Seguimos desenmascarando el pésimo gusto rockero de un país vallenatero como Colombia. Si quieren conocer el gusto rockero de nuestros paisanos basta escuchar a Duque y su guitarra, o el grupo de rock de la policía que le dedicó canciones cuando cumplió años en el 2019
En ciudades intermedias, en los bares autodenominados de Rock, es posible que te sorprendan con bodrios como estos:
Y hay entusiastas que hasta las poguean. De más está decir que en Argentina, donde se escucha el mejor rock en español del continente no escuchan Vilma Palma ni mucho menos Lamento Boliviano de Enanitos Verdes:
Lamento Boliviano todavía es aplaudida y admirada por los que se creen muy rockeritos. Ellos son felices viniendo a lugares como el nuestro donde son tratados como si fueran Iron Maiden. En una bebeta de colombiano promedio, mayor de cuarenta años y que se crea hipsters, todos los velos caerán cuando, después del quinto tequila, pidan cosas como esta:
Y cuando se destila el mal gusto, nada mejor que poner algo tan horrible, antiestético y nauseabundo como esto, el innombrable Mago de Oz:
Es muy importante que quede claro que no somos un país rockero, y que, en diciembre, cuando estrenaron Rompan Todo, el documental de Netflix, se veían realmente ridículos pidiendo más protagonismo para el rock nacional cuando ni siquiera hemos tenido el criterio para escuchar cantos tan desgarradores como Vencedores Vencidos:
O la tosca belleza de un blues de Pappo:
El rock nuestro es algo tan indefinible, y tan indefendible, que va en todo el espectro que cubre de los Auténticos Decadentes a Maná.