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Deisy Fernández, ingresó a las filas de las FARC con apenas 15 años, hoy tiene 26 y habla con la convicción de no librar más combates, su territorio está en alguna parte de La Guajira y su clan lo lleva consigo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que le preguntaron cuál era su clan y vaciló unos segundos para responder. Es de uno de los clanes existentes, quizás es del clan de las Wayuu más hermosas. Hoy vestía de pantalón negro y botas pantaneras, con un suéter que lleva la silueta del guerrillero más viejo del mundo, en donde puede leerse " Manuel vive". Quise abrazarla y lo hice, porque sentí que le debía ese abrazo de bienvenida, sólo espero que ahora nosotros podamos cumplirle a ella "la paz" así como cuando en misa ustedes escuchan "Daos entonces el fraternal saludo de la paz" quiero creer que lo hacen de corazón y no por seguir el libreto cansado de las misas cantadas.Muchos me preguntan cómo llegó una niña Wayuu a las filas de la guerrilla y esa era la primera pregunta que me rondaba antes de subir a la zona de concentración de las FARC, ubicada en Conejo corregimiento de Fonseca. Fui porque iba en busca de las historias de la guerra narradas por miembros de la comunidad Wayuu que hicieron parte del frente 59 de las FARC, quise, como es mi costumbre escuchar al protagonista. Me contó que era la segunda de 7 hermanos y estudiaba en alguna escuela fronteriza, nunca tuvo seguridad social y nunca estuvo en los planes del Estado, lo mismo que sus hermanos, ayudaba a su madre en las labores domésticas y siempre tuvo noticias de la guerrilla,"ellos llegaban y conversaban con uno, me fui por voluntad propia" dice.Ella cuenta que es la única de sus hermanos en las FARC, pero en el frente hay más Wayuu, no sabe como cuántos pueden ser, pero hace un aproximado de 20 Wayuu excombatientes entre hombres y mujeres, entonces pienso en los Wayuu que hacen parte del ejército Nacional, ahí cerca, en el grupo Rondon de Buenavista y los enfrentamientos que se libraban, sin saber que quien empuñaba un fusil del otro lado también era Wayuu y que nuestras diferencias las resuelven los palabreros, me pregunto en qué momento tantos Wayuu ingresaron a las FARC y al Ejercicio Nacional, teniendo en cuenta que los indígenas no están obligados a prestar el servicio militar y si lo hacen es por voluntad propia o porque desconocen sus derechos y sólo puedo pensar que les tocó nacer en donde hay más territorio que Estado. Que les tocó nacer donde no llegan los programas del ICBF porque son zonas muy apartadas de los municipios y donde el ejercito no hace presencia, que les tocó nacer y aprender dos himnos nacionales donde la gloria no es inmarcesible, ni la gloria es para el bravo pueblo y menos si eres Wayuu.Pensé en mí y en mi primera encrucijada a los 15 años, escoger entre dos carreras en universidades privadas, una que diera plata y otra que fuera un paliativo para el alma, mientras otros Wayuu se enfrentaban en escoger entre las FARC y el Ejercito Nacional, entre las FARC y la Guardia Nacional, entre las FARC o ir a Maracaibo a tirar mezcla de cemento bajo 45 grados bajo la sombra, entre las FARC o pedir un cupo en el camión 750 y viajar a la Guajira Arriba para bajar mercancías de los barcos de Aruba y Panamá, para los almacenes de los árabes en Maicao, en las condiciones mas inhumanas y sin seguridad social, porque los Wayuu somos los únicos que podemos soportar está sed de vida interminable o como Deisy Fernández escoger entre las FARC y esperar casarse y tener más hijos que su mamá.He reflexionado mucho sobre el ingreso de menores Wayuu a las FARC y más en el año en que Deisy Fernández según ella decidió ingresar: Álvaro Uribe Vélez se preparaba para su segundo mandato; era el segundo aniversario de la masacre de Bahía Portete; Los congresistas obtuvieron el aumento más inequitativo de la historia con el 15.3℅ es decir $12.736.000 mientras que la clase trabajadora recibía un aumento del 10℅ que fue para ese año $260.000; el Cerrejón cumplía 20 años de explotación en La Guajira; la venta de Carbocol ajustaba seis años y 16 años después aún se le adeuda a las comunidades Wayuu la no despreciable suma 14.808 millones de pesos para proyectos de iniciativa local y comunidades indígenas. Si se hubieran girado los 14.808 millones de pesos para proyectos de comunidades indigenas e invertido en la zona fronteriza ¿Ella hubiera desertado de la escuela y ocultado su verdadero nombre y su clan bajo el nombre de combatiente que le dio las FARC: Deysi Fernández?Hace dos años no visita, ni habla con su familia, sólo espera el indulto para bajar de las montañas, como la hija prodiga que apareció y hay que celebrar.Hoy quise escuchar sus historias de guerra de guerrillas por una sola razón: es Wayuu. Y ella quería escuchar "Manifiesta no saber firmar"