La semana pasada, el presidente anunció con bombos y platillos la entrega de 10.000 becas para los mejores resultados de la prueba Saber 11 de este año, estudiantes que hayan obtenido 310 puntos en la nueva escala de valoración, cifra que según los burócratas del ICFES, no superará el 7% del total de los evaluados, además, para ser beneficiario de este crédito, se debe pertenecer a los niveles más bajos del SISBEN.
Es difícil comprender que un gobierno desaproveche esta oportunidad para mostrarse como una dirigencia comprometida con la educación y el futuro del país. Sin embargo, la realidad es bastante sombría. Según cifras del mismo gobierno, la deserción y el acceso a la educación superior no dan tregua y la estrategia es que la gente se endeude para vivir empeñada toda la vida pagando por una educación que debería ser sufragada por el Estado.
El análisis es sencillo. El país no necesita de estos 10.000 préstamos vía ICETEX, lo que el país requiere es un sistema educativo diferente y garantista de los derechos de todos y todas. Este tipo de programas solo intenta cubrir un plan maquiavélico de darwinismo social, patrocinado por la necesidad y la falta de cupos en las universidades públicas, con un déficit de más de 12 billones de pesos que dejan la selección de sus estudiantes a pruebas que son diseñadas con el objetivo de extraer lo “mejor” de la población estudiantil. ¿Y los demás? No hablaré de los “peores” puntajes que dentro de la sociedad de consumo capitalista están condenados a las más deficientes condiciones de vida, por vagos supuestamente. Voy a señalar a todos aquellos que se quedan por fuera de la universidad por una o dos preguntas, por uno o dos puntos.
Foto: archivo andina.com
Ellos tampoco importan, los importantes son aquellos que pasan, los que sí estudiaron o se esforzaron de verdad, es la justa sociedad que valora el sacrificio y la dedicación; el problema radica en que por más que nos esforcemos, siempre alguien se quedará por fuera del sistema educativo público superior, obligándolo irremediablemente a endeudarse, si puede obviamente, los otros, estarán condenados a volverse ricos con su trabajo, situación que como demostraría Marx, es falsa, no por trabajar mejor y más horas, la clase obrera mundial tiene las mejores condiciones de vida.
Todo lo contrario queridos lectores, hoy estamos regresando a condiciones laborales similares a las que tuvieron que enfrentar los y las trabajadoras en el siglo XIX[1], pero nadie dice nada, pensar en el ocio o actividades de esparcimiento es sinónimo de pereza, situación en cambio que va muy bien con todos aquellos que sí se pueden dar esos lujos a costa del trabajo de millones, la gran contradicción del capitalismo emerge siempre, mientras la producción es colectiva, la apropiación de ganancias es individual.
Para cerrar este amargo análisis, no queda más que resaltar que estas 10.000 “becas” responden fantásticamente a un mundo de desigualdades y explotación. Seguir postergando la educación superior estatal pagada por nuestros impuestos, continuará perpetuando la exclusión y miseria que se niega a abandonarnos. Que tristeza que los colombianos no podamos estar a la altura de países como Argentina, México o Venezuela, que con problemáticas tan similares pudieron garantizar el acceso universal a la educación superior, conocedores eso sí, que solo rompiendo las desigualdades en educación, podremos construir mundos mejores.
No celebro, ni celebraré estos préstamos, porque es la política de la competencia salvaje e inhumana de pasar por encima del otro; de desconocer lo público como lo que todos construimos. Mis impuestos no son solo para 10.000 estudiantes señor presidente, mis impuestos son para todas y todos los que quieran estudiar, sin puntajes, sin exámenes, sin clasificaciones, el único requisito posible es pertenecer a esta raza humana cada vez más descabellada.
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[1] No olvidemos que gracias a nuestro heroico ex presidente la noche en Colombia comienza a las 10:00 p.m.
