El largo letargo del que despierta Colombia
Opinión

El largo letargo del que despierta Colombia

Somos un país cambiando de rostro y comportamiento como nunca antes

Por:
septiembre 08, 2017
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En estos días abordé por primera vez en mi vida un bus de Transmilenio. Sencillamente exploré cómo hacerlo. Observando a los demás descubrí el modo de acceder a la estación, luego la forma de pagar adquiriendo una tarjeta de tres mil pesos que podía cargar con los fondos que deseara, y por último cómo pasar por la registradora. Abordar el bus fue otro cuento.

Cuando se detenía uno y abría las puertas, se podía apreciar que estaba lleno de gente, parte de la cual forcejeaba por descender a la estación, mientras otro puñado de hombres y mujeres pujaba por hacerse a un lugar dentro. Solo conseguí ingresar al tercero de los buses, apretado entre los demás y bregando a asirme de algún tubo para conseguir sostenerme en pie.

Me dije que los tiempos cambian, pero no tanto como se quisiera. En mi época de estudiante de la Nacional debía salir a la calle 44 sur a tomar un bus atestado de pasajeros y colgarme de algún modo a su puerta, avanzando lentamente por entre la gente apretujada hasta la parte de atrás, a fin de descender en la 30 con 45. Quizás hoy son más rápidos los desplazamientos.

Pero 40 años después, en esencia, el problema sigue siendo el mismo. Es como si superar las dificultades en nuestro país requiriera siempre de décadas y décadas de intentos fallidos. Tal vez se deban a eso el escepticismo y la indiferencia de muchos. En nuestro pueblo la gente ha aprendido a pensar que se morirá sin llegar a ver el cambio del que tanto oye.

Y tal vez por eso mismo no alcanza a percibir la oleada de transformaciones en ciernes. Recuerdo ahora que alguna vez dijo Alfonso López Michelsen que él no sabía si los Acuerdos de La Uribe traerían la paz para Colombia, pero que en cambio estaba seguro de que el país no volvería a ser nunca el mismo después de cumplidos dichos diálogos.

Creo que el momento por el que atraviesa el país es indicativo de que las cosas ya no volverán a ser como antes. No solo porque se hayan firmado los Acuerdos de La Habana con las Farc, sino por lo que estos vienen desencadenando de modo inevitable. Las noticias de la última semana lo ponen en evidencia, algo se está moviendo muy de prisa en Colombia.

El Congreso constitutivo del nuevo partido de las Farc celebrado en la capital del país, y luego su clausura con el megaconcierto organizado en la plaza de Bolívar, con el discurso de Timochenko incluido, por más animadversión y especulación que despierte entre los sectores ultramontanos, da cuenta por sí solo de que no somos el mismo país de antes.

Las Farc desarmadas en la plaza de Bolívar, frente a poderes institucionales y espirituales de tanta raigambre en esta nación, con un jefe guerrillero transmutado en dirigente político, aplaudidas y ovacionadas por decenas de miles de personas, protegidas por un enorme despliegue policial, sin un solo incidente que lamentar, no son una anécdota más para relatar en Colombia.

Aquí se está desencadenando un proceso importantísimo. Somos un país cambiando de rostro y comportamiento como nunca antes. Hasta en el deporte, con ídolos nuevos que brillan en las montañas españolas y en una selección nacional de fútbol que no se amedrenta en lo más mínimo ante la pentacampeona de Brasil, haciéndole pasar grandes sustos.

 

 Gobierno de Colombia y Ejército de Liberación Nacional
acaban de hacer al país un anuncio de dimensiones considerables.
Han pactado un cese el fuego bilateral

 

Colombia despierta de un larguísimo letargo y comienza a andar hacia un futuro superior. La visita pastoral de su santidad Francisco se produce en un momento decisivo de la vida nacional. El gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional acaban de hacer al país un anuncio de dimensiones considerables. Han pactado un cese el fuego bilateral.

La experiencia enseña que este tipo de acuerdos son muy difíciles de romper sin sufrir graves consecuencias políticas. Lo más seguro es que se prorrogará una vez vencido su plazo, y que paralelamente se irán conquistado acuerdos de fondo en la Mesa de diálogos de Quito. La fuerza de la paz en nuestro país resulta imparable, ya no habrá vuelta atrás.

 

 El ambiente excepcional que se apodera del país,
lo fortalece la disposición de las llamadas Autodefensas Gaitanistas
de someterse a la justicia

 

Ese ambiente excepcional que se apodera del país, lo fortalece además la disposición de las llamadas Autodefensas Gaitanistas de someterse a la justicia. El gobierno nacional ha anunciado movimientos oficiales en ese sentido, mientras el grupo también denominado Clan del golfo ha manifestado su respeto total a los acuerdos alcanzados con las Farc y el ELN.

Los sectores cavernarios maniobran para que el papa no hable de paz y reconciliación, lo cual da una idea del viejo país que agoniza. La bendición de Francisco llega a Colombia en el mejor momento, e incidirá decisoriamente en la derrota final de los sectores que pregonan el odio y la violencia. Tiene que ser así porque una nueva Colombia nace. Amén.

 

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