En mayo de 1987, Luis Herrera se impuso en la meta de Los lagos de Covadonga. Ese día, el jardinerito de Fusagasuga se convertía en el primer colombiano en ser líder de una de las grandes vueltas. Atrás dejaba al múltiple campeón del Tour Laurent Fignon, al magnífico corredor irlandés Sean Kelly y confirmaba que los escarabajos podían estar a la altura de los potentes europeos. Era la etapa 11 y el mejor escalador del mundo soportó 10 etapas más para levantar los brazos en el Paseo de la Castellana de Madrid.
Treinta años después un boyacense, Nairo Quintana, volvió a poner de rodillas al tres veces campeón del Tour, Chris Froome, a Alberto Contador, a Samuel Sánchez, a los mejores del mundo, en el lugar en donde empezó a tejerse la leyenda de unos indígenas que cruzaron el océano para vengar los oprobios de la invasión que amenazó con borrarlos de la faz de la tierra.
Es la cuarta vez que un colombiano levanta las manos al final de la etapa más hermosa del mundo. Lucho repitió en 1991:
Oliverio Rincón dos años después:
Y ahora Nairo, después de las dudas que suscitó su “pobre” actuación en el Tour de Francia en donde ocupó la tercera casilla, va a buscar su segunda vuelta grande teniendo apenas 26 años. No la va a tener fácil. Aunque con el minuto que le sacó hoy a Alberto Contador, prácticamente lo eliminó por la lucha de la victoria final. Pero tener a un monstruo como Froome a menos de un minuto, sabiendo que la penúltima etapa es una contrarreloj plana de 37 kilómetros, es una diferencia escasa. Quedará atacar en cada puerto, en cada desnivel, tomar la distancia diferencia para llegar vestido de rojo a Madrid.
Nairo no la tiene fácil pero él está acostumbrado a lo imposible: ganó un Giro de Italia con otitis y quedó tercero en el pasado Tour de Francia con 38 grados de fiebre. A sus 26 años sería el más joven en la historia en hacer podio en las tres vueltas más importantes del mundo.
