Durante más de veinte años fue una poderosa y temida mujer en Barranquilla. Su reinado lo ejercía desde la Universidad Autónoma, fundada por su esposo Mario Ceballos a quien conoció en octubre de 1986 cuando ella, una bailarina argentina, debutaba en el hotel Cadebia de Barranquilla. Ceballos quien estaba entre el público quedó flechado y se propuso conquistarla con dádivas que surtieron efecto. La botella de champaña y el ramo de rosas enviadas al camerino la Gette se convertirían dos meses después en una convivencia inseparable que duró 18 años.
Silvia tomó las riendas de la pareja y poco a poco de la Uniautónoma. Él tenía 59 años, ella 36. Silvia quería trabajar y por eso el rector le inventó el improbable cargo de coordinadora artística de la UAC. Fiel a su instinto artístico, le pedía a su novio que no la confinara a un cargo burocrático, ella quería mostrar su talento y qué mejor para hacerlo que aprovechar la influencia que tenía Ceballos en Telecaribe. El chasquido de dedos funciona y a finales de 1987 Gette era el rostro de los programas Risas y lentejuelas y El show de Silvia.
Pero la ambición de la vedette no terminaría ahí. Ella quería el control total de la universidad y empezó a lograr su objetivo cuando su esposo la nombró directora administrativa. Antonio Vallejo, vicerrector de la Uniautónoma, la hija del rector, María Paulina Ceballos y su esposo Fernando Cepeda, mostraron su inconformidad sobre todo cuando se enteraron que Gette ganaba cinco veces más que lo que devengaba un decano de tiempo completo. La desafiaron a que mostrara los diplomas que la acreditaban para estar en ese puesto. Silvia mostró dos documentos de dudosa autenticidad y eso fue suficiente para acallar las inquietudes.
Sintiéndose acosada por su hijastra, la esposa de esta y el vicerrector, interpuso una demanda contra los tres. Era tal el poder que manejaba Gette que a ellos no les quedó otra que esconderse mientras las aguas se calmaban.
En 1999 Mario Ceballos ya con 71 años, accede a la petición de su esposa de adoptar a un par de niñas. María Paulina Ceballos, que hasta ese momento era la única heredera, pidió, sin éxito, levantar la reserva del proceso de adopción de las dos niñas argumentando que Gette había dado dos versiones diferentes del origen de las menores.
Cuatro años después Ceballos muere al parecer de un ataque cardiaco, aunque con el tiempo se ha venido manejando la versión de que habría sido envenenado por orden suya. Ella intentó disimular cualquier señalamiento y para honrar la memoria de su esposo, ordenó construir un imponente mausoleo en nombre de Ceballos. Con su muerte heredó su cargo y se posesionó como rectora de la universidad desde donde simplemente se desbocó.
En el 2004 Fernando Cepeda fue baleado en plena calle por sicarios. Al asesinato del yerno de su esposo le seguiría el del administrador de la cafetería, quien fue encontrado en plena universidad una madrugada del 2004 amordazado, amarrado y con un boquete rojo en la garganta. Al ver que la cafetería quedaba sin administración, Silvia Gette no dudó en llamar a su hermano Guillermo, quien vivía en Argentina, para que se pusiera al frente del negocio.
Con el tiempo el éxodo de familiares venidos desde el sur del continente se intensificó. A Guillermo, quien terminaría administrando las cinco cafeterías de la universidad y el restaurante, le siguió su segundo hermano Luis, quien fuera director administrativo y sus sobrinos Mariela, directora del área de Humanidades, Cristian y Andrés.
Los rumores sobre su nepotismo y corrupción circulaban en Barranquilla pero nadie decía nada. La relación que tenía con los paramilitares de Jorge 40 la convertían en un personaje temible. A pesar de que sobre ella caía la sospecha de cuatro asesinatos, Gette almorzaba en la curia y premiaba a periodistas.
Su poder llegó a ser tan grande que su nombre alcanzó con fuerza para aspirar a ser gobernadora del Atlántico. Sin embargo, en el 2011, su castillo de naipes se derrumbaría: cuatro paramilitares la acusaron de haberles dado 150 millones de pesos por matar a Fernando Cepeda.
Nadie creía que su imperio pudiera caerse, hasta que fue detenida en el año 2013. Ahora su historia, como era de esperarse, se ha convertido en el argumento de una película. Aunque los productores del filme Dynamo Producciones y Aura María Niño, una de las escritoras del guión han negado cualquier parecido con su historia, es evidente que entre el argumento de La rectora y la vida de Silvia Gette son muchas las coincidencias. Tantas que la argentina, desde la cárcel del Buen Pastor, interpuso una tutela para intentar sacar la película de la cartelera alegando que se le estarían violando derechos fundamentales como su intimidad y el debido proceso. Este sería su última muestra del poder que se rehúsa a dejar escapar.