Hay viajes de viajes. Y, Luis Luna es el aventurero que los hace todos. Unos para sentir la vida y en otros para vivir la grave historia de la muerte. Y los hace mientras recorre el camino de la memoria. De la sensibilidad en la piel, del sentido de la lontananza, de la textura de lo rústico, del brillo de la tierra árida, de la luz romántica de los mundos de las tormentas de Turner. Cuando imprime sobre vidrio busca la fuerza de trasparencia ante la imagen. Esto, y todo más, lo trabaja mientras investiga los laberintos de Borges, la unidad de los mándalas -que es una palabra que vienen del sanscrito y que significa círculo-. O de la Alquimia, donde busca que se fundan los materiales mientras que el cobre es su centro.
En los trabajos de esta exposición yuxtapone, obviamente, distintos tiempos. En estos se encuentran los relatos de los colonizadores de los años veinte, treinta hasta la vida de la violencia de los años cincuenta del siglo pasado. En los lienzos, Luna deja huellas de los escritos que cuentan los epitafios de sus historias: esta vez sobre la colonización en Santander de Hernando Ayala y Álvarez de Zorrilla que narran inminente de la dominación del colono: la violencia con sus conceptos de tortura y éxodo. Todos eventos históricos están privados del sentido, pero la palabra permite representar lo más desdeñable, que es un enorme sentido de la historia del hombre.
Y lo hace, desde sus proyectos, para ofrecer e interactuar en búsquedas desde la ciencia que se funde con el arte para amalgamar sin saber si gana o se pierde. Todo es un continuo movimiento azaroso y en otras casuales, construye el alma única realidad humana. Como debe ser: con sus aciertos y sus equivocaciones.
Luis Luna, Alepo, técnica mixta, 2020
Luis Luna plasma en sus enormes lienzos los grandes ámbitos de la actividad y deja en presente nuestra realidad confundida de humanidad. Porque vivimos sin darnos cuenta entre lo legal y lo ilegal, en medio de la confusión de los derechos humanos, en la tristeza más triste de la muerte de la soledad sin nombre. Donde la justicia no es una palabra con significado. Donde la pobreza ladra de hambre. Y, solo quedan los relatos de los testigos que, de pronto, también desaparecen. Todos aciertos de las mil equivocaciones como los cuenta Francisco de Goya y Lucientes en la España de su época.
Luis Luna, Anna, impresión digital sobre vidrio
Así, Luis Luna une ideas con fragmentos. Sus obras hacen parte de lo mismo mientras trabaja el “collage”. Su inquietud es unir universos. Esto provino de sus estudios en Alemania y de su gran maestro Kurt Schwitters (1887-1948). Un artista sublime que mezcló en el “collage” de géneros y técnicas con tipografías. Y su musa fue Anna Blume, a quien le escribe un poema al estilo Dada y donde el narrador emocional une sus sentimientos al caos de la Primera Guerra Mundial.
Luis Luna, Aurora Carare, técnica mixta, 2020
El mundo de los fragmentos conjugado con la historia de la realidad es la obsesión de Luis Luna. Técnicas del nuevo mundo, metáforas de mil tiempos donde la utilización del bronce es la alquimia de la Edad Media donde se unen cobre y estaño. Con el bronce dibuja, cose heridas, reúne su técnica: “collage” en pintura sin tiempos con cielos muy densos. Son telones de luz y atmósferas con textos de campesinos de Carare.
La exposición se encuentra dentro de la actividad “Open San Felipe” Calle 75 No 22-49. Son 4 días. No se la pierdan.