La líder wayúu que pegó el grito en el cielo cuando vio a Fabio Zuleta, hermano de ‘Poncho’ Zuleta, hablando de comprar y vender niñas Wayúu, como si se tratara de mercancía que se negocia en los mercados de San Victorino, en Bogotá, fue Marta Peralta Epieyú, quien para 2020 era la presidente del Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIZ). Hoy es la senadora más joven del Pacto Histórico del presidente Gustavo Petro.
La polémica inició en 2020 durante el programa “buenas tardes con Fabio Zuleta” de la Emisora 1050 A.M. #LaMujerWayuuNoSeVende es el numeral que fue tendencia a nivel nacional en Twitter y que creó Marta para combatir esa inaceptable realidad.
Este episodio mostró esa mentalidad machista que aún vive en La Guajira, una mentalidad que Marta ha tratado de descolonizar desde que estaba en el internado indígena San Antonio de Aremasain, destacándose por nunca tener una mala nota, figurar en el cuadro de honor y dar la pelea por ganarse la personería.
Siguiendo el consejo de Alcides Peralta, su padre, un agricultor y ganadero habitante del corregimiento Monguí, en La Guajira, del que también es oriunda Marta, aprendió a leer, escribir y hablar Wayuunaiki, lengua oficial de la comunidad Wayúu, pues Alcides no quería que ella la perdiera, ya que, por el impacto del conflicto armado, la población Wayúu y el Wayuunaiki estaban condenados a desaparecer.
Pero no solo por eso, también porque Marta aprendió que lo que quería decirle su padre, era que los valores y principios que él le enseñó y debía mantener vivos por encima de cualquier interés o cualquier apuesta, se ensamblaban al aprendizaje del Wayuunaiki y el servicio a su pueblo.
Al fallecer Alcides, Marta quedó a cargo del liderazgo de su familia compuesta por seis hermanos de padre y madre, pues otros 10 son hermanastros. “Hay que estudiar para salir de pobres”, son las palabras sembradas por Ana Epieyú Epinayú, su mamá artesana, quien no pudo aprender a leer y escribir en su momento debido a la crianza que le demandaban sus 16 hijos. Y le cumplió: estudió Derecho en la Universidad Externado de Colombia y cursó una maestría en gobierno y políticas públicas con especialización en Derecho Ambiental en la Universidad del Rosario.
A su mamá la lleva no sólo en su corazón sino en los collares que usa heredados generación por generación desde mucho antes de su abuela, como parte de la identidad espiritual y cultural Wayúu. Son piedras preciosas y de distintas clases que casi no se pueden conseguir, y que tienen que ver con fortaleza y empoderamiento. Sus vestidos representan el sentir y pensar Wayúu.
Su abuelo era Epieyú y su abuela era Epinayú. Su presentación Wayúu es Marta Peralta Epieyú, nieta de wayú Epinayú. Los apellidos son su clan, que en Wayunaiki se dice Eirukü. La prioridad la lleva el clan de la línea materna.
Lo Wayúu en su matrimonio
Se casó con Manuel Julián Molina, un fiel creyente de Dios, médico de profesión y padre de su hijo, Manuel David, quien nació en plena campaña al Senado, que compitió con las otras dos líderes Wayúu María de los Ángeles Ávila y Maryori Pérez, haciendo caminatas y debates en La Guajira.
Es así, tal y como lo llevaron a cabo Alcides Peralta y Ana Epinayú, Marta hizo su matrimonio con Manuel por medio del conocido ritual del pueblo Wayúu llamado Yonna, que consistió en la colorida unificación de las dos familias de los enamorados a través de un naciente diálogo y apoyo mutuo, como emanación de la unidad, en el que el burro o el animal jugaron un papel importante, siendo el vehículo que transportó a Marta antes de ser entregada al novio.
La ceremonia contó con el uso de la medicina tradicional; Marta se vistió del color rojo, que simboliza la fuerza y protección desde la perspectiva wayú; para eso, usó una manta y pañoleta rojas bordadas con amarillo. También se puso una waireñas (calzado) con borlas gigantes, collares de tuma y el acheepa wayú (maquillaje), que, inspirado en la naturaleza, se pintó en forma de espiral.
Manuel Julián, nacido en la zona bananera del Magdalena, portó el tradicional Shempala (típico de la vestimenta de este ritual wayú), bordado en tonos rojo, verde y amarillo, con unas waireñas negras y un karatsu (detalle de la vestimenta) en los mismos tonos. Fue así que el pueblo Wayúu integró a su comunidad a Manuel y celebró la unión entre los dos.
Las luchas por el pueblo Wayúu
El hambre, producto de la contaminación de los ríos, debido a una mordaz explotación de Carbón en La Guajira, encabezada por la multinacional El Cerrejón, que aporta el 80% de mano de obra al departamento y da unas regalías al Estado superiores a los 380.000 mil millones de pesos, que no se ven traducidos en un bienestar colectivo del pueblo guajiro en su calidad de vida, llevó a Marta Peralta a buscar acercamientos con directivas de dicha empresa.
No compartió el hecho que los habitantes de La Guajira ocupen el cargo de operarios, el más bajo, y no tengan un rango ejecutivo en una empresa que explota recursos en su territorio de origen. La batalla la perdió porque no tuvo un apoyo institucional desde el ministerio de Medio Ambiente y el Estado que presionara el un cambio al interior de El Cerrejón.
En la Comisión Séptima, desde donde actúa Marta como senadora, tendrá el reto de luchar a favor de cambiar el papel que la mujer Wayúu y la mujer en general están jugando en el escenario político y social de Colombia. Pero quiere ir mucho mas allá, lograr que al fin llegue el agua a las rancherías al extenso desierto y que no hayan más muertes de niños por hambre. Su lucha y su talante empiezan a resultar incómodos y con solo un poco más de un mes en el senado ya recibió las primeras amenazas. Pero su voz no va a ser fácil de callar.
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