De los muchos problemas que agobian hoy a Colombia la corrupción es el peor de ellos. La Guajira de manera patética es la mejor muestra de dicho mal, y especialmente, Riohacha. A pesar que la corrupción se ha expandido como una nube tóxica en los sectores público y el privado y se enquistó en todos los rincones del país, éste sale poco a poco de los indicadores vergonzosos mientras que La Guajira retrocede. La única explicación lógica a esto es que nuestros corruptos criollos son de marca mayor.
Lo sorprendente es que miles de riohacheros permanecen inconmovibles, algunos gustosos de la cotidianidad descompuesta se han acostumbrados a vivir inmersos en ella. Todavía más, se reproduce como algo normal. Mirando la historia de Riohacha nunca antes se había llegado a esos niveles. ¿Será que cuando políticos en ascenso y opinadores con precio salen en forma descarada a defender lo indefendible, diciendo que los encarcelados, juzgados o condenados son inocentes y se trata de un complot cachaco, terminan haciéndole apología a la corrupción?
Cuando algunos de los encarcelados quedan libres por vencimiento de término, sus áulicos lo reciben como a un mártir y le hacen misa de acción de gracias, ¿no envían el mensaje que están orgullosos de nuestros corruptos? ¿Qué les decimos a nuestros hijos del récord mundial de gobernadores y alcaldes presos? ¿Los censuramos o le ocultamos la verdad? Ideal sería que los académicos, empresarios y líderes sociales hiciéramos un pacto ciudadano para luchar en contra de la corrupción, pero algunos empresarios son parte de ese carrusel; la academia está secuestrada por la más descarada corrupción y la mayoría de “líderes” sociales están cooptados.
Revisando la historia reciente es evidente que la mayor tajada del erario ha quedado en manos y cuentas personales de los jefes políticos. ¿Quiénes han sido las principales víctimas de esos desfalcos? Fundamentalmente los sectores más vulnerables con las limitaciones en el acceso a los servicios públicos, salud y vivienda. Al aumentar la pobreza, también lo hace la delincuencia y de esa manera las víctimas somos todos. No hay muestra de indignación; solo se escuchan quejas y cuchicheos, pero no se condena abiertamente a los corruptos y muchos vuelven a elegirlos en cuerpo ajeno.
Caso emblemático la alcaldía de Riohacha, donde se reeligen los responsables de la debacle. Hemos caído en un limbo surrealista donde hay corrupción, pero no hay corruptos, pues son innombrables. Hay que abrigar la esperanza de pensar una movilización crítica contra la corrupción mediante el uso adecuado de los mecanismos democráticos para derrotarlos en las urnas. La corrupción no solo tiene que castigarse con cárcel; hay que hacerlo con el voto. Las redes criminales de la corrupción han capturado al Estado central y al poder regional y local.
En La Guajira, especialmente en Riohacha, la corrupción se ha enquistado en el poder, enriqueciéndose sus actores; algunos quedando impunes, otros encarcelados. Todos ellos gozan de popularidad y siguen mandando, aun encarcelados. Un departamento y distrito en manos de ladrones. No es tanto el dinero que se han robado, sino el cáncer moral que se ha instalado en la conciencia. ¿Queremos vivir entre cleptómanos, viendo cómo se derrumban nuestros principios y el futuro de nuestros niños y jóvenes en un mundo de complicidad por la apatía?
Nuestros hijos y nietos ven a los saqueadores y sus descendientes paseándose en vehículos de alta gama, presumidos como amos y señores, la pauta y el mensaje es que “la viveza paga”. ¿Cuáles son los cargos de los ladrones presos de la cárcel distrital de Riohacha? ¿Robo de ganado, fleteo, robo de celulares, asalto de residencia? ¿Dónde están nuestros politiqueros presos por corrupción? ¿Quiénes han robado más y han hecho más daño? ¿Hasta dónde hemos llegado? ¿Cuál es ese lado oscuro de lo que nos pasa?
Hagamos un recorrido. En nuestra alma mater los estudiantes en su gran mayoría utilizan “el copia y pega” en sus trabajos académicos y un gran número de docentes plagian por doquier y llegan al extremo de pagar para que lo incluyan como productores bibliográficos. Además, han llegado al límite de cobrarles a los alumnos por la asesoría en las tesis, conocidos son varios carteles del negocio en diversos programas conformados por docentes de planta. Casos extremos aislados de “profesores” que piden favores sexuales a estudiantes a cambio de notas han sido ampliamente comentados.
Concejales y diputados son “cucarachas del mismo calabazo” con alcaldes y gobernadores responsables todos ellos de la situación de La Guajira, y sobre todo, de Riohacha. Siempre utilizan el lema “Usted vino por lo suyo y nosotros queremos lo nuestro” para otorgar facultades en procesos turbios, por debajo de la mesa. De esta forma se cumple el círculo vicioso que las obras no son las más urgentes y necesarias, sino las que dejan mayores coimas para el enriquecimiento y los procesos electorales para reproducir el modelo.
Ciudadanos que venden el voto, no hacen colas, parquean en cualquier sitio, pasan luces rojas en los pocos semáforos, botan la basura en cualquier sitio etc. Partidarios del “papaya puesta, papaya partida”. Son muchos los que tratan de sacar ventajas en todo tipo de transacciones, públicas o privadas, difundiendo informaciones falsas u ocultando información verdadera. Esto a todo nivel, desde el que vende la yuca sabiendo que está mala hasta el ministro de Estado que con base en información privilegiada monta empresas para enriquecimiento personal.
Policías, agentes del estado, funcionarios de los entes de control, jueces y magistrados que tienen precio para no aplicar la autoridad y las leyes en beneficio de quienes violan la ley y las normas de convivencia. Si la trampa y el chanchullo es el pan nuestro de cada día ¿podemos asumir que la humanidad es corrupta de manera innata y universal? ¿O al contrario, es la honradez inherente al ser humano? Le escuché, con mucho asombro, a un político veterano decir: “todo el que tiene mano, roba”
Ya nuestros niños y adolescentes que imitan lo que ven, en las escuelas regalan dulces a sus compañeritos cuando son candidatos a personeros para obtener el favor electoral y se vuelven expertos en copiar respuestas en los exámenes. Transformar una sociedad con una sociedad corrompida a esos niveles es difícil. La estructura de la corrupción en el país es inconsciente, es cultural. Al parecer a mucha gente no le importa que roben. Desde las capas más bajas de la sociedad hasta la presidencia, la mayoría está pendiente de que apropiarse ilícitamente.
Se hace necesario para gestar el cambio cultural y lograr el respeto a las leyes comenzar por los electores con la no venta del voto por convicción interna o mandato moral de no hacerlo y nuevos liderazgos en la palestra política con ciudadanos ejemplares. Para esto los medios de la comunicación son fundamentales, pues son entes ideales para proyectar un modelo de integridad, donde la responsabilidad del manejo transparente del erario no es solo de los gobernantes que deben cumplir las leyes, sino también de las comunidades que deben vigilarlos.
La modificación consciente de los hábitos y creencias de las comunidades debe ser una parte importante de la gestión pública, compromiso de los gobernantes y de la sociedad civil. Cuando hay aprobación moral y cultural hacia el cumplimiento de las obligaciones legales y censura moral y rechazo cultural hacia la corrupción, existe entonces armonía de la ley, la moral y la cultura. Entre ellas, la moral individual debe ser la más exigente. Ese camino es largo, pero es urgente iniciar el recorrido. Nuestros abuelos conocían esa ruta.