voy a escribir este texto en minúsculas. que me disculpe la editora, que me disculpen ustedes los lectores, que me disculpen los diccionarios y el autocorrector del computador.
la vida se vive en minúsculas, al menos la de la mayoría que no estará nunca en el noticiero a no ser que protagonice una tragedia y su nombre sea parte de la lista de algún dolor. la vida se vive en minúsculas porque son más los callados, los que hablan a media voz. la vida en minúsculas es la que llevo yo cuando hago la fila en el banco en la sucursal en que se entrega la mesada de los hombres viejos y de las mujeres cansadas: en la fila de jubilados, en el banco, a un anciano le suena el celular con timbre de Ricky Martin (sí, él si vive en mayúsculas). el celular se lo dio su nieto, de quien no volvió saber nada desde que estaba de moda esa canción. no la cambia, no por qué no sepa cómo —que tampoco sabe, pero podría pedir ayuda— sino porque espera que un día detrás de la música de Ricky Martin pueda escuchar en la llamada, de nuevo, la voz del nieto. lo único que repica es la nostalgia.
en la radio cuentan la expulsión de una pareja gay del centro comercial avenida chile en Bogotá (esa ciudad siempre se escribe en mayúsculas aunque colombia se viva en minúsculas) y luego empatan la historia con la del metro de medellín donde otros se sienten discriminados por cuenta de policías bachilleres que les ordenan no tomarse de la mano “el metro es la iglesia más concurrida de la ciudad” dice el comentarista radial y el conductor del taxi en el que voy dice que si se tocan dos hombres en su carro él les pide que no lo hagan, que si no los baja.le digo que yo me puedo bajar en la próxima esquina. el conductor me dice “no es para tanto señor periodista” yo le digo que así como ellos se cansan también se podría agotar él —de piel oscura como yo— de que lo miren como si fuera distinto siendo, como lo es, que es uno solo el amor. no me bajo, hablamos de leyes y de comprensión. él dice que si un niño con su madre ve una imagen así cómo le va a explicar la mujer al hijo. yo le digo que siempre será más difícil explicarle al chico por qué se matan todos los días en las calles y en las noticias. el taxista apaga el radio. no me quiere cobrar la carrera, me da las gracias. yo le digo “no es para tanto señor taxista”. pago y me bajo en la puerta de casa.
"Yesica aga sopita de auyama y con este billete compre el arroz y el hueso". así es la economía de un país en minúscula: la ilusión espera que luego de la compra con este frágil billete vencido se pueda hacer algo más después de comprar los encargos. este billetico es lo único que tienen y hay que estirarlo y no había dónde más escribir. la cuenta exacta. el hueso para la sustancia, la auyama que es mucha vitamina mija y el arroz que rinde tanto. hoy tampoco hay carne porque yo-no-sé-qué-es-una-quincena-mija. de pronto el domingo, dios mediante, con unos frijolitos bien ricos, mija. yesica tiene poquitos años y mucha experiencia a la hora de cuidar a sus hermanitos. ella sabe que su mamá —cuando está en casa— siempre le va a cocinar con un amor que no cabe en el plato, aunque el plato se vea casi vacío.
es distinta, muy distinta, la vida que se escribe entera en un billete de dos mil.
la vida en minúsculas es la de los apellidos que no heredarán el poder mañana en esta monárquica democracia donde decir los-mismos-con-las-mismas es una forma de describir el paisaje. en letras pequeñas como fila de hormigas se escribe la biografía de los sueños de la mayoría que tiene ambiciones simples como encontrar un techo al final de cada aguacero o no tener que llevar contado el pasaje exacto en el bolsillo que si se pierde una moneda por un rotito es mucho lo que tiene que caminar. en minúsculas se traza el camino de vuelta a casa del que usa bicicleta no por salud postura o moda sino por obligación.
lucy trabaja por días en casas “de familia” realizando servicios domésticos. un día pide permiso para llevar a su hija al trabajo, es decir: a la casa de otro. quiere que su luisa conozca en qué trabaja la madre. lo hace por pedagogía; quiere que su niña vea de cerca un día suyo. ama lo que hace pero quiere para su hija un mejor destino. quiere que nunca deje de estudiar como le pasó a ella. no quiere que repita su historia. lucy quiere que luisa escriba su futuro en mayúsculas, eso me dijo.
@lluevelove
Fecha de publicación original: 2 de marzo 2014