“Estaba sentando en mi curul cuando escuché un golpe, me asomé y vi al senador José Obdulio tendido en el suelo. Corrí a donde se encontraba y le hice un masaje cardiaco. Se me ocurrió que era lo que había que hacer en ese momento y se reanimó un poco”. Con esas palabras Carlos Antonio Lozada, el senador y excomandante de las Farc, narra los momentos vividos durante el episodio en el que José Obdulio Gaviria, el senador del Centro Democrático y contradictor radical de los acuerdos de paz firmados con la Farc, sufre un desmayo en pleno recinto de la Comisión Primera del Senado de la República.
Es paradójico que sea precisamente el recinto de la democracia, resquebrajado por las diferencias ideológicas, las expresiones de odios y la agresividad entre quienes integran ese cuerpo legislativo, resultado de las heridas y odios heredados de un pasado de violencia política y de confrontación armada, donde el valor por la vida humana rompa esas fronteras, prevaleciendo la necesidad de socorrer al ser humano frente a las diferencias existentes, porque en una situación como la que se presentó “no hay diferencias ideológicas o políticas, es cuestión de humanidad”, como recalcó el senador Lozada.
Este suceso evidencia que más allá de las diferencias existentes, estamos en capacidad de construir una cultura ciudadana basada en el diálogo y la reconciliación que nos permita dirimir esas diferencias, en el entendido de que la reconciliación es un proceso de restablecimiento de vínculos y debe contener instrumentos como la verdad, justicia, reparación, y el perdón, para sanar las heridas, avanzando en la aceptación de los errores cometidos en el pasado, como único camino para construir un marco de convivencia pacífica y de respeto en la diferencia.
Como reza la canción de Rubén Blades, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Lo acontecido con José Obdulio Gaviria coloca a dos sectores radicalmente opuestos en la necesidad de unirse en torno a la defensa de la vida, enviando un mensaje claro de los retos que tenemos como sociedad para construir consensos que rompan con la polarización, sin que esto signifique ponernos de acuerdo en todo, desarmando la palabra, tratándonos con respeto, preservando las diferencias y la diversidad de pensamiento, aspectos fundamentales en una sociedad democrática y pluralista.