clave acá no es, como en Breaking Bad, la trama sino la construcción de los personajes. Eso es lo que la hace tan cercana a las tragedias de Shakespeare.
¿Cómo la ves?: En internet hay varias páginas para verla.