El comunicado que Cancillería Colombiana emitió este 18 de octubre a propósito de las agresiones que algunos Colombianos reciben en Chile, es una verdad a medias. Es impugnable todo hecho de violencia contra cualquier persona en un país extranjero, y aún más por razones de discriminación racial o xenofobia.
Sin embargo, vale la pena señalar que la migración de Colombianos a Chile se ha incrementado en los últimos 3 años, no precisamente por las oportunidades que la ‘Alianza para el Pacífico’ ha traído o no como “parte sustancial de los procesos de integración económica, cultural y social” como dice el comunicado oficial. Los más de 600 colombianos provenientes del sur de Pacífico Colombiano, de Tumaco y Buenaventura principalmente, están bajando por la cordillera de los Andes, soportando cuatro fronteras de países hermanos -Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina- y un futuro incierto en su destino final, Chile.
Seguramente Cancillería y la Alianza para el Pacífico no consideraron, que las personas que se aventuran a semejante viaje, con traje tropical, dos maletas y un radio en el bolsillo, buscan un lugar que les garantice dos derechos fundamentales que desafortunadamente su país no lo hace: el derecho a la paz y el derecho al trabajo; no conocen las inclemencias de las altas cumbres, ni los tratos en fronteras, a pesar que se habla el mismo idioma. Muchos se quedan a mitad de camino, en Bolivia, dónde los contratan como jornaleros para raspar hoja de coca, pues en Bolivia la coca tiene un sentido diferente al que persiste en Colombia; y raspar coca es un trabajo digno que da para comer cada día.
El Tratado Constitutivo de la Alianza del Pacífico, destaca “la importancia de facilitar el libre movimiento de personas entre las Partes, como un mecanismo que coadyuve a crear mejores condiciones de competitividad y desarrollo económico” y de “promover la cooperación entre las autoridades migratorias y consulares y facilitar el movimiento de personas y el tránsito migratorio en el territorio de las Partes”. Sin embargo y a pesar del tratado constitutivo, otros más osados siguen bajando, en condiciones extremas para intentar llegar al sur. Los pasos por Argentina, son relativamente fáciles a pesar de sufrir con el estigma y el maltrato de los oficiales de aduanas que creen que todo colombiano es mula (carga coca). Parece que es más fácil entrar a Chile por Argentina central -Mendoza o Neuquén- y es por eso, que se busca ingresar por las provincias del norte, Jujuy y Salta: El Paso Jama, el PasoAguas Blancas – Bermejo, el Paso El Condado - La Mamora; el Paso Fronterizo Puerto Chalanas – Bermejo; el Paso Fronterizo Sico. Seguramente en 5.308kms de frontera Chilena- Argentina, ‘pasos de chivo’ deben haber muchos.
En Mendoza muchos colombianos llegan y hacen “escala”, por ser la primera gran ciudad en Argentina. Seguramente por esa razón Cancillería estimó conveniente y en hora buena, instalar un Consulado Honorario en la capital de la provincia -decreto 2038 del 2 de octubre de 2012-.
Los pocos valientes que quedan siguen bajando y su meta es llegar a Chile y entrar por los pasos más sureños: en Provincia de Tierra del Fuego, Paso San Sebastián; Provincia de Santa Cruz, Paso Internacional Integración Austral Río Gallegos; Provincia de Chubut, Paso Huemules; Provincia de Río Negro, Paso Pérez Rosales, Paso Río Manso; Provincia de Neuquen, Paso Cardenal, Paso Hua Hum, Paso Mamuil Malal, Paso Icalma y Paso Pino Hachado.
Algunos que logran entrar a Chile, sufren los maltratos que afortunadamente denuncia Cancillería; y los que no ingresan, las autoridades migratorias chilenas los rechazan en frontera por racismo o por indocumentados; son quienes regresan a Mendoza: maltratados, sin plata y sin sueños.
Las historias de las migraciones cada día serán mayores y por múltiples razones. El caso de colombianos maltratados en Chile seguirá ocurriendo, a pesar de solemnes comunicados y buenas intensiones en los tratados de integración comercial.
La gente no sale de su tierra por placer. Cuando colombianos como los tumaqueños dejan el mar y manglar, lo hacen porque la Guerra y el dolor, no se soporta más. Y esa verdad debería conocerla Cancillería, antes de firmar las alianzas para el Pacífico.
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