“Nunca en mi vida había oído hablar de ese personaje…unas canciones raras... y esto a quien se lo vendo yo…un disco sórdido, oscuro, de desamor...este verraco bañadito... Uno lo baña y le quita todas esa vainas y peinadito y con una ropita… y lo llamé y comenzamos a crear ese personaje que no había vendido un solo disco en el mundo entero...”
Con estas palabras, algunas en diminutivo y registradas a través de una entrevista en el estudio de un programa radial colombiano se refiere al cantante Juanes, el periodista y empresario Fernán Martínez cuando describe sarcásticamente su manera de expresarse al recordar aquella época en la que el músico buscaba para su vida una oportunidad de fama y fortuna con sus canciones, oportunidad en la que prodigiosamente Martínez contribuyó considerablemente como su mánager.
A mí me parece que en la vida, esa que sólo es un ratico, debe dársele el reconocimiento al que se lo merece. Juanes triunfó pero también hay un artífice de su gloria. Nadie puede negar que detrás del talento de un artista deba existir un mago, un genio, una especie de “Rey Midas” que todo lo convierta en oro. Así debe funcionar, no hay secreto, la música es un negocio, el talento sólo no funciona, forma parte del negocio pero no lo es todo. Y así quedó demostrado, Fernán Martínez, dirigió magistralmente la orquesta.
“Y repito lo que se había hecho con Julio Iglesias, con Enrique Iglesias…Me lo echo al hombro contra su voluntad…Y vendemos muchos discos y la gente se cree que es el cantante latino más importante…”, continúa hablando Martínez.
La idea de esta columna no es enumerar la cantidad de los múltiples e importante éxitos obtenidos durante estos once años de relación profesional entre estos dos personajes, pero creo que si valdría la pena simplificarlos en uno solo y fue cuando en el 2005, Juanes, resultó elegido por la prestigiosa Revista Time como una de las 100 personalidades más influyentes en el mundo. A esto se le añade que el artículo haciendo referencia a su nombre fue escrito por el reconocido productor y músico estadounidense Quincy Jones.
Su reacción en ese entonces fue decir sentirse “feliz y agradecido pero también muy pequeñito al lado de otras figuras”.
“…Fueron once años de relación ande p’arriba y p’abajo…en la misma monotonía...Tratando de que se quitara todos esos temores, esas brujerías, todas esas santerías que lo rodeaban... Y se hace un gran trabajo del cual me siento orgulloso... Cuando veo toda esa cantidad de giras por todo el mundo que nadie creía ni siquiera el mismo que eso se estaba haciendo…”, agrega el empresario.
Palabras más, palabras menos, pasaron once largos años colmados de incontables triunfos -los mismos que se derrumbaron en un ratico- porque la vida es eso, un ratico en el que en un abrir y cerrar de ojos, lo tienes todo pero también todo, lo puedes perder.
Lo sorprendente de la historia es que mientras uno desea bendiciones al otro, el otro no quiere saber nada, absolutamente nada.
"Yo quiero quedarme con el recuerdo de los años que trabajamos juntos y tanto mi familia como yo le mandamos bendiciones", dijo Juanes en alguna ocasión al programa “Suelta la sopa” de la cadena Telemundo.
"Hay veces que tú cometes errores, te metes con personas indeseables, detestables y no quieres volver a encontrar en tu camino. Son despreciables y esa gente hay que eliminarla, quitarla del camino y nunca pensar uno volver", así se refirió el manager para otra cadena radial colombiana.
Y mientras el tiempo pasa y cada uno sigue su vida, en medio de su cotidianidad, del chisme que carcome y del que se alimenta la filosofía de la farándula, de sus explicaciones, de su religiosidad, de su rencor, de su misticismo, de su ira y hasta de su arrogancia, queda atrás, -por lo menos- ese instante en el que en un ratico se conocieron para dar inicio a lo que sería una fructífera relación la que en un ratico también tendría su final porque al fin y al cabo…. “En esta vida hay que aprender, entender y saber porque, estos tiempos son difíciles y es más escaza la verdad”.
