Gran sorpresa me causó la noticia de que Alen Jey Stephens, gobernador (e) de San Andrés, se tomó el trabajo de enviar una carta a la recién creada Organización Miss Universe Colombia. El motivo de la misiva era la presencia de dos candidatas por el archipiélago. Por un lado, estaba Valeria Ayos Bossa, quien había sido designada Miss San Andrés. Por el otro, estaba Josseidy Escalona Bent, Miss Providencia y Santa Catalina. El mandatario expresó su inconformidad con la presencia de dos candidatas pues, según dijo, esto fomentaba rivalidades innecesarias entre las islas. De igual manera afirmó que este año el departamento no contará con representación oficial en el concurso.
Sin embargo, la Organización Miss Universe Colombia respondió con un comunicado lamentando la actitud de la gobernación y afirmando que por ser un ente privado no necesita ningún tipo de aval para que una candidata lleve el nombre de San Andrés en su banda. Aunque Josseidy Escalona renunció, Valeria Ayos se mantiene firme en la competencia, donde es favorita en redes sociales a llevarse el título nacional.
La verdad que no se dice en medios es que la incomodidad del mandatario, y de gran parte de la isla, es que Valeria Ayos no nació en San Andrés ni es hija de padres raizales. La joven llegó de Cartagena cuando tenía cinco años. Se crio en la isla. No es la primera vez que Valeria Ayos, teniendo todas las cualidades que exige la participación en un reinado, enfrenta discriminación en San Andrés. En 2016 la joven interpuso una tutela para participar en la elección local de la representante de las islas en el reinado de Cartagena. Un juez le dio la razón y, aunque era claro que no la iban a elegir siendo la mejor entre tres aspirantes, participó en medio de burlas y chiflidos por parte del público local.
Posteriormente, Valeria participó en Miss Earth Colombia, donde se llevó el título. Viajó a representar a Colombia en Miss Earth 2018 y entre 87 participantes de todo el mundo logró el segundo lugar. En Filipinas, país apasionado por los reinados que fue sede del concurso, todo el público quedó cautivado con la colombiana. Paradójicamente, la joven insistió en su sueño de ser reina y llevarle una alegría a la tierra que la vio crecer, pese al poco apoyo recibido.
En los últimos años Valeria se había dedicado a ser presentadora de televisión en Teleislas, el canal local de San Andrés. Además, ya se había comprometido en matrimonio. No obstante, la posibilidad de ir a Miss Universo, que creyó perdida cuatro años antes, se atravesó en su camino con el nuevo concurso Miss Universe Colombia. La joven, isleña de corazón, postergó sus planes y retomó los tacones. Desde que anunció su interés de representar a San Andrés se convirtió en favorita. Y, hasta la fecha, sigue firme en su objetivo. Ni siquiera los ataques, el bullying y hasta un gobernador con serios problemas de prioridades en su mandato, han podido desenfocarla de su meta.
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Lo grave en todo este asunto no es un reinado. Lo preocupante es que hasta algo tan banal como un reinado se permea de la xenofobia histórica en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina contra los llamados 'continentales', o 'pañas', en su forma peyorativa. Lo que le ocurre a la joven Valeria Ayos es el diario vivir de muchos sanandresanos que, sin ser raizales, tienen una vida entera escrita en estas islas. Es insólito que un gobernador -encargado, porque el que fue electo hace menos de un año ya está detenido por corrupción frente al manejo de recursos del Covid- tenga cabeza para estar pensando en reinas.
Lo anterior, mientras el archipiélago sufre la crisis económica más grande en toda su historia, y la pandemia amenaza con hacer colapsar la precaria infraestructura de salud. Recordemos que San Andrés, Providencia y Santa Catalina ya son más de 1.800 casos confirmados de coronavirus y el hospital se inundó por lluvias hace tres semanas. El pueblo isleño debería sentirse ofendido con el hecho de que su gobernador (e) se tome el tiempo de mandar una carta a un reinado cuando una bomba de tiempo está próxima a estallar en las islas.
Por si fuera poco, toca pagar 100mil pesos por solo entrar a la isla. Si esta cifra se viera reflejada en infraestructura, salud o hasta el trato, no habría problema en pagarla. Nadie se explica a dónde van a parar esos recursos. Grandísima casualidad que los últimos tres gobernadores, además del actual, hayan enfrentado procesos o estén detenidos por corrupción.
La situación en San Andrés es grave. El Covid no solo amenaza a una población desprotegida sino que cortó a la principal fuente de ingresos de las islas; el turismo. A pesar de ello, ni el gobernador, ni su pueblo entienden la magnitud de la catástrofe latente. Para ellos el problema más grande que hay por estos días es una reina nacida en Cartagena.