A mediados del 2011, Fonseca y Fanny Lu, los dos más reconocidos exponentes del Tropipop se encontraron en un festival en Ecuador. Fonseca, oficiando como estrella de la noche, no aparecía por ningún lado. Las horas pasaban y el cantante no llegaba, así que la organización del festival no tuvo otro remedio que pedirle a la intérprete de Celos que ocupara el lugar de su compatriota. La gente, durante más de una hora, disfrutó y gozó con las canciones de la Diva Caleña. Al terminar su presentación se encontró en el camerino con Felipe Jaramillo, manager de Fonseca y sin ningún tipo de aspavientos empezó a insultarla recriminándole el hecho de haber usurpado el trono del entonces rey y precursor del Tropipop. Fanny Lu, dando una gran muestra de aplomo, agachó la cabeza y se tragó su rabia.
Tres años después de este incidente, Fanny Lu cada vez es más famosa. La razón de su éxito, como suele suceder en esta sociedad post-literaria, no tiene nada que ver con su talento sino que su exposición mediática ha aumentado gracias a que, desde el 2012, su cara es casi como el sello oficial de La voz, el concurso que marca puntos de rating tan altos como los que tuvo la Selección en pleno mundial.
Ella, en estos últimos meses, se ha convertido en la cantante preferida de los colombianos así muchos de las que la aman fervorosamente no se sepan una sola de sus canciones. Su nivel de popularidad entre los niños, quienes son los que ahora deciden quien triunfa y quien no en la música, ha crecido en el país desde que Bichos empezó a refritar Pequeños gigantes, el concurso infantil mexicano en donde la intérprete era uno de los jurados.
Como cambia la vida, antes era en las discotecas o en los bares en donde se escuchaban los hits del momento, ahora si quieres medir la influencia y el alcance de un artista deberás ponerle cuidado a lo que se escucha en una piñata.
Nacida hace 41 años en Cali, Fanny Lucía Martínez Buenaventura siempre fue una artista precoz. En el colegio Bolívar, en donde estudió toda su vida, se destacaba no solo por ser una alumna aplicada sino por lo bien que pintaba. Además cada vez que había una obra de teatro ella era la que se ponía al frente en el escenario y deslumbraba con su arrolladora personalidad.
Sin embargo un hecho marcaría en negro sus años más felices. Cuando tenía 14 años se fue a vivir con su padre, un abogado que vivía alejado del mundo en una finca. Él era un papá celoso que se alarmaba al ver la inquietante belleza que alcanzaba a destilar la adolescente. No le gustaba que usara escotes ni minifaldas y tampoco le permitía que anduviera por ahí perdiendo el tiempo con jovencitos. Una mañana la despertaron para avisarle que él había tenido un accidente. Se vistió y corrió al lugar de los hechos y allí estaba él, todavía entre el auto, con las heridas de las balas abiertas y sangrantes.
Cantar fue el mejor bálsamo para superar su tristeza. Cantaba como un pajarito silvestre para alegrar a sus familiares y amigos. No pensó nunca en que su frágil y agraciada vocecita le pudiera dar para soñar con ser cantante profesional. Así que su meta principal fue estudiar ingeniería industrial en la Universidad de Los Andes e intentar, por qué no, probar suerte como actriz. En 1998 debuta en televisión presentando un magazín que casi nadie recuerda y que se llamaba Siempre música. Su sensualidad y gracia hicieron que un año después actuara junto con Danna García y Julián Arango en la inolvidable Perro amor. Si bien su actuación llamó la atención del público, su carrera como actriz no despegaría completamente.
Vinieron años muy duros de aprendizaje hasta que José Gaviria, aprovechando la oleada de música patriótica y pre-fabricada que sonaba en los infaustos 2006, la convirtió en un fenómeno con su No te pido flores, tema que duró cinco semanas en el primer lugar de las listas musicales en Colombia además de recibir el premio Movil de Oro de Ideas Comcel y Universal Music debido a las más de 30 mil descargas de ringtones.
Como muchos de sus compatriotas se fue a vivir a Miami, la ciudad sin librerías, y allí, alterada tal vez por la fama repentina empezó a convertirse, según el vocero de prensa de la policía de la Florida, en “Un peligro al volante”. Tengo una revista TV Notas en mis manos y acá aparecen registradas las once multas que tuvo Fanny Lu entre los años 2002 y 2008 en donde queda patentada su evidente hostilidad al conducir. Afortunadamente, a pesar de lo mal que maneja nunca le causó daño a nadie.
En el 2009 es recomendada por el gobierno para que sea embajadora de buena voluntad ante la FAO. En pleno nombramiento y en una encendida declaración, la caleña dejó claro que ella también era de mano firme y corazón grande: “El presidente Uribe nos ha traído a un gran porcentaje (de colombianos) una gran tranquilidad, hoy podemos disfrutar el país más que hace ocho años. Es una lástima que el resto de Latinoamérica esté viviendo una guerra”. Declaraciones parecidas hacían otros cantantes como Peter Manajarres o Silvestre Dangond a quienes con la infalible fórmula de la vulgaridad y la mediocridad les alcanzó para convertirse en ídolos absolutos de la Colombia uribista.
Un año después es sorprendida en el festival de Viña del Mar por el terremoto que devastó a Chile. En ese momento circuló el rumor que la cantante había sido evacuada en un avión de propiedad de su entonces marido, Juan Carlos Madriñán, para que la sacara del país austral. Ella negó tajantemente esta historia y dijo haber salido de allí en un vuelo comercial de Aerolíneas Argentinas “Como una persona más”.
Pero ya nunca será una persona más. Su nivel de popularidad se mantiene al alza y el público parece dispuesto a perdonarle todo, hasta que confunda a Elton John con John Lennon y que diga que su disco preferido es el New Wave.
