A menos de cumplir un año exacto desde el primer caso de COVID-19 reportado en el país colombiano, miles de estudiantes de educación superior en todo el territorio nacional aún se encuentran recibiendo sus clases en ambientes de aprendizaje "remoto" o, como normalmente se le quiere mencionar, virtualmente.
Todo fue una sorpresa. Nadie se esperaba que la pausa académica de una semana iba a despojarnos casi de dos semestres presenciales (tanto para pregrados y posgrados), y los que aún puedan llegar faltar, si llegase a existir la falta de concientización por parte de instituciones estatales, personal administrativo universitario, cuerpo docente universitario, la Asociación Colombiana de Universidades (Ascun), entre otros...
Para nadie es un secreto que el ambiente de aprendizaje no tiene su correcto desarrollo en todos los escenarios: no es lo mismo recibir una clase estando en un espacio amplio, dotado de instalaciones adecuadas para la enseñanza, un docente directo a la mano (con otros más) y la plena concientización que se está realizando una única actividad, sin mayores preocupaciones. Al igual que no es lo mismo recibir una clase estando sentado en el comedor de mi casa, con una mala señal de internet (ya sea de parte propia o del docente), las miles de obligaciones de hogar que se presentan día a día, el vendedor de tomates, entre otros factores más, los cuales no se mencionan para no hacer tan extenso el escrito.
En un post de Twitter, el profesor y magistrado del Tribunal Superior de Bogotá Sala Civil, Dr. Marco Antonio Álvarez ha escrito:
La educación remota se está convirtiendo en un “espacio” cómodo para muchas instituciones educativas, en todos los niveles. El daño a nuestros hijos y a los estudiantes, en cualquier edad, es enorme; jamás será igual (@marcoalvarezg).
Ese espacio cómodo para las universidades afecta gravemente el proceso educativo y profesional del estudiante, quien adquiere los servicios académicos de la institución para construir su futuro en sociedad, el cual lo capacite para afrontar las necesidades actuales en el mundo "real", de la mano de elementos y garantías que le permitan hacerlo; No es correcto afirmar que el estudiante está aprendiendo lo mismo desde casa (o mucho más) que desde las aulas presenciales, es una premisa bastante alejada de la realidad estudiantil.
Si se quieren formar nuevas generaciones aptas para la solución e innovación de las controversias sociales, se les debe brindar los verdaderos espacios para hacerlo...
¿Cómo es posible permitir partidos de futbol profesional con presencia de 22 sujetos en una cancha, donde en reiterados momentos mantienen contacto directo sin medidas de bioseguridad, y no permitir el retorno gradual a los espacios educativos presenciales?
¿Cómo es posible permitir la presencia de más de 50 personas aglomeradas dentro de un establecimiento comercial cuya actividad es la venta de bebidas alcohólicas y actividades fiesteras sin medidas de bioseguridad, y no permitir el retorno gradual a los espacios educativos presenciales?
Se dice que los jóvenes somos el futuro del país, ¿pero cómo vamos a hacerlo si el medio para conseguirlo (la educación) no se está ofreciendo con las suficientes garantías y en atención a las necesidades estudiantiles?
Requerimos regresar a los espacios presenciales educativos, con todas las medidas de bioseguridad, sea en alternancia o no, teniendo en cuenta el desarrollo del contagio y plan de vacunación por cada departamento. No es la misma situación de contagio del COVID-19 en Santander que en Valle del Cauca o Antioquia (por ejemplo). Lo importante es empezar a volver.
Devuélvanle la verdadera educación a los estudiantes. Devuélvanle el futuro a las nuevas generaciones.
