Perdido en el mundo, en el departamento de Sucre, en el municipio de Galeras se realiza cada año un festival de Cuadros Vivos. Podríamos llamarlos Performance. Las presentaciones de estos Cuadros Vivos comienzan el 6 de enero. La representación dura dos horas y el pueblo entero realiza sus espectáculos como parte de la vida de sus calles, con intenciones de escenificar la vida religiosa, la guerra y sus muertos, el tema literario como los libros de García Márquez. Sobre el abandono en la vejez, sobre la miseria de los niños. El universo propio que repercute en su imaginario colectivo que da paso a la creación de situaciones insólitas.
Artistas naifs, sin ninguna educación, proponen escenas estáticas, donde se mezcla la imaginación creativa con el realismo mágico. Lo que se busca es representar una imagen específica que lo diga todo. No se trata de un recuento sino de la síntesis sin movimiento en este eterno momento, y acá nos quedamos con la idea de una fotografía.
Los precarios escenarios tienen que lograr iluminación, que siempre improvisada, salen en primer plano las lámparas realizadas con tarros que dan luz a su escenografía durante las noches. Entre gaitas y tambores la vida está en otra parte. La música siempre es el trasfondo.
La música en las calles es la información más profunda. Después viene la fusión de lo colectivo.
La parte escenográfica es importante. Importa la funcionalidad de los materiales de origen. El sombrero vueltiao que proviene de la cultura Sinú, es un recurso útil. Esas imágenes geométricas que se repiten en mundo en habano y negro sirven para inventarse adornos, vestidos, flores, paredes. El material de caña flecha es dúctil y su común identidad sirve para cualquier circunstancia. Eso sí, pensamos en identidad. Si entramos en el tema de la pobreza, casi todas las circunstancias son el piso de tierra y el uso de materiales rústicos.
García Márquez no se inventó Macondo. En el letrero el lugar existe y a el escritor solo le falta caminar 800 metros y atravesar un puente para llegar a un lugar. Las mariposas amarillas vuelan de papel mientras un extraño atardecer se apaga entre las montaña en una pintura que está a la altura de sus deseos.
La representación también llega a las estatuas. El Quijote y sus molinos de viento son su representación de la literatura de Caballería que, ahí está muy representada con su nombre, su escudo de papel, el molino sobre piedra sin viento. Los perros callejeros y la ambientación si es una adaptación de una gran fotógrafa: Olga Lucia Jordán.
Acá tengo que decir la verdad: me han invitado y he oído infinidad de relatos, pero ahora me guío por el libro realizado por Consuelo Mendoza de Riaño Ediciones y bajo la dirección de Olga Triana y con el entusiasmo de Carlos Martínez Simahan.
Pero sigamos con la realidad. Cristo crucificado se acerca a la guerrilla mientras un alambre lo sostiene y en vez del INRI tiene un mensaje personal y sus palabras para el guerrillero son “Deja tus armas y ven a mí”.