Estoy realmente indignada porque El Espectador y la mayoría de medios de este país se empeñan en seguir tratando los casos de violencia contra la mujer como hechos "pasionales" cuando son hechos que deben nombrarse como machistas. Si un hombre apuñala al hijo de su ex-pareja, porque éste se interpuso en el medio e impidió que su madre fuera apuñalada para ver la noticia ir a: http://www.elespectador.com/noticias/nacional/funcionario-de-alcaldia-de-medellin-asesino-su-hijastro-articulo-540500.
La explicación no se encuentra en la "pasión" del agresor, sino en un sistema que ve la violencia contra la mujer como algo inevitable, irrefrenable, incontenible de la personalidad de los agresores varones. Es este un sistema donde se violenta a la mujer por el hecho de ser mujer, por decirle "no más" a su pareja, por manifestarle "no soy tu propiedad" . El Espectador con este ejemplo, y muchos otros (el caso de la mujer policía asesinada es también paradigmático, por ejemplo: http://www.elespectador.com/noticias/judicial/el-novelon-tras-tiroteo-policia-articulo-539529), sólo reproduce un sistema patriarcal que considera que las agresiones contra las mujeres hayan asidero en la "pasión" o en la “ira irrefrenable” de los hombres y no en un sistema que los hace pensar que son propietarios de cuerpos autónomos y libres. Ya es hora de que diarios tan importantes como este empiecen a cuestionar la masculinidad hegemónica, que considera que un hombre asesine, atente contra la vida de una mujer, o agreda físicamente a su pareja, es un asunto de pasión, ira, o una desviación de unos pocos hombres, y no un problema social, generalizado y extendido, que se manifiesta en hechos tan indignantes como los asesinatos y golpizas a mujeres por parte de sus parejas y ex-parejas. Las miles de violaciones cometidas pero también en el "piropo" callejero, en la mal llamada "caballerosidad", en la condescencia de los hombres hacia sus compañeras mujeres. ¡Estoy harta!
Sé que muchos no tardarán en catalogarme como "feminista", creyendo que con esta etiqueta ensucian mi nombre y mi credibilidad. Pues sí, soy feminista, pero eso no le quita peso a mis argumentos, sino que por el contrario los sustenta aún más. Décadas de estudios rigurosos por parte del feminismo han demostrado que la violencia contra la mujer no es excepcional, ni producto de una aberración psicológica de unos pocos afincada en un exceso de pasión o de ira, sino un problema sistemático que merece atención, recursos, políticas, soluciones. Ya nadie se niega a reconocer que el machismo existe (tal vez la palabra patriarcado despierta mayores temores y resistencias) pero los medios siguen reproduciendo libretos tan absurdos y victimizantes como que un hombre asesina a una mujer por exceso de pasión o imposibilidad de contener la ira. Con un tema como este la ignorancia ya no puede ser excusa, no lo es.
