La violencia no da tregua en la "sucursal del cielo"

La violencia no da tregua en la "sucursal del cielo"

El concejal caleño Michel Maya, analiza la situación de Cali

Por: Michel Maya
octubre 17, 2014
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La violencia no da tregua en la
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Para Albert Camus, “el modo más cómodo de conocer una ciudad es averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y cómo se muere”. Entre el primero de enero y el 07 de octubre de 2014, en Cali murieron violentamente 1.150 personas, clara señal de descomposición social. Hoy, en la ‘Sucursal del Cielo’, la vida no es sagrada.

Según el Observatorio Social del Municipio de Cali, las muertes violentas corresponden a los siguientes hechos: homicidios, muertes en accidente de tránsito,  muertes por otro tipo de accidentes diferentes a tránsito y suicidios. En este sentido, el 80% de las muertes violentas de la ciudad, corresponden a homicidios.

En la primera semana de octubre Cali reportó 39 homicidios y la ciudad se escandalizó (no es para menos), pero cabe recordar que a pesar de la disminución de la que habla la Alcaldía, desde 2010 el promedio de homicidios diarios se mantiene en cinco. Es paradójico que ahora parezcan más visibles solo por ser cometidos en zonas de estrato medio y alto.

En los últimos 48 meses, los homicidios en la capital del Valle del Cauca se han concentrado en las zonas más pobres y vulnerables de la ciudad; el oriente caleño en las comunas 6, 13, 14, 15 y 21 son las más afectadas,  especialmente barrios como Mojica, Potrero Grande, Petecuy I y Ciudadela Floralia; en la zona de la ladera  la comuna con más víctimas es la 20 principalmente el barrio Siloé. Sin embargo, en las últimas semanas los sicarios han actuado en las comunas 2, 19 y 22, correspondientes a barrios de estrato medio y alto como Ciudad Jardín, Pance, El Ingenio y San Fernando, situación que “aumenta” la relevancia y percepción de inseguridad en la ciudad. Pareciera que la muerte violenta de una persona tiene valor dependiendo del lugar del homicidio, tanto así que ahora anuncia el presidente Santos un “plan de choque” para la ciudad.

Estos hechos, son una advertencia que induce a prender  alarmas en la ciudad y evaluar no sólo el número de muertos involucrados en hechos violentos, sino también sus principales causas, producto de la descomposición social que por años ha golpeado a la ciudadanía.

La situación en la ciudad es grave, se habla de posicionamiento de nuevos líderes de bandas criminales; llegada de ‘apoderados’ de narcos para recuperar bienes, zonas de negocios y disputas territoriales entre pandillas (en el 2009 las muertes asociadas a pandillas representaban el 5% del total, hoy superan el 27%).

Los homicidios con modus operandi complejos asociados a guerras por el control del microtráfico nos alertan sobre nuevas fuerzas delincuenciales con estructuras sicariales que también operan en sectores exclusivos de la ciudad, ejemplo de ello es la ejecución de ocho personas en una finca del sector de Pance, en el sur de la ciudad, cerca al barrio Ciudad Jardín, entre los que se encontraba Alias “J1”, considerado el rey de la cocaína rosada y subordinado del “Clan Úsuga” o “Los Urabeños” quien según declaraciones de las autoridades fue asesinado por ajustes de cuentas entre las misma organización bajo órdenes de Enrique Jaramillo alias “Kike” (Capo colombiano que lleva 20 años en la mafia y quien se presume era el “patrón” de alias “J1”).

Sin embargo, mientras esto sucede en Cali el Alcalde de la ciudad el médico Rodrigo Guerrero viaja a Estados Unidos para recibir el premio Roux que le entregó la Universidad de Washington “por la lucha científica para afrontar la violencia en la ciudad”.

Más que reconocimientos internacionales para el alcalde, Cali necesita que las nuevas realidades sean reconocidas e intervenidas de manera inmediata y estructural; las soluciones deben ir más allá de los anuncios y de los actos policivos.

Claro que se necesitan medidas de choque, es más urgente trabajar en la reconstrucción del tejido social, en la valorización de la vida como valor supremo, en la reducción del desempleo y la pobreza (que ocultan los costos hundidos de la violencia), en la inversión social que mejore la calidad de vida de todos y permita que la gente en Cali viva y muera de vieja.

 

@Michel_Maya

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